Académicamente, un Poema es un texto literario, compuesto por versos -organizados en estrofas o cantos según su extensión- en los cuales el autor busca expresar sus emociones, a través de la construcción de imágenes poéticas, que respondan también a intensiones estéticas.
Lenguaje otro
Así mismo, el Poema –o la Poesía en general- es vista también como el extrañamiento del lenguaje, para construir formas y realidades otras, en donde el poeta logre elaborar un artificio de palabras, que le permitan entender o al menos soportar el mundo. Esta visión entonces erigiría al Poeta como un ser sensible con una visión particular, el cual es capaz de ver otras realidades o relaciones en el mundo real, para después dibujarlas con imágenes dentro del Poema.
En este sentido, bastaría con reflexionar por ejemplo el talento de construir hermosos poemas con el mismo lenguaje con el que se compran vegetales en el mercado, y por consiguiente poder realizar todo un nuevo código. De igual forma, el Poeta toma paisajes, situaciones o elementos conocidos por todos los humanos, reconstruyéndolos de forma extrañada en el poema, haciendo entonces de ellos una construcción estética.
En este contexto entraría también la afirmación que asegura que no todo poema debe implicar elucubradas imágenes o referirse a escabrosas, sino que por el contrario debe apuntar también hacia la sencillez o la exaltación de esta. Un ejemplo claro de esto lo constituyen algunas composiciones poéticas inspiradas en hechos sencillos, como las frutas. Así mismo se distinguen los poemas infantiles que se realizan en torno a animales o elementos de la naturaleza.
Poemas de Frutas
Resulta entonces pertinente exponer algunos ejemplos de poemas sobre frutas, escritos por algunos célebres poetas como Pablo Neruda, así también como por otros autores que cultivan la poesía para niños. A continuación, algunos textos:
Oda a la Manzana A ti, manzana,
quiero
celebrarte
llenándome
con tu nombre
la boca,
comiéndote.
Siempre
eres nueva como nada
o nadie,
siempre
recién caída
del Paraíso:
plena
y pura
mejilla arrebolada
de la aurora!
Qué difíciles
son
comparados
contigo
los frutos de la tierra,
las celulares uvas,
los mangos
tenebrosos,
las huesudas
ciruelas, los higos
submarinos:
tú eres pomada pura,
pan fragante,
queso
de la vegetación.
Cuando mordemos
tu redonda inocencia
volvemos
por un instante
a ser
también recién creadas criaturas:
aún tenemos algo de manzana.
Yo quiero
una abundancia
total, la multiplicación
de tu familia,
quiero
una ciudad,
una república,
un río Mississipi
de manzanas,
y en sus orillas
quiero ver
a toda
la población
del mundo
unida, reunida,
en el acto más simple de la tierra:
mordiendo una manzana.
A ti, manzana,
quiero
celebrarte
llenándome
con tu nombre
la boca,
comiéndote.
Siempre
eres nueva como nada
o nadie,
siempre
recién caída
del Paraíso:
plena
y pura
mejilla arrebolada
de la aurora!
Qué difíciles
son
comparados
contigo
los frutos de la tierra,
las celulares uvas,
los mangos
tenebrosos,
las huesudas
ciruelas, los higos
submarinos:
tú eres pomada pura,
pan fragante,
queso
de la vegetación.
Cuando mordemos
tu redonda inocencia
volvemos
por un instante
a ser
también recién creadas criaturas:
aún tenemos algo de manzana.
Yo quiero
una abundancia
total, la multiplicación
de tu familia,
quiero
una ciudad,
una república,
un río Mississipi
de manzanas,
y en sus orillas
quiero ver
a toda
la población
del mundo
unida, reunida,
en el acto más simple de la tierra:
mordiendo una manzana.
Este poema, compuesto por el poeta chileno Pablo Neruda, en el año 1956, responde al nombre de Oda a la Manzana. En sus líneas pretende exaltar esta fruta, como símbolo primigenio y natural de la especie humana, al tiempo en que se le atribuyen rasgos naturales y sencillos, como si la propia manzana fuese señal de simpleza, tal como debería ser la Poesía.
Oda a la cebolla Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.
Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.
También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.
Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.
Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.
También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.
Por su parte, este Poema, también del escritor chileno Pablo Neruda, recibe el nombre de Oda a la Cebolla, y pretende erigirse como un ejercicio poético que demuestra cómo la poesía primordial de be dirigirse a todo aspecto de la vida del hombre. En este caso preciso, la cebolla se convierte en símbolo de humildad y en sustento alimentario de los hombres, por lo que a un tiempo en imagen poética y a otro discurso político.
Danza de las frutas ¡La piña jugosa
pasea orgullosa!
Repitiendo a todos:
¡Soy fruta sabrosa!
¡Bailaba la piña
al son del tambor!
¡Era su pareja
el rico limón!
¡Ahí viene saltando
rico tamarindo!
la copa en la mano
¡Brindo! ¡Brindo! ¡Brindo!
¡Con divino jugo
de mi corazón
se vertió en la taza
del señor mamón!
¡Se acerca bailando
la gorda patilla
soltando un olor
que es una delicia!
¡Salta la guayaba
Para ir a bailar
con sabroso mango
que está en el portal!
¡Guanábana dulce
se ha soltado el moño
se viene moviendo
por todo el contorno!
¡Viene muy forondo
el verde limón!
¡Guiñándole el ojo
a roja ciruela!
quien coqueta dice:
¡Nos vemos afuera!
¡Redonda naranja
ríe a carcajadas,
pues niña lechosa
está enamorada!
Y de la cestita
salta la parchita
pisando al cambur
y a la rica uvita.
Pero semeruca
dice en buena ley
¡me quiero casar
con ese Merey!
Y al son de la música
bailan sin parar
pues jugo frutas
van a preparar
¡La piña jugosa
pasea orgullosa!
Repitiendo a todos:
¡Soy fruta sabrosa!
¡Bailaba la piña
al son del tambor!
¡Era su pareja
el rico limón!
¡Ahí viene saltando
rico tamarindo!
la copa en la mano
¡Brindo! ¡Brindo! ¡Brindo!
¡Con divino jugo
de mi corazón
se vertió en la taza
del señor mamón!
¡Se acerca bailando
la gorda patilla
soltando un olor
que es una delicia!
¡Salta la guayaba
Para ir a bailar
con sabroso mango
que está en el portal!
¡Guanábana dulce
se ha soltado el moño
se viene moviendo
por todo el contorno!
¡Viene muy forondo
el verde limón!
¡Guiñándole el ojo
a roja ciruela!
quien coqueta dice:
¡Nos vemos afuera!
¡Redonda naranja
ríe a carcajadas,
pues niña lechosa
está enamorada!
Y de la cestita
salta la parchita
pisando al cambur
y a la rica uvita.
Pero semeruca
dice en buena ley
¡me quiero casar
con ese Merey!
Y al son de la música
bailan sin parar
pues jugo frutas
van a preparar
Así mismo, este poema de la escritora venezonala Ingrid Chourio de Martínez, incluido en el poemario inédito Brotes de Fantasía, es un claro ejemplo de poesía infantil con intenciones didácticas. En sus versos, se construye una escena pintoresca y de interrelación entre las distintas frutas, al tiempo que se le ofrece al niño la posibilidad de jugar con el lenguaje, aprendiendo los nombres de la frutas. Resalta su sencillez y su rima, así como los elementos escogidos para su composición.
Poemas de las frutas Simbólico festín. Amplia y espesa
enramada de vides forma el techo;
y de la hierba húmeda en el lecho,
tendida se halla la silvestre mesa.
Sobre los hombros de un gran Atlas pesa
un recipiente para tanto estrecho,
en donde saltan del monto deshecho
la piña enorme y la menuda fresa…
Corona la alta torre una partida
manzana de oro que a gustar provoca
frescas corrientes de ignorada vida;
y empinándose así la torre ufana,
se hace una torre de Babel que toca
el cielo del amor con la manzana.
Simbólico festín. Amplia y espesa
enramada de vides forma el techo;
y de la hierba húmeda en el lecho,
tendida se halla la silvestre mesa.
Sobre los hombros de un gran Atlas pesa
un recipiente para tanto estrecho,
en donde saltan del monto deshecho
la piña enorme y la menuda fresa…
Corona la alta torre una partida
manzana de oro que a gustar provoca
frescas corrientes de ignorada vida;
y empinándose así la torre ufana,
se hace una torre de Babel que toca
el cielo del amor con la manzana.
Igualmente, este poema de José Santos Chocano constituye un ejemplo de cómo realzar con la poesía los objetos cotidianos del mundo. En específico, Santos Chocano juega a dibujar con la palabra una especie de retrato de naturaleza muerta, en donde son las frutas y el frutero los protagonistas de la ceremonia cotidiana del estar en la mesa, brindando a la casa sus colores y significados.
La fiesta de las frutas La señorita manzana
fue a una fiesta
con su vestido amarillo
y su coleta tiesa.
Un poco despistada
chocó con Don Limón
y como es tan ácido
le soltó un sermón.
La uva, la pera y la cereza
bailaron y bailaron sin ninguna pereza
el joven plátano se levantó
cogió a la fresita y la achuchó.
¡Todas las frutas bailaron un rock!
moviendo las piernas sin ningún control.
La señorita manzana
fue a una fiesta
con su vestido amarillo
y su coleta tiesa.
Un poco despistada
chocó con Don Limón
y como es tan ácido
le soltó un sermón.
La uva, la pera y la cereza
bailaron y bailaron sin ninguna pereza
el joven plátano se levantó
cogió a la fresita y la achuchó.
¡Todas las frutas bailaron un rock!
moviendo las piernas sin ningún control.
Finalmente, resulta pertinente entonces citar este poema, titulado La Fiesta de las Frutas, por parte de su autora Inés Flores Llanos, quien redacta estas líneas de poesía infantil, destinada a niños entre 3 y 6 años –tal como reseñara su propia autora- con las cuales deja también manifiesto el carácter plástico y lúdico de las palabras, así como el objeto de la Poesía de bañar con su luz los elementos cotidianos.
Imagen: pixabay.com