El extraño temor
En algunas regiones del mundo (particularmente en la tradición anglosajona) se habla del viernes 13 como un día en el que la desgracia espera por los desprevenidos. En muchos lugares de América Latina no es el viernes 13 sino el martes 13 el que lleva la insigne y nefasta maldición consigo. En cualquier caso, el número 13 tiene algo que lo convierte en sinónimo de maldad.
El temor llega al punto que existe una fobia específica al número 13: triscaidecafobia. En muchos edificios de los Estados Unidos y Canadá el piso 13 ni siquiera aparece: se salta del 12 al 14. En muchos aviones la hilera número 13 también fue omitida.
Curiosamente no es solo en la tradición occidental que dicho temor existe. En la antigua tradición persa del zoroastrismo el 13 se consideraba como un número particularmente pernicioso: en este caso no es un martes o viernes 13, sino el 13° día del año el que genera efectos negativos por la influencia directa del diablo en la vida de las personas.
En tradiciones como la magia Wicca, 13 es el número de integrantes que tiene cada grupo. En las antiguas creencias mesoamericanas el 13 es el que cambia el destino, de la fortuna al infortunio. A lo largo y ancho del mundo el número 13 es visto como un sinónimo de desgracia o, por lo menos, de cambio negativo: ¿a qué se debe ello?
Las razones del odio hacia el 13
Es difícil determinar qué lleva a un rechazo tan general hacia un número particular. En el caso occidental, las razones suelen rastrearse hacia el momento de la última cena, cuando eran 13 los integrantes de la velada. El 13° integrante sería Judas, símbolo de la maldad y la traición y en última instancia la causa de la muerte de Jesucristo.
Pero el número vuelve a aparecer en otras tradiciones. 13 serán también los invitados a la última cena en Valhala antes de la llegada del mal al mundo de los vivos. 12 de los huéspedes se presentarán, el 13°, Loki, no lo hará y organizará en la reunión la muerte del dios de la dicha y la felicidad, trayendo consigo la desgracia, el dolor y la muerte. 13 eran también las brujas que se reunían en los aquelarres medievales, herencia que hoy vemos en las adeptas a la magia Wicca.
Y los ejemplos pueden seguirse rastreando en el pasado. El caso más interesante (así como polémico) es la omisión del número 13 en el Código de Hammurabi, que algunos consideran la prueba reina de que ya en tiempos antiguos se consideraba este número maldito. Otros, sin embargo, creen que es obra de la casualidad.
Pero todas estas parecen causas, más que consecuencias, de la supuesta maldición. El 13 se eleva a la categoría de número nefasto y por lo tanto las leyendas y los actos de maldad se ajustan a estas nociones. Y por supuesto, esto lleva a su omisión en varias instancias como los edificios, los aviones… o el código de Hammurabi.
Pero parece ser que la noción sí tiene un origen: el sistema numérico sumerio. En aquel entonces los sumerios habían desarrollado un sistema basado en el número 12, que luego fue abandonado por el sistema decimal hoy conocido. Es por ello que el día tiene 24 horas (y no 20) y que el círculo cuenta con 360 grados (y no 300). El 12 era la perfección, era el número más puro del universo… y el que lo siguiera necesariamente habría de representar la maldad.
En Oriente, donde la tradición numérica no se heredó de Sumer, las cosas son diferentes. El 13 es allí un número casi indiferente y es sustituido como símbolo de maldad por el número 4, que en chino se pronuncia casi idéntico a “muerte”. Así como aquí evitamos y tememos al trece, en China y muchos países del este asiático se evita a toda costa la mención del 4.
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