Calentamiento global
Uno de los temas que más tratamos en este portal es el del calentamiento global. Causado, todo parece indicar, por las emisiones de efecto invernadero que genera la industria humana, el calentamiento global será seguramente uno de los principales peligros de nuestra civilización en el siglo por venir.
Hay que tener cuidado con los discursos apocalípticos. La humanidad, en su estado actual, no podría aniquilar la vida terrestre ni convertir este planeta en Marte o Venus ni siquiera si se dedicase a intentarlo. La vida ha florecido en periodos anteriores con niveles de gases de invernadero muy superiores a los actuales. Pero estos cambios requieren un periodo de adaptación (generalmente de unos centenares de miles de años) y si los ecosistemas (de los que dependemos) no se adaptan a la velocidad suficiente esto podría implicar hambrunas, guerras y catástrofes.
Por esta razón, los esfuerzos de varias potencias mundiales en los últimos años han estado dirigidos a disminuir las fuentes de gases de carbono, lo cual se ha logrado con un éxito relativo. Sin embargo, las emisiones siguen aumentando (aunque a ritmos menores que en el pasado) y parece que pasará al menos una década antes de que comiencen a disminuir.
El tema, entonces, ya no es disminuir las emisiones de carbono, sino comenzar a “recapturarlo”. ¿Es esto posible?
Capturando dióxido de carbono
Es posible, y ni siquiera es tan difícil. Hay diversas tecnologías que permiten hacerlo. El problema, como siempre, es que son costosas y requieren energía. Y si esa energía se obtiene quemando combustibles fósiles, bueno, no hacemos nada.
Procesos orgánicos también permiten absorber este material. El más obvio es la fotosíntesis, que convierte dióxido de carbono en azúcar (bueno, es más complejo que esto, pero ustedes entenderán). Por esta razón, suele decirse que “sembrar un árbol” es la mejor manera de combatir el calentamiento global.
Ecosistema de praderas de pastos altos, uno de los que más absorben carbono de la atmósfera
Irónicamente, esto no podría ser del todo cierto. Mientras el árbol crece, indudablemente, absorbe CO2 (el cual convierte en sus componentes vitales), pero una vez alcanza su edad adulta deja de absorber. Eventualmente morirá, el carbono se liberará y otro árbol lo absorberá, pero no es un proceso continuo… a menos que el árbol se corte, la madera se guarde (se evite su descomposición) y se siempre otro árbol.
En cambio, parece ser que bajo ciertas circunstancias otros cultivos, y en particular los pastos, presentan propiedades que hacen que consuman carbono en los suelos de manera permanente, y no una sola vez (como los árboles). Y por esta razón los científicos miran con cada vez más atención las posibilidades de nuevas tecnologías en la agricultura.
El suelo como sumidero
En la actualidad existen 5 sumideros “naturales” de carbono: la atmósfera (cuyos niveles ya están en niveles altísimos y siguen subiendo), los océanos (que ya están saturados y se están acidificando), los bosques (que se siguen reduciendo), el subsuelo (del cual seguimos extrayendo carbón y petróleo)… y el suelo.
Este último no solo puede admitir mucho, mucho más carbono (los estimados más altos son de 2.6 gigatoneladas al año, o un 26% de todas las emisiones humanas en el mundo), sino que al hacerlo mejorará su productividad. Esto quiere decir que con las prácticas adecuadas un campesino o granjero podría incrementar su productividad a la par que ayudar al ambiente. Teniendo en cuenta que en la actualidad hay más carbono en el suelo que en la atmósfera y los bosques del mundo combinados el papel de este factor no debe subestimarse.
Esencialmente, el éxito de estas medidas depende del uso de microorganismos adecuados (en especial ciertas especies de hongos) y de la restauración de ecosistemas críticos, en particular las pasturas (que manejan de manera natural estos intercambios). Las pasturas, al contrario que las selvas, “hunden” carbono en el suelo, garantizando la fertilidad futura de los suelos y la disminución de los niveles en la atmósfera.
Irónicamente, nadie les pone cuidado. Menos de un 3% de las grandes planicies de pastos altos permanecen en América del Norte, pero no hay nadie que vaya por ahí con una camiseta que diga “Salven las Praderas del Norte”. En cambio, las selvas tropicales (que también es importante conservar, por cierto) reciben toda la atención.
Es bueno empezar a fijarnos en esos ecosistemas olvidados, pues parece ser que nuestro futuro podría estar en sus manos.
Bibliografía: - https://www.nytimes.com/es/2017/12/10/agricultura-regenerativa-tierra-cambio-climatico/?mc=adglobal&mcid=facebook&mccr=ES&subid=MC18&subid1=TAFI
- https://www.sciencedaily.com/releases/2014/01/140108102441.htm
- https://e360.yale.edu/features/soil_as_carbon_storehouse_new_weapon_in_climate_fight
Imágenes: 1: phys.org, 2: windowontheprairie.com