La ciudad perdida de Machu Picchu
El artículo pasado hablamos de dos de los grandes logros de los Incas: la construcción de complejísimos sistemas de riego cuyo funcionamiento aún no comprendemos del todo y la creación de una infraestructura única en el mundo antiguo, capaz de manipular el clima y que funcionaba como centro de investigación.
Estos grandes avances del Tahuantinsuyo, aunque impresionantes, seguramente quedan opacados por sus construcciones líticas, que dejaron boquiabiertos a los conquistadores europeos. La arquitectura Inca mostró un gran desarrollo y dejó innumerables construcciones impresionantes que aún hoy día podemos visitar.
Las características de la arquitectura del Tahuantinsuyo
Al igual que en muchas otras sociedades, los Incas no construían al azar. Las características de sus edificaciones eran muy diferentes si se trataba de un edificio religioso, de una estructura para que la habitara la aristocracia o de una casa común. En cualquier caso se construían con rocas, pero solo las edificaciones religiosas merecían ser edificadas con el máximo arte de los ingenieros Incas.
Si alguna vez visitan las ruinas del Imperio notarán que en muchas casas y pequeños edificios se ven piedras apiladas una sobre otra, y selladas con una especie de mortero sencillo. Sin embargo, las edificaciones religiosas no muestran signos de ningún material usado para darles firmeza. No es un error de observación: los Incas no usaban ningún tipo de material para que sus construcciones se sostuvieran. La precisión en los cortes de la roca y la fuerza de gravedad eran todo lo que necesitaban.
En esta construcción se aprecia la armonía con el medio ambiente
Una arquitectura sencilla y armoniosa
Al contrario que muchos otros pueblos, los Incas no eran amigos de la ostentación. Sus estructuras resultan, a simple vista, sencillas, casi estoicas, y hace falta profundizar un poco más para ver lo verdaderamente fantásticas que resultan.
Las rocas que las componen están inclinadas a unos 80° hacia adentro, para garantizar la estabilidad de la estructura y hacerla sismorresistente: este era un requerimiento de las grandes construcciones en los Andes. Así mismo, se trata de rocas perfectamente acopladas unas con otras: su superficie no es plana, sino convexa, y en muchas ocasiones ni siquiera son rectangulares. Como queda claro en las imágenes, los Incas eran unos maestros de la roca y podían manipularla a su antojo, creando verdaderos rompecabezas en los que cada piedra se ensambla perfectamente con la anterior.
De aquí sale una de las leyendas más conocidas de la arquitectura Inca: es tal la perfección de sus construcciones que aún sin usar cemento, las rocas quedaban perfectamente unidas y ni siquiera un alfiler puede entrar en los espacios entre ambas. Esta leyenda es verídica: salvo pocas excepciones (la mayor parte de las cuales se deben al desgaste de 5 siglos) ni un alfiler puede entrar en el espacio que hay entre dos rocas de cualquier construcción Inca.
El templo de Qorikancha, un alfiler no cabe entre las rocas
Construcciones monumentales
Los Incas tenían una gran habilidad para construir. Muchas de sus edificaciones resultan impresionantes no solo por la ausencia de cemento y mortero, sino por el impresionante tamaño de las rocas que transportaban. Se trataba de verdaderas moles, en ocasiones de más de un centenar de toneladas, que se trabajaban con la misma precisión que sus compañeras de algunos kilogramos. En el santuario de Saqsayhuamán, cerca de Cuzco, la piedra más grande pesa 128 toneladas y fue transportada desde canteras a varios kilómetros de distancia. Y no es la única piedra de este tamaño: más de una decena ronda las 100 toneladas de peso.
Nadie sabe realmente cómo hicieron los Incas para transportar estas gigantescas moles. Aunque se ha argüido que en realidad no podían hacerlo (llevando a teorías como extraterrestres, tecnologías ancestrales o civilizaciones perdidas), normalmente se asume que lo lograron con sistemas ordinarios de palancas y miles de trabajadores que servían a los intereses del Imperio.
Sin embargo, algunas versiones le apuntan a explicaciones más terrenales: una teoría en particular habla de una receta secreta con base en plantas de la región que podría ablandar las rocas para hacer más fácil su transporte. Esta teoría, basada en una conocida leyenda de la región, jamás ha sido comprobada, aunque existen indicios de que un sacerdote llamado Jorge A. Lira fue capaz de preparar esta mezcla – con base en los relatos indígenas – hacia 1980. Sin embargo, según se dice jamás pudo hacer que la roca endureciera de nuevo y su logro no obtuvo mayor cubrimiento en el Perú de entonces, donde la violencia acaparaba los titulares.
La piedra de los 12 ángulos, ejemplo de la precisión inca
Las ciudades perdidas del Inca
La arquitectura monumental de los Incas seguramente no fue inventada (aunque si mejorada) por ellos. Sin embargo, fueron los que le pusieron una impronta más duradera y quienes la llevaron de extremo a extremo del Imperio, desde las costas del pacífico hasta las selvas del Amazonas. Los españoles quedarían admirados ante la magnificencia de Cuzco y buscarían otras ciudades perdidas, construcciones que los Incas habían ocultado o incluso aquellas que habían hecho en su último bastión de resistencia.
La historia de las dos ciudades perdidas de los Incas: Machu Picchu (la ciudad de los nobles, oculta en el amazonas montañoso del oriente) y la Gran Vilcabamba, última capital de los Incas rebeldes, estaría marcada por esta tradición arquitectónica. Pero sobre ellas hablaremos en un siguiente episodio.
Parte 1
Parte 2
Parte 4
Parte 5
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