Gengis Khan y la conquista del mundo conocido
El año 1207 comenzó un proceso que cambiaría la historia del mundo para siempre.
Aquel año el Gran Khan de los mongoles, Temujin, culminó la unificación de las tribus mongolas y turcas de las mesetas de Mongolia. Al mando de una sociedad de guerreros, con uno de los mejores generales de la historia dirigiendo sus tropas (el Gran Subotai) y con la ambición de conquistar el mundo Temujin abandonaría para siempre su nombre nacimiento y vendría a ser conocido por su título: Gengis Khan.
Y ese mismo año los ejércitos mongolas abandonarían sus regiones de origen para adentrarse en el continente asiático, culminando la conquista de toda Asia Central 14 años más adelante tras la traición de los soberanos de Khwarezmia, tema del que hablamos en el artículo La Ira de los Mongoles.
A partir de este momento fue como la caída de una fila de dominós. Persia, Arabia, la China del norte y del sur, los principados del Rus, los reinos armenios del Caúcaso, nadie podía detener las hordas mongolas. Incluso Europa sufrió la amenaza de los ejércitos de Subotai en 1241, cuando el reino de Hungría fue asolado y destruido por los ejércitos del legendario general mongol. Se calcula que en aquella incursión pereció un cuarto de la población de aquel territorio, y sólo Dios sabe qué habría sucedido si los ejércitos mongoles no se hubiesen retirado unos años más tarde.
Pero volverían. En el año 1254 los mongoles exigieron al gobernante de Hungría cederles un cuarto de su ejército y a su hija en matrimonio a cambio de no destruir el país. En este periodo el gran imperio mongol había ganado fama de no ser confiable, por lo que los húngaros optaron por simplemente que ignorar sus peticiones. Ocupados en sus problemas internos, los mongoles simplemente ignoraron la situación por unos años, eventualmente tomaría la decisión de hacer que el reino europeo pagase cara su audacia.
Esta vez, sin embargo, serían completamente derrotados. ¿Qué sucedió? ¿Por qué los poderosos ejércitos mongoles no pudieron repetir el éxito de su primera incursión? En este artículo hablaremos de la inteligencia de los húngaros y el desarrollo de una doctrina militar completamente nueva en los años de paz que les permitiría resistir efectivamente los ataques mongoles.
El Rey Ladislav
Gobernaba en estos años un rey llamado Ladislav. Si bien él y su séquito tenían claro el peligro permanente de una invasión mongola, lo cierto es que el ataque súbito de 1285 los tomó por sorpresa. Ladislav llevaba algunos años tratando de consolidar su gobierno sobre nobles rebeldes, y fue un grupo de estos nobles quienes desertaron y buscaron a los mongoles para ofrecer ayuda en su planeada invasión a Hungría. Apoyados por estos objetos y aprovechando un invierno particularmente duro, los soldados del Khan Nogai cruzaron rápidamente la Transilvania sembrando el terror en las regiones del sur, mientras un segundo ejército al mando de Talabuga atravesaba por el norte los Montes Cárpatos.
Ladislav se encontraba en una situación precaria. En el mejor de los casos Hungría podría convocar 30.000 guerreros, número semejante y posiblemente inferior al de los invasores mongoles. Además, estaba claro que los húngaros no eran contrincante para las avezadas y ágiles tropas de la caballería mongola. El rey debía tomar decisiones, y debía hacerlo pronto.
Y así, con un ejército poco preparado e inferior a los números enemigos Ladislav comenzó la defensa del Reino de Hungría. Pero los años por venir no vieron una repetición de la masacre ocurrida cincuenta años atrás, sino la retirada de un ejército mongol profundamente debilitado y que había dejado miles de muertos en el campo de batalla.
Comenzó en el norte. Talabuga intentó repetir las hazañas de Subotai, pero pronto se encontró con que las condiciones habían cambiado desde la última visita mongola. Los campos que visitaba estaban quemados, las ciudades abandonadas. La nieve se acumulaba en los pasos montañosos del Cárpato mientras los soldados mongoles pasaban cada día más y más hambre. Y los húngaros, menos numerosos y peor armados, se mantenían ocultos en las fortalezas que habían construido con ese fin.
Al sur, Nogai tenía mejor suerte: las planicies con veras eran ideales para el movimiento del jinete mongol y brindaban amplia alimentación a sus caballos. Sin embargo, en sus avances el Khan también se encontró con campos quemados y ciudades abandonadas. La práctica totalidad de la población había evacuado la región y se encontraba protegida al otro lado del Danubio.
La derrota de los mongoles
Ubicado en un territorio hostil y significativamente más duro que la Transilvania, Talabuga fue el primero en ver sus fuerzas desvanecerse ante el recién descubierto poder de los húngaros.
Tras una serie de incursiones fallidas, el mongol comenzó a sufrir por la falta de alimento. Los húngaros habían fortificado sus silos y graneros, por lo que la estrategia pasada de buscar alimentos en las ciudades derrotadas no era viable. Los pastos eran pocos en el duro invierno de la Transcarpacia, y el comandante mongol pronto se encontró sin recursos.
A mediados del año, en una situación crítica, cayó en la trampa húngara. En las cercanías del castillo de Turusko se vio obligado a entrar en combate con las tropas pesadas de los húngaros, abandonando la movilidad que tanta ventaja daba a los jinetes mongoles. El resultado de una senda derrota en la que incluso un millar de soldados fueron capturados como prisioneros. Tras comenzar su retirada a comienzos del año siguiente fue emboscado en las fronteras del reino, y su ejército efectivamente dejó de existir. La amenaza del norte había sido repelida.
Una vez Talabuga fue derrotado, el rey Ladislav pudo concentrar la totalidad de su ejército al sur y enfrentar la amenaza de Nogai. Pero cuando llegó era demasiado tarde: el Khan mongol ya había sido derrotado por los barones locales, estrangulado por la incapacidad de moviliza su ejército de manera eficiente y careciendo de alimentos para sus hombres. También él había sido obligado a presentar batalla en una situación desventajosa y rápidamente derrotado.
Y todo esto había sido gracias a las reformas militares ejecutadas por los antecesores de Ladislav luego de la catástrofe de 1241.
Las reformas húngaras
Fue el Rey Bela IV quien sufrió en carne propia la crueldad de los mongoles, y en consecuencia quien más se preocupó porque su sucesores jamás tuviesen que lidiar con algo semejante.
En 1247 comenzó una serie de alianzas con los señores feudales de la región y ordenó el entrenamiento de sus iobagiones castri, cuerpos de caballería ligera, para convertirlos en jinetes acorazados al estilo francés-alemán. Esto puede parecer irracional en vista de la movilidad de la caballería mongola, pero ese era precisamente el punto: los húngaros jamás derrotarían a los mongoles en su terreno. Pero una carga de caballería pesada, una sola, que alcanzara las filas mongolas, destrozaría sus jinetes livianos.
Uno de los muchos castillos construidos por los húngaros
Y más importante aún, el Rey comenzó a dirigir la construcción de torres acorazadas y la fortificación de sus castillos de madera. Los húngaros rápidamente entendieron que la movilidad mongola era fundamental en las estrategias de guerra de este ejército, y que negársela con guarniciones pequeñas bien resguardadas era fundamental. Esencialmente, llenando el territorio de castillos y guardando un puñado de jinetes pesados era posible destruir cualquier destacamento, atacar las líneas de abastecimiento, y volver a resguardarse cuando el grueso del ejército apareciera. Entre 1258 y 1285 se habían construido más de 100 fortalezas, incluyendo 66 castillos de piedra.
Así mismo, en 1259 Bela comenzó a negociar con Venecia la contratación de un grupo de mil ballesteros. Los ballesteros, al andar a pie, podían armarse mucho mejor que los arqueros a caballo (que debían ir livianos de peso) y tenían poderosas ballestas con un largo alcance. En campo abierto serían presa fácil de los jinetes armados mongoles, pero en sus fortalezas, protegidos por caballería pesada, hacían imposible cualquier tipo de asedio.
Y por último, se generó una cesión de tierras a cualquiera que quisiese vivir en la frontera a cambio de que recibiera entrenamiento y jurara luchar montado junto a su señor feudal. Miles de familias pobres tomaron la oportunidad de obtener una “nobleza provisional”, por así decirlo, y poblaron las zonas asoladas por los mongoles. La población se recuperó rápidamente, permitiendo que cuando el tiempo llegase los húngaros tuviesen una población grande de hombres jóvenes para defenderse.
El Rey Béla IV
Todos estos factores conspiraron contra las estrategias mongolas, que dependían de la movilidad, de saquear las ciudades enemigas y de atraer a los ejércitos del bando opuesto a campo abierto con tretas y falsas retiradas, lo que permitiría a su propia caballería pesada acabarlos mientras eran bombardeados por sus arqueros.
Pero con las fortalezas, la necesidad de una batalla disminuía. Los jinetes enemigos podían salir, ubicarse cerca de la fortaleza (a cubierto de los ballesteros) y simplemente volver a entrar si los mongoles no atacaban. Cada kilómetro que avanzaban, los mongoles quedaban con más y más guarniciones en su retaguardia que hacían imposible el transporte de alimentos y dificultaban incluso la comunicación. Esta estrategia: negarles la movilidad, quemar los pastos y cultivos y esperar en las fortalezas, cambió completamente el curso de la guerra.
Y así, un ejército que había sido invencible 50 años atrás fue fácilmente derrotado por un reino que había aprendido del pasado y no estaba dispuesto a volver a caer bajo el yugo mongol.
Fuentes:
- https://en.wikipedia.org/wiki/Second_Mongol_invasion_of_Hungary#The_first_invasion
- https://en.wikipedia.org/wiki/Mongol_invasion_of_Central_Asia
Imágenes: 1 y 3: weaponsandwarfare.com, 2: dailynewshungary.com, 4 y 5: wikipedia.org