Algodón de azúcar
El algodón de azúcar seguramente tenga un lugar en la infancia de cada uno de los lectores aquí presentes. Es difícil olvidar los tiempos en los que, siendo apenas un niño, se veían las tentadoras nubes color rosa colgando de los escaparates o en la punta de palos; difícil también dejar pasar la máquina que, como magia, tomaba el azúcar y la convertía en hilillos casi invisibles cuya gradual aglomeración terminaba siendo el deseado dulce.
El sistema por el que se crea el algodón es, de hecho, bastante interesante, y consiste en el calentamiento del azúcar al punto en que esta se convierte en pequeños hilos que comienzan a girar y a solidificarse en el palito. Así, se consigue un sistema constituido a partir de una innumerable cantidad de hilos delgados de azúcar que forma una aglomeración casi sólida.
El problema de los órganos
Como todos sabemos, los órganos fallan. Muchas personas viven en la incertidumbre, a la espera de que un donante aparezca y, entretanto, con una calidad de vida muy reducida. Hasta el momento, sin embargo, otro ser humano es la única manera que tenemos de obtener un órgano funcional.
Incluso en el caso mismo de los tejidos (que componen los órganos), es imposible repararlos si no son reemplazados en su totalidad… y en la actualidad su manufactura es imposible. Por esta razón, quienes tienen órganos o tejidos defectuosos viven esperando un milagro (que irónicamente es la muerte de otra persona).
Pero esto podría cambiar en el futuro cercano… gracias al algodón de azúcar.
Leon Bellan, la cabeza detrás de este concepto
Leon Bellan
Leon Bellan, profesor asociado de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Vanderblit, pensaba mucho en el problema de los órganos. El principal problema era la necesidad de construir estructuras diminutas (de menos de una quinta parte del diámetro de un cabello humano) que pudieran brindarle al eventual tejido la capilaridad necesaria para mantener las células con vida. En sus palabras:
Las analogías que todos usan para describir las fibras es que se ven como cuerdas delgadas, Cheese Whiz o algodón de azúcar. Así que decidí darle una oportunidad a la máquina de algodón de azúcar. Fui a Target i compré una máquina por unos 40 dólares: resultó que formaba hilos de alrededor de una décima parte del diámetro de un cabello humano – en general, del mismo tamaño de los capilares – por lo que podrían usarse para hacer estructuras acanaladas en otros materiales.
A partir de aquí surgió su proyecto de realizar estructuras en hidrogeles (esto es, geles con agua como el líquido que sostiene la estructura) capaces de mantener con vida células en su interior. En teoría, dichos geles tendrían una estructura capilar semejante a la que sostiene los órganos, permitiendo a las células crecer y eventualmente cumplir las funciones del órgano que se busca sustituir.
Al presente, Bellan y su equipo de trabajo han sido capaces de encontrar una sustancia capaz de mantener la “red” al extraer el líquido y de transportarlo como lo haría el sistema capilar humano. Se trata de la polinisopropilacrilamida (abreviada PNIPAM), un material que ya se usa en otras aplicaciones médicas y ha mostrado pocas contraindicaciones.
Aunque todavía en estadio experimental, el equipo podría estar a años de construir un verdadero órgano artificial, algo que serviría para salvar la vida de miles de personas y mejorar las condiciones de vida de millones.
Y si lo logran, será gracias al algodón de azúcar.
Fuente de imágenes: news.vanderbilt.edu