Aleksandr, antes del atentado
La tradición autoritaria de los zares
Aunque muchos movimientos sociales busquen el cambio de una tradición política, lo cierto es que la Historia cambia de manera muy lenta. Y pocos lugares ejemplifican esto mejor que Rusia.
Desde sus orígenes medievales, se trató de una región particularmente autocrática. El Zar no toleraba disentimientos y perseguía con fuerza a quienes se opusieran a él: al contrario que en otros países, como Francia o Inglaterra, no había una nobleza o una burguesía que le sirviera de contrapeso. El Zar era todopoderoso.
Fue ese mismo poder el que precipitó su caída. Pero contrario a lo que todos creían, el subsiguiente gobierno comunista mantuvo muchas de las características del antiguo gobernante. Se dice incluso que la KGB no era más que la reconstrucción casi calcada de la Ojrana, la temida policía secreta zarista, y no cabe duda de que muchos avezados espías cambiaron de trabajo sin sentir siquiera la diferencia: su labor era la misma bajo el zar que bajo el gobierno soviético.
En la actualidad, la figura del “Hombre Fuerte”, aunque mutada, sigue viva en Rusia. Y también una tradición de secretismo, de persecución y de intriga que ilustra como nadie el trágico caso de Aleksandr Litvinenko.
Aleksandr, ex KGB
Puede que este nombre resulte desconocido para muchos. Otros, quizás, recuerden que llenó los titulares de diversos medios hacia finales del 2006. Se trataba de un importante miembro de la inteligencia soviética que había continuado su labor (cómo no) bajo el dominio de la Rusia Federal de Boris Yeltsin.
La especialidad de Aleksandr era la persecución a mafias ilegales. Sin embargo, pese a haber realizado más de un acto de dudosa moralidad, el espía rechazó de plano la orden que realizó la KGB de asesinar al empresario Boris Berezovsky, para quién había trabajado previamente. Una cosa era ajusticiar mafias y otra entrar en el juego político.
Aleksandr, en su trabajo para la KGB, había también notado la importante corrupción que vinculaba a miembros de los servicios secretos con las mafias, y había hecho lo posible por desmantelar estas uniones. Sin embargo, la completa indiferencia de los altos mandos terminó por convencerlo de que la corrupción había invadido todas las esferas de la organización.
Esto también lo motivó a denunciar públicamente la injerencia de la KGB en asuntos que no eran de su legal incumbencia, culminando con el caso de Berezovsky a quien incluso advirtió personalmente del peligro que corría. Tras ser despojado de todos sus poderes y recluido, junto con su familia, en Rusia, fue el mismo empresario quien brindaría la ayuda para que Aleksandr pudiera viajar a Turquía. De allí tomó un vuelo a Gran Bretaña. Esto ocurrió en el año 2000.
A partir de entonces, Aleksandr se convirtió en un refugiado político, un importante defensor de la independencia chechena y un temible crítico del surgimiento del todopoderoso Putin. Esto terminaría por costarle muy, muy caro.
Aleksandr en su lecho de muerte
Un crimen casi perfecto
Cuando Aleksandr llegó al hospital University College Hospital, estaba en estado crítico. Llevaba ya dos semanas hospitalizado y tenía todos los síntomas de haber sido envenenado con algún elemento radioactivo. Sin embargo, las herramientas usadas para detectar radiación no mostraban resultado alguno.
Uno tras otro, sus órganos iban fallando. Pese a que él sabía bien quién había sido culpable de su envenenamiento, las autoridades no le habían hecho mucho caso… hasta que el asunto llegó a oídos de Peter Clarke, encargado de la división antiterrorista. Pronto comenzó una investigación mucho más profunda.
Muestras de orina y sangre se enviaron a diversos laboratorios de radioactividad en donde por fin uno de los científicos fue capaz de comprender el enigma. El contador Geiger mide la emisión de radiación Gamma: el plutonio 210 con el que Aleksandr había sido envenenado emite radiación alfa y no gamma. Se trata de un tipo de radiación que es muy fácil de detener (incluso con una hoja de papel), por lo que es difícil de detectar y además, es muy poco común.
No había pasado una semana desde el hallazgo cuando Aleksandr murió, el 23 de noviembre del año 2006. Para entonces había brindado una gran cantidad de información valiosa a la policía y la inteligencia británica, lo que sin embargo no permitió encontrar ni capturar a los culpables de su asesinato.
Se trató, casi, de un crimen perfecto. Fueron una serie de coincidencias las que llevaron a que el caso de Aleksandr se tomara en serio y a que se detectara que lo suyo había sido un asesinato premeditado. Aunque no hizo ningún cambio para él, al menos murió sabiendo que su caso no iba a pasar desapercibido.
Marina Litvinenko, la viuda del espía asesinado
¿Por qué lo mataron?
Llegamos aquí a la parte más compleja de toda la historia. Muchos culpan directamente a Vladimir Putin, hoy considerado el hombre más poderoso del mundo, por la muerte de Aleksandr, otros consideran que el hombre fuerte de Rusia no habría corrido un riesgo así. Se habla de posibles traidores en Gran Bretaña, de la misma inteligencia británica, de una operación de la KGB (que todos consideran la más posible) o incluso de separatistas chechenos que aún recuerdan los tiempos en los que el espía organizaba la contraofensiva rusa en la región.
En cualquier caso, la muerte de Aleksandr nos pone frente a un juego político del que poco sabemos. La versión más común habla de miembros del KGB intentando borrar la humillación que representó su escape (a fin de cuentas, un empresario cualquiera, no la CIA, lo sacó a escondidas de Rusia). Pero entonces, ¿por qué no matarlo antes?
¿Sabía Aleksandr algo que el resto del mundo ignoraba? ¿Era de alguna manera un peligro para las autoridades rusas? En caso de que así fuera, el hombre tuvo más que tiempo suficiente para decirlo. ¿Por qué no lo hizo?
¿O lo hizo, y ahora otros guardan el secreto?
No sabemos más que los rumores que se cuentan. En cualquier caso, Aleksandr predijo correctamente el impetuoso ascenso de Putin al poder, que hoy lo convierte en uno de los hombres más poderosos sobre nuestro planeta.
¿Sería esto lo que precipitó la muerte del espía?
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