La pérdida de un ser querido, puede llegar a ser la experiencia más traumática de la existencia de muchas personas. Se han visto casos en los cuales los dolientes llegan a alterarse tanto, que se desequilibran mentalmente, adquiriendo diversas enfermedades psiquiátricas. Así sucedió con la protagonista de la siguiente historia: una «mujer que dormía con el cadáver de su marido».
El cadáver se podría entre las cobijas
Aquella dama no pudo soportar la partida de su esposo, de este mundo: Juan José Gómez Araisa, quien falleció a los 65 años de edad y fue hallado por las autoridades en un estado avanzado de descomposición, en la cama donde dormitaba con ella.
El hecho acaeció en un municipio mexicano llamado Aguascalientes, en diciembre de 2016. Los vecinos llamaron a la Policía, pues de aquella casa salían olores putrefactos. Cuando llegaron los uniformados a registrar la vivienda, la mujer los atendió un tanto agresiva, mostrándose indignada por su presencia, ya que según les decía, ahí no estaba sucediendo nada malo y les pedía que se marcharan, puesto que su esposo estaba dormido y no quería que lo despertaran.
Los oficiales la notaron muy trastornada y con problemas mentales evidentes, por la expresión de sus ojos y la manera como hablaba. Ante las circunstancias, decidieron ingresar al inmueble y grande fue su sorpresa cuando vieron el cadáver descompuesto de Gómez Araisa, metido en la cama. Y es que allí permaneció por varios días y su esposa pasaba todo el tiempo acostada junto a él.
El cadáver fue puesto a disposición de la autoridad competente, para poder practicarle la correspondiente necropsia, misma que reveló que el sujeto falleció por causas naturales. La mujer tuvo que recibir un intenso tratamiento psicológico, pues no lograba aceptar que su marido había fallecido.
Una pérdida traumática
De acuerdo con los especialistas, el hecho de perder a un ser querido puede derivar en un serio traumatismo, que involucra de inmediato la capacidad autodestructiva que todos los seres humanos tienen dentro. precisamente, un reconocido psiquiatra llamado Mikel Zubiri, ha afirmado que «el estado de abatimiento doloroso tras la muerte de un ser querido, y también el proceso de elaboración de su pérdida y de la pérdida de una parte de uno mismo, al estar ligado al otro», da lugar, en algunos casos, a la aparición de enfermedades que pueden llegar a resultar graves.
A la protagonista de esta historia, notar que su esposo estaba muerto y en su cama, le generó un duelo patológico que a modo de mecanismo de defensa, le desarrolló una fuerte fantasía de que el hombre seguía vivo, a lo que se aferró con enorme dolor y profundos sentimientos de culpa.
Aquella mujer, descrita por las autoridades como una anciana, no le importaba para nada el terrible olor nauseabundo que expelían los restos de su cónyuge, a pesar de llevar casi una semana descomponiéndose entre las cobijas. Como no se hallaron rastros de violencia en el cuerpo del difunto, se dedujo que no se cometió ningún crimen, por lo cual de manera oficial se decidió ocultar la identidad de la señora.
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