Una vieja leyenda persa
La Historia de Hasan ibn Sabbah comienza en irán en el siglo XI y termina… bueno, no sabemos exactamente cuándo termina, porque su legado sigue algunas generaciones luego de su muerte. Su relato comienza en las estepas de Persia, donde defendió, junto con unos pocos, la secta nizarí del Islam chií en un terreno originalmente adverso.
Orígenes del Viejo de la Montaña
En su juventud, Hasan se encontró con un predicador llamado Amira Zarrab, quien comenzó a enseñarle las bases de esta nueva doctrina. En principio escéptico, Hasan pronto comenzó a interesarse en la doctrina y una experiencia cercana a la muerte lo llevó a convertirse algunos años después.
Bajo uno de los principales miembros de la secta Hasan se habría dedicado durante 20 años a estudiar y viajar, como da’i (misionero) oficial del grupo. Hasan recorrió gran parte del mundo islámico durante este periodo, educándose y educando discípulos a los que, a su vez, enviaba como da’i a nuevas regiones. Al final de este periodo habría comenzado a buscar una región donde pudiera ubicarse y comenzar su labor, la cual encontraría en el conocido castillo de Alamut. Ubicado en la entonces región de Rudbar (actual Qazvín, en Irán), era una poderosa fortaleza que cuidaba un extenso valle de alrededor de 50 kilómetros de largo y 5 de ancho.
Hasan se apoderó de la fortaleza con tanta astucia como sigilo. Consiguió infiltrar decenas de misioneros en la región y convertir, a su vez, a miles de los habitantes de esta. A pesar de la resistencia del gobernador, Alid, quien incluso fingió convertirse para expulsar a los infiltrados, el carisma y la habilidad de Hasan le permitió convertir a miles de personas alrededor de la región quienes, a su vez, infiltraron de nuevo el castillo. Cuando Alid intentó detenerlos, ya era demasiado tarde y Hasan se convirtió en el nuevo gobernador del valle.
El poderoso Castillo de Alamut
Las leyendas del castillo de Alamut indicarían por qué Hasan decidió apoderarse de esta legendaria fortaleza. De acuerdo con los relatos, el valle se encontraría guardado por una intrincada meseta imposible de recorrer para ningún ejército. Era tal la complejidad de estos laberintos que se decía que un solo arquero sería capaz de defender la fortaleza. Muchos gobernantes de la región, enemigos de Hasan, jamás intentaron un ataque a sus dominios porque eran conscientes de la imposibilidad de conquistarlos por la fuerza: Alamut solo podía obtenerse desde adentro.
Y Hasan había obtenido exactamente lo que deseaba. Fiel a su juramento, comenzó entonces una carrera por el poder y por la comunidad nazarí que lo llevaría a convertirse en el poder más grande de la región y, quizás, de todo el oriente Islámico, desde la península India hasta el Cairo, e incluso más allá. Hasan, entonces, sería inmortalizado por las leyendas árabes (y más adelante, occidentales) como El Viejo de la Montaña.
En este punto, la historia de Hasan comienza a volverse algo borrosa y da lugar a la leyenda. Fruto de décadas de planeación, había desarrollado en su mente la llamada secta de los asesinos. Hasan, de acuerdo con todas las fuentes, era un erudito, un hombre de gran educación y ascetismo a quien no le importaban los años de sufrimiento a cambio de obtener sus objetivos. Estas características las imprimiría a su organización, que sembraría el terror a lo largo y ancho del mundo musulmán.
Sobre la secta de los asesinos hablaremos en una próxima ocasión.
- Poder y muerte en la antigua Persia: la leyenda del Viejo de la Montaña, parte 2
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