Hernán Cortés
En el año 1492 por primera vez un europeo pisaba suelo americano en lo que sería un asentamiento permanente (los vikingos y otros exploradores anteriores no desarrollaron asentamientos permanentes, eventualmente todos fueron expulsados). 27 años después, en febrero 10 de 1519, el explorador y aventurero Hernán Cortés dejaba la isla junto con 11 naves, 518 infantes, 16 jinetes, 13 arcabuceros, 32 ballesteros, 110 marineros y un par de centenares de “asistentes de tropa” (principalmente indígenas y negros). Su objetivo, encontrar y conquistar los reinos continentales de cuyas riquezas existían grandes leyendas.
No es este lugar para narrar la trágica historia de la caída de Tenochtitlán (quizás la ciudad más capaz de resistir un asedio europeo en este periodo). Tampoco hablaremos aquí de la rápida desintegración del Imperio Mexica y de su apropiación por parte de los conquistadores europeos. No, lo que aquí nos atañe es un asunto muchísimo más específico, la improbable historia del primer Censo de Tenochtitlán.
Censos
En la tradición americana no existían, que sepamos, censos de población. Quizás lo más parecido hayan sido las revisiones periódicas realizadas por el Inca y anotadas en quipus cuyo significado seguramente jamás conoceremos. Por esta razón, el hecho de que recién conquistada la ciudad Cortés comenzara a levantar un censo (realizado entre 1519 y 1524) nos brinda una fuente invaluable sobre la sociedad mexica de este periodo.
Pero tristemente, aunque por mucho tiempo supimos de la existencia de dicho censo, estuvo perdido hasta que fue encontrado en 2003… en Polonia. Y por cierto, el censo estaba escrito en Nahúatl.
Pero, ¿cómo llegó un documento tan valioso a Polonia?
La improbable trayectoria
Un siglo después de la creación del censo este ya era obsoleto, por lo que habría sido almacenado por las autoridades virreinales en alguno de los archivos que entonces se manejaban. El documento habría quedado allí por un periodo muy largo (quizás siendo trasladado, pero posiblemente sólo almacenado).
Hacia principios del siglo XIX estos documentos habían permanecido guardados por 400 años, apilados en antiguos archivos que seguramente casi nadie revisaba. En aquel tiempo un famoso explorador alemán, Alexander Von Humboldt, compró algunos para llevarlos de vuelta a Europa, en donde fueron donados a varias universidades en París.
Este documento en particular sería donado posteriormente (como parte de un paquete más amplio, claro) a la Biblioteca Real de Prusia (en Berlín) de donde sería evacuado en la Segunda Guerra Mundial hacia diversos castillos del Frente Oriental. Los paquetes de documentos se dejarían guardados en los sótanos para preservarlos en medio de la catástrofe.
Este territorio pasaría a ser de Polonia en tiempos de la posguerra, en donde el documento permanecería por las siguientes décadas y donde sería encontrado por la historiadora mexicana Brígida von Mentz en el año 2003, revelando una valiosísima fuente sobre el pasado del país azteca.
Imagen: razon.com.mx