Retrato de la Sibila de Cumas, por Miguel Ángel
La leyenda de la Sibila
Originalmente la Sibila era la Sibila de Eritrea, que algunos llaman Herófila, quien bajo el auspicio y la bendición del Dios Apolo predijo la destrucción y caída de Troya durante la guerra que vendría. No se conoce el origen de la mujer, mucho menos su destino final, apenas si se sabe que era originaria de Eritras, en la colonización Jonia que los griegos habían realizado al occidente de la Península de Anatolia.
En tiempos de Heráclito, padre de la Historia (es decir, en el siglo V a. C.) esta era la única Sibila que existía en el mundo griego. Sin embargo, con el tiempo nuevas profetisas fueron ocupando su lugar bajo el auspicio de Apolo y tuvieron gran importancia en los sucesos de sus tiempos. La más importante a la luz de la posterior historiografía romana sería la Sibila de Cumas.
Los orígenes de la Sibila de Cumas
No sabemos mucho de estas mujeres, que seguramente fueron profetisas que luego pasaron a la Historia por su pertenencia a los templos más importantes, o bien por sus profecías acertadas. La Sibila de Cumas no es la excepción, y es difícil saber cuánto de esta mujer es historia y cuánto leyenda.
Al igual que su predecesora, la Sibila de Cumas había nacido en Eritras, en la península Anatolia. Su padre era Teodoro, pero su madre era una ninfa de la que habría heredado algunas habilidades. Nació en una gruta del monte Córico y se caracterizaba por realizar sus profecías en verso.
La Sibila de Cumas había sido bendecida por el dios Apolo, a quien servía y en cuyo templo, en Cumas, realizaba sus profecías. El sitio estaba ubicado cerca del actual Nápoles, en territorio italiano de lo que entonces era la Magna Grecia.
La inmortalidad de la Sibila
Cuenta la leyenda que Apolo ofreció a la Sibila un regalo, el que ella quisiese. La mujer, entonces en la flor de su juventud, tomó un puñado de arena muy fina y le pidió al dios vivir tantos años como granos de arena tuviese en su mano. Apolo, diligente, le concedió su deseo, pero no le advirtió que había cometido un error al no acompañarlo con la eterna juventud.
En efecto, la mujer comenzó a envejecer más y más, y su cuerpo decrépito se fue volviendo una carga demasiado pesada. La leyenda cuenta que al final tuvieron que colgarla de una jaula en el templo de Apolo en Cumas, pues no podía siquiera moverse, y que vivió 9 vidas humanas de 110 años cada una.
En algún momento de su vida la Sibila de Cumas vivió en la región de los Campos Flégreos, donde se cree que guio a Eneas hasta el Inframundo, donde habría de encontrarse con su padre. Así mismo, se dice que era ella quien permitía que las personas visitaran estas regiones pues en ellas tenía su hogar y su lugar de meditación y reclusión.
Quienes consideran a la Sibila como un personaje histórico creen que colaboró con la construcción de los complejos túneles de estos campos o, por lo menos, que hizo parte del colectivo que los conocía a fondo y utilizaba con propósitos rituales. Quién sabe, incluso podría haberlos usado para legar al inframundo.
Pero volviendo al tema que nos compete, en algún momento previo la Sibila tuvo que realizar una breve visita a Roma que se convertiría en una de las leyendas más famosas de todos los tiempos: Los Libros Sibilinos.
Retrato medieval de la Sibila quemando tres de los libros
La venta de los libros al rey Tarquinio
Durante su visita la Sibila había se había presentado con la forma de una mujer anciana ante el Rey Lucio Tarquinio, el Soberbio. Tarquinio es el último de los reyes legendarios romanos, pero se supone que la leyenda detrás de su reinado tiene una base histórica.
En todo caso, sigue la leyenda, la mujer le ofreció al rey nueve libros proféticos a un precio exorbitante. El monarca, indignado, declinó la oferta con la esperanza de regatear, a lo que la Sibila destruyó tres de los libros. Los 6 restantes, entonces, los ofreció al mismo precio que los nueve libros originales. El rey de nuevo cometió el error de rechazarlos, esperando aún un precio más razonable, y la mujer volvió a destruir 3 de los libros. Al final, un rey resignado compró los 3 libros restantes al precio que habían tenido los 9 libros originales.
Este relato no sería más que una leyenda de no ser por la existencia histórica de tres libros sagrados ocultos en el Templo de Júpiter que se denominaban los Libros Sibilinos. De acuerdo con la tradición romana, eran éstos los libros que la Sibila había vendido a un alto precio a Tarquinus.
Los Libros Sibilinos tenían un valor incalculable para los dirigentes romanos. Se cuenta que en épocas de crisis serían consultados: fueron ellos quienes aconsejaron a los romanos tras la trágica derrota ante Aníbal en Cannas, y fueron también los libros quienes predijeron, acertadamente, que César buscaba convertirse en Rey (pues en ellos se afirmaba que solo un rey sería capaz de derrotar a los Partos).
Otro retrato de la leyenda
Lamentablemente, en el año 83 a. C. el incendio del Templo de Júpiter destruyó los manuscritos sagrados, que eran guardados celosamente por los servidores de los dioses. El Senado entonces envió emisarios a todo el mundo para recolectar un grupo semejante de escritos sagrados, pero sus versos jamás reemplazarían del todo aquellos de sus predecesores, que se habían escrito en tiempos ya olvidados. Los nuevos libros también perecerían ante el fuego, esta vez cristiano, del General Romano Flavio Stilicho.
Se tiene registro de 9 consultas históricas romanas a los libros, la primera de las cuales ocurrió en el año 399 a. C. Sin embargo, seguramente muchas otras consultas no quedaron documentadas. Al final ni siquiera los libros Sibilinos, un regalo de los dioses al grandioso Imperio Romano, pudieron detener su caída.
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