Una de canibalismo
¿Qué lleva a una persona a desear comer a otra?
A lo largo de la Historia resulta interesante el contraste entre las sociedades que consideraban natural comer a sus semejantes y las que no. Centenares, miles, quizás, de tribus a lo largo y ancho del globo gozaban de la destrucción física y espiritual del enemigo al convertirlo en el plato del guerrero victorioso, que añadía así elementos a su aura de invencibilidad.
Pero no sólo las sociedades tribales tenían este peculiar gusto por la carne humana. Muchas civilizaciones más complejas, como los aztecas (y en general muchos grupos mesoamericanos) veían en la carne humana un complemento natural a la dieta de las personas.
Sin embargo, gran parte de las sociedades de Eurasia, en Oriente tanto como en Occidente, rechazaban de frente este tipo de prácticas. El canibalismo se convirtió en un tabú casi fundamental, en un rito prohibido, en un acto proscrito. Y como todos bien lo sabemos, pocas cosas tientan más que el dulce sabor de lo prohibido.
Quizás por esto tantas personas parecen tener la obsesión de probar la carne humana, de disfrutar el plato prohibido que todos los demás tienen prohibido. Hace algunos días vimos el más que bizarro caso de Armin Meiwes y hoy veremos el caso de Omaima Nelson, a veces apodada “la Hannibal Lecter de California”.
La vida de Omaima
Omaima Nelson nació en Egipto en 1968 y migró a los Estados Unidos en 1986, a sus 18 años de edad, donde se dedicó al modelaje y a trabajar de niñera (ya que lo primero no le daba suficiente dinero). En aquel país conocería al que sería su futuro esposo en 1991.
No se conoce lo suficiente del pasado de Omaima para saber si actuó con precipitación o si sencillamente estaba acostumbrada a tomar decisiones apresuradas. Ciertamente parece haberlo hecho en el caso de su marido, William E. Nelson, con quien se casó menos de una semana después de haberlo conocido.
Según la versión de la mujer, lo que siguió fue un mes lleno de sufrimiento, de torturas y de abuso sexual. La decisión de haberse casado con “Bill” Nelson seguramente habría sido la peor que tomó en su vida… de no ser por el amargo desenlace que tuvo aquella relación.
Muerte y canibalismo
El día de Acción de Gracias de 1991, poco más de un mes después de su matrimonio, los Nelson tuvieron la que sería su última pelea. De acuerdo con el testimonio de Omaima, su esposo habría abusado de ella en Costa Mesa, en California, y la mujer, cegada por la ira, lo habría apuñalado repetidamente con unas tijeras y rematado con una plancha para ropa.
Pero lo interesante vino después. Tras asesinarlo, Omaima comenzó la ardua labor de descuartizar el cuerpo de su ahora ex marido. Cocinó su cabeza y sus manos con la intención, afirmaría después, de borrar sus huellas digitales, y también lo castró como supuesta venganza por sus repetidos asaltos sexuales. Luego tomó partes de su cuerpo, las mezcló con las sobras de la cena de Acción de Gracias y las botó a la basura.
En sus declaraciones originales, Omaima afirmó haber cocinado las costillas de su esposo en salsa BBQ y haberlas encontrado deliciosas. Por lo visto con los años ha comenzado a negar dicha versión, con la intención, parece ser, de que se anule la cadena perpetua y pueda quedar en libertad, pero hasta el momento la justicia de los Estados Unidos no ha aceptado sus argumentos.
De acuerdo con las versiones oficiales, no habrían sido sólo las costillas. Varios órganos cocinados habrían hecho parte de la cena de la mujer los días siguientes al asesinato, lo que habría ayudado a desaparecer las pruebas. Incluso en una entrevista Omaima habría afirmado que encontró “deliciosa” la carne de su esposo.
La mujer hoy paga cadena perpetua, algo que difícilmente cambiará dadas las circunstancias. Pagó cara su corta aventura con Bill Nelson.
Fuente de imágenes: 1: murderpedia.org, 2: cbsnews1.cbsistatic.com