Se refiere a algo que no tiene forma de comprenderse o que es tan insondable como un profundo abismo. O también es el adjetivo que describe que una cosa o situación es muy marcada.
Como término filosófico
En la Filosofía, se usa para indicar que algo es insondable o difícil de limitar. Desde los pueblos remotos de la antigüedad, la Filosofía ha querido abarcar temas abismáticos, como cuál es el propósito real de la existencia, cuál fue el origen del Ser, qué es la Conciencia, qué es el espíritu, entre otros cuestionamientos trascendentales. Todos sus enfoques poseen un carácter abismático.
Para llegar a ondas reflexiones y conocerse a sí mismo
Al introvertirse y comenzar a meditar de manera concentrada sobre alguna temática abismática, como los misterios de la vida y de la muerte, se dice que es el camino directo al conocimiento dentro de uno mismo, pues es allí donde se encuentran las grandes verdades de la existencia. Los antiguos griegos decían:
«Te advierto, quien quiera que fueres, Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tu ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias?. En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses.»
Como personajes abismáticos
A personajes abismáticos como Drácula, la condesa Erzsébet Báthory, Damián de la película de La Profecía, entre otros similares, se les atribuye ese calificativo porque provienen del infierno, o rinden culto al mal, que a su vez, está relacionado con el abismo, a donde fueron arrojados los ángeles caídos o demonios.
Como diferencias abismales
Es una de las formas más comunes de emplear este término, para denotar que en verdad se trata de grandes contrastes.
