Los peligros de una caminata espacial
A lo largo de las últimas 5 décadas hemos podido ver, como nunca antes, las maravillas del espacio. Y esto no se debe únicamente al hecho de que nuestra tecnología haya mejorado: también al talento y el valor de las personas que han sido capaces de salir al espacio y, desde allí, ubicar nuevos y más potentes telescopios.
En el imaginario popular, el trabajo del astronauta está bastante idealizado. Para las personas acostumbradas a la ciencia ficción, el astronauta se pone un traje, abre la escotilla y sale al exterior sin que haya mayores inconvenientes.
En la vida real, una EVA (extra vehicular activity, o actividad extra vehicular) es una de las actividades más arriesgadas que puede realizar un cosmonauta, y requiere de una concienzuda preparación. Veamos:
La presión del traje espacial
Permanecer en la ISS (o en su defecto, en un transbordador espacial) es algo relativamente seguro: la nave se encuentra presurizada a una atmósfera, a salvo del vacío, de los peligrosos rayos solares y en general del ambiente hostil para la vida que es el vacío espacial.
En teoría, un traje podría tener una atmósfera de presión en su interior. En la práctica, sin embargo, esto lo convertiría en el equivalente a un globo muy inflado, haciendo extremadamente difícil para los astronautas el mover sus brazos de manera eficaz.
Por esta razón, se requiere que la presión en el traje se reduzca. Esto implica que la cantidad de aire disminuye, y que por lo tanto la proporción del oxígeno allí presente tiene que aumentar. Pero también implica que un astronauta tiene que prepararse por bastante tiempo antes de poder entrar al traje: de lo contrario la despresurización podría causar estragos en sus pulmones.
La preparación para salir
Hay una diferencia considerable entre los trajes de fabricación norteamericana y aquellos usados por los rusos. Los primeros son más prácticos, más móviles y manejan una presión mucho menor – lo que se traduce en mayor maniobrabilidad – pero por esta razón requieren de una preparación mucho más concienzuda para poder salir.
Los trajes norteamericanos trabajan con una presión de 30kPa, el 30% de una atmósfera (100kPa). Una persona, para poder ingresar a uno de estos trajes (en los que el aire es casi oxígeno puro), tiene que inhalar oxígeno por un lapso de al menos 4 horas. En caso de que se baje temporalmente la presión de la Estación a 70kPa un día antes de la salida (una práctica común para ahorrar tiempo), el tiempo se reduce a 45 minutos. Si no se realiza una preparación adecuada, la persona podría terminar con burbujas de nitrógeno en su sangre.
Los trajes rusos (conocidos como Orlán) manejan una presión mucho más alta (de más de 40kPa), por lo que no requieren de tanta preparación, pero son muchísimo más difíciles de maniobrar. Es más, no se “ponen”, sino que son una especie de nave personalizada a la que se ingresa por una escotilla trasera.
Astronauta ingresando a un traje Orlán
Caminatas espaciales
Las caminatas espaciales son fundamentales, ya sea para la reparación de la ISS, para el lanzamiento de satélites o en general para realizar todo tipo de acciones en la parte exterior de la nave. Por esta razón, todos los astronautas se entrenan con miras a no cometer error alguno, pues este es también el momento más peligroso para un cosmonauta.
Durante su tiempo por fuera de la ISS, un astronauta respira prácticamente oxígeno puro (dependiendo de la presurización del traje, puede ser más o menos puro). Así mismo, el traje está pensado para brindar todo tipo de comodidades, desde alimentos y bebidas hasta un sistema de refrigeración, pasando por un “baño” interno para evitar que el astronauta tenga que volver a la nave a orinar.
No todos los trajes están diseñados para salir al exterior: algunos funcionan como sistemas de emergencia para sobrevivir en el interior de la nave en caso de una súbita despresurización.
Fuente de imágenes: 1: wikipedia.org, 2: ninfinger.org