A lo largo de la Edad Media, la abadía era una edificación religiosa donde vivían enclaustrados los miembros de alguna orden cristiana, pero al mismo tiempo, se les denominaba abadía a las edificaciones dedicadas a centros culturales. No obstante, se le recuerda más como el lugar de culto a modo de monasterio o convento.
Para orar
Las personas veían como una muy buena opción de vida, renunciar al mundo laico y tomar los hábitos en una abadía, donde la mayor parte del tiempo se dedicaban a la oración y la mística. Sin embargo, los fieles más devotos asistían a misas celebradas en la abadía.
Para trabajar
Los monjes no solo oraban, sino combinaban el proceso espiritual con trabajo en la mayoría de abadías. Po ejemplo los monjes benedictinos. Hay un lema muy conocido de San Benito que a la letra dice: “ora et labora”, que significa “ora y trabaja”. Lo mas frecuente eran los cultivos de campos y jardines, fabricación de pan y de calzado, ganadería y sastrería.
Para estudiar
En el mundo antiguo, había un monopolio en el conocimiento. Solo la iglesia y los más adinerados podían acceder a él. Por eso, en las abadías se encontraban grandes bibliotecas y un salón llamado el scriptorium, dedicado para la actividad intelectual y al estudio de los manuscritos de los escribas. Allá iban todos quienes deseaban saciar el espíritu del saber.
Para esconder grandes secretos
Se cree que dentro de muchas abadías, se practicaba en secreto rituales ocultos muy relacionados con los que llevaban a cabo los caballeros templarios. De hecho, el nombre de “abad” proviene de “abadón” o Abaddón, un alto grado de la Orden del Temple y también un ser bíblico angélico, que algunos atribuyen al bien y otros al mal. Hay quienes dicen que es un ángel caído. Según esto, en la vida pública celebraban misas, pero en secreto ejercían las ciencias ocultas, una especie de colegios de magos iniciados bajo el disfraz de la vida monástica.