H. H. Holmes y su Castillo de la Muerte
Terminamos el episodio pasado con Daniel Camargo, el primer colombiano de nuestra lista. En este capítulo veremos los 4 personajes restantes:
Los más malos
4) Llega al cuarto lugar de nuestra lista uno de los casos más macabros de los que se tengan registro: Henry Howard Holmes y su llamado “Castillo de la Muerte”.
- H. Holmes es uno de los primeros asesinos seriales en el sentido moderno del término, ya que asesinaba a sus víctimas por el simple placer de sentir su sufrimiento. Nacido en New Hampshire el 16 de mayo de 1861, fue muy acosado por sus compañeros de colegio a causa de su talento en clases.
De acuerdo con el mismo Holmes, en su infancia le jugaron una pesada broma que lo marcaría por el resto de su vida. Habiéndolo encerrado en la oficina del director, sus compañeros lo pusieron frente a frente con un esqueleto: el suceso, que originalmente le pareció terrorífico, pronto dio paso a la fascinación y a la curiosidad, y Holmes se obsesionó con la muerte. La perseguiría de cerca por el resto de su vida.
Originalmente dedicado a robar cadáveres para cobrar el dinero del seguro, Holmes decidió mudarse a Chicago en 1886, en donde compró una propiedad en la que comenzaría la construcción de su famoso hotel. Apodado como “El Castillo” por su impresionante tamaño, el hotel se abrió para la Exposición Colombina de 1893 con el nombre de World’s Fair Hotel.
El encargado de la construcción de esta mole fue Benjamin Pitezel, un carpintero reconocido por su oscuro pasado criminal que se prestó para realizar todos los detalles tal y como Holmes los requería. Así, el Castillo de la Muerte contaba con habitaciones que tenían puertas selladas y tuberías de gas listas para abrirse desde afuera, otras con paredes metálicas que se convertían en un horno y algunas dedicadas a colgar a las víctimas. Sin embargo, la más importante consistía en una cámara sellada, con una sola entrada que se abría desde afuera, en la que Holmes dejaba a las personas a su suerte para que murieran de hambre o sed.
Al final, Holmes fue capturado por estafar a las compañías de seguros. Aunque sólo se encontraron 30 cuerpos en su Castillo, se calcula que asesinó algo menos de 200 personas.
3) El tercer lugar de nuestra lista le corresponde a un personaje relativamente oscuro: Abul Djabar, un asesino afgano que habría cometido entre 200 y 300 asesinatos hasta su muerte en octubre de 1970. Lamentablemente, no son muchos los datos que sobre él están disponibles, sólo se sabe que gustaba de asesinar niños y jóvenes ahorcándolos con su turbante mientras los violaba.
2) Pedro López, mejor conocido como “El Monstruo de los Andes”, aparece en un muy disputado segundo lugar de nuestra lista. Oriundo de Ipiales, en el departamento colombiano de Nariño, López pasó su infancia en medio de La Violencia para ser expulsado del hogar a los 9 años. Tras varios años en las calles (que involucraron repetidas violaciones) terminó en la cárcel, donde una vez más fue violado por tres personas. Pero esta sería su última actuación como víctima en el mundo.
Cansado de siempre ser cobarde, tomó la decisión de vengarse y asesinó a sus tres verdugos. Como siempre, la víctima terminó disfrutando el dolor que otrora le infligiesen y López comenzó a soñar con la muerte. Tras salir de prisión en 1978, se dedicó a vagar por las tierras peruanas en donde cometió, según confesaría más adelante, unos 100 asesinatos a niñas y jóvenes de las comunidades indígenas.
Tras ser capturado por una comunidad de Ayacucho fue torturado y liberado a instancias de un misionero que pasó por allí por casualidad. Las autoridades peruanas, demostrando un cinismo incomparable, decidieron que no valía la pena escuchar las acusaciones de las comunidades indígenas y deportaron a López a Ecuador.
Fue allí donde el Monstruo de los Andes demostró su verdadera crueldad. Gustaba de perseguir a aquellas niñas con una mirada de inocencia simplemente para destruir lo que alguna vez rompieron en su alma. Las autoridades de la frontera colombo ecuatoriana, pese a ser conscientes del aumento en las desapariciones, no fueron capaces de determinar lo que estaba sucediendo hasta que una turba capturó al hombre, que trataba de secuestrar a la hija de Carvina Poveda.
Ya en manos de las autoridades, el Monstruo de los Andes comenzó a confesar su larga lista de crímenes y reveló la ubicación de 67 cuerpos. Según su propio testimonio, sus asesinatos sumarían más de 300 muertes.
Condenado a cadena perpetua por las autoridades ecuatorianas, López fue trasladado a Colombia bajo petición de las autoridades y, de manera extremadamente irresponsable, liberado. En la actualidad no se conoce su paradero: solo quedaron para la posteridad las palabras que alguna vez dijese a las autoridades ecuatorianas:
«El momento de la muerte es apasionante, y excitante. Algún día, cuando esté en libertad, sentiré ese momento de nuevo. Estaré encantado de volver a matar. Es mi misión».
1) El primer puesto de nuestra lista le corresponde a Luis Alfredo Garavito, mejor conocido como “La Bestia”. Nacido en Génova, Quindío, el 25 de enero de 1957, tuvo una infancia particularmente problemática: su padre abusaba de él y maltrataba sistemáticamente a su madre, golpeándola regularmente. Tras ser violado por uno de los amigos de su padre, Garavito comenzó a sentir atracción por personas de su mismo género y llegó a manosear a sus hermanos mientras dormían para satisfacer los oscuros deseos que empezaban a surgir en su interior.
La historia de Garavito, según su propio relato, es la historia de un monstruo que se apoderó de un hombre por lo demás perturbado, pero capaz de controlarse. Tras años en los que mantuvo sus tendencias bajo control (abrumado por la culpa de aprovecharse de la necesidad de los pequeños que vendían su cuerpo en las calles), consiguió trabajo y hasta una pareja, cuyos hijos, por lo demás, siempre respetó.
Sin embargo, entonces comenzó a despertar la Bestia dentro de él. El impulso de abusar de los pequeños comenzó a dominarlo, y de manoseos pasó a violaciones y torturas. En su perturbada mente comenzó a asociar el sufrimiento con placer y a realizar actos de crueldad que luego recordaba con irremediable arrepentimiento. Era como si en él convivieran dos personas distintas.
Parte 1 | Parte 2
Fuente de imágenes: 1: cinabrio.over-blog.es, 2: talesmaze.com, 3: healthpsychologyconsultancy.wordpress.com, 4: wikipedia.org