El trágico comienzo de la historia
La historia parece surgida de algún libreto de ciencia ficción: habitante de Seattle (una ciudad estadounidense), Jason Padgett vivía una vida normal, con una inteligencia promedio, mientras le ayudaba a su padre en su tienda de muebles y armarios. Había tenido una vida bastante ordinaria – incluso había abandonado la universidad – y no era reconocido por ninguna habilidad particular más allá de su talento con la madera. Pero su vida dio un giro completamente inesperado hace poco más de una década.
El 13 de septiembre del año 2002 Jason se encontraba en un bar de Karaoke cerca de su hogar cuando fue atacado por la espalda. Sus dos asaltantes le propinaron un fuerte golpe en la parte de atrás de la cabeza, con la intención de dejarlo inconsciente, y le siguieron pateando en el suelo al darse cuenta de que no lo habían conseguido. Los hombres solo se detuvieron cuando les alcanzó su billetera, tras lo cual huyeron del lugar.
Jason quedó tirado en el suelo donde sus amigos lo encontraron pocos minutos después. Lo llevaron al hospital, donde se le realizaron los exámenes de rigor y se detectó una seria contusión cerebral, así como daños en un riñón. Sin embargo, al considerar que su vida no corría peligro y que solo necesitaba algo de reposo, el doctor lo envió de vuelta a su hogar.
La vida de Jason da un giro inesperado
Pocos días después del evento Jason comenzó a notar cosas extrañas. Su percepción del mundo había cambiado, se desconcentraba y perdía la noción de la realidad. Originalmente diagnosticado con Desorden de Estrés Postraumático, Jason pronto se dio cuenta de que el problema era más complejo y empezó a prestar atención y a tratar de comprender lo que veía. Y se dio cuenta que no se trataba de un problema, sino de una bendición.
Jason comenzó a percibir el mundo en términos matemáticos. Esta es una manera nada ortodoxa de describirlo, pero es que el fenómeno no se conocía anteriormente y se cree que Jason es el primer caso en sufrir algo así, al menos, el primero registrado. De acuerdo con su descripción, “el día después del ataque vi el agua bajar por el drenaje. Eran como líneas tangentes curvándose en espiral: geometría recursiva describiendo la ecuación. Era belleza pura, algo asombroso”. La nueva percepción de Jason no habría servido más que para maravillarlo frente al mundo, pero de la mano con ella vinieron impresionantes capacidades lógicas y matemáticas.
Jason comenzó por dibujar las imágenes que se le venían a la mente – algo remarcable de por sí, ya que jamás en su vida había sido un buen dibujante – sin comprenderlas del todo. Más adelante se enteraría de que se denominan “fractales” y representan figuras geométricas que se repiten en sí mismas hasta el infinito. Todo ello tenía una lógica que él era incapaz de explicar, pero que de alguna manera comprendía, muy al interior de su mente.
Un físico que pasaba un día cerca al hogar de Jason lo encontró haciendo uno de sus dibujos. Aterrado, le pidió que explicara las formas que acababa de trazar, y al enterarse de que lo hacía intuitivamente, sin comprender del todo su significado, lo llevó a un curso de matemáticas universitario. Jason se inscribió y es hoy considerado uno de los matemáticos más capaces de la universidad y reconocido en los Estados Unidos por sus habilidades.
Adquisición de grandes y novedosas habilidades
Berit Brogaard, director del laboratorio Brogaard para investigación multisensorial en la Universidad de Miami, realizó una gestión para poder, con algunos colegas, escanear el cerebro de Jason, con la intención de comprender qué había sucedido. Su explicación de los eventos es tan sencilla como fascinante: el hemisferio derecho de Jason sufrió serios daños por el golpe y, para volver a funcionar, el órgano “echo mano” de las regiones dedicadas al pensamiento lógico y matemático ubicadas en regiones del hemisferio izquierdo. Al hacerlo, se habrían mezclado la sensibilidad con la lógica matemática. De acuerdo con los médicos que lo analizaron, la probabilidad de que esto suceda es de menos de uno en mil millones, lo que convierte a Jason en una de las personas más afortunadas de los últimos tiempos.
Lo más sorprendente del asunto es que esto prueba que todos poseemos grandes habilidades instintivas, las cuales no salen a la luz porque, bueno, porque no las requerimos para sobrevivir en nuestro día a día. Sin embargo, accidentes específicos, fenómenos traumáticos o el mero entrenamiento nos pueden ayudar a sacarlas a la luz, aunque los efectos de ello en la vida diaria pueden ser considerables: Jason, quien se caracterizaba por una activa vida social, pasa el tiempo ahora estudiando, dibujando y analizando las formas que su mente detecta. Los placeres de antes sencillamente no lo seducen.
Existen menos de 40 casos confirmados en los que una lesión ha convertido a un hombre en un “savant”, esto es, una persona con capacidades excepcionales en un campo específico (las matemáticas, la música, la ubicación espacial, la memoria)… y generalmente con problemas para integrarse en sociedad. Jason sería uno de los últimos y su caso nos ilustra sobre las maravillas de las que es capaz nuestro cerebro.
Si te golpearas un día en la cabeza, ¿qué te gustaría aprender?
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