Descripción del cuento
Con el título Acuérdate, este texto narrativo constituye un cuento, nacido de la célebre pluma del escritor mexicano Juan Rulfo. Así mismo, esta historia, titulada Acuérdate forma parte de los dieciséis cuentos de “El llano en llamas”, obra publicada por primera vez en 1953, por el Fondo de Cultura Económica.
De acuerdo, a los diversos críticos literarios, este libro constituye un testimonio narrativo hecho por Rulfo sobre los pueblos mexicanos, después de la Revolución mexicana o durante la Reforma Agraria, caracterizados por paisajes sumamente áridos y secos, así como por personajes tristes, melancólicos y desesperanzados, que parecen derretirse ante el sol inclemente y la brisa seca que reina en la atmósfera.
Así mismo, se cree que el pueblo donde se realizan la mayoría de los cuentos de El Llano en Llamas es la célebre Cómala, que también sirve de escenario a la primera novela de Rulfo “Pedro Páramo”, que junto con los cuento recopilados en El llano en Llamas, constituye otro de los importantes archivos en los anales del Realismo Mágico latinoamericano, que sitúa a Juan Rulfo al lado de otros escritores del género como Gabriel García Márquez, Miguel Ángel Asturias, Laura Esquivel o el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, con su novela La Lluvia, publicada en 1935.
Resumen del cuento Acuérdate
En este cuento, Rulfo usa la voz de un personaje –quien se convierte en el narrador- y quien insta a su interlocutor a que se acuerde de otro personaje del pueblo. No obstante, algunos críticos han señalado que este interlocutor, termina siendo el lector, que ante la voz del narrador, sólo se limita a escuchar toda la historia, sin lograr el deseo de quien lo interpela: acordarse.
De esta forma, el narrador comienza a hablar de un antiguo habitante de este pueblo desconocido, quien respondía al nombre de Urbano Gómez, quien era nieto de Dimas, director de las pastoleras, y que a su vez era padre de el primer Urbano, padre del personaje de quien el narrador intenta que su interlocutor se acuerde, así como de Fidencio Gómez, tío de Urbano Gómez, y padre de sus primas: una chica bajita, a la que llamaban “la Arremangada” y otra muy alta, que sufría de ataques de hipo, y por cuya altura en el pueblo decían que no era hija de Fidencio.
Igualmente, el narrador cuenta que Urbano Gómez era hijo de una mujer llamada La Berenjena, quien era muy gritona y se peleaba con las vendedoras del mercado. Este personaje –según reseña el narrador- estuvo embarazada casi toda su vida, aunque sus hijos fallecían, situación que la hizo perder todo su dinero en los fastuosos entierros que les pagaba a sus angelitos idos al cielo. Sin embargo, de todos sus hijos se salvaron don: Urbano, y su hermana Natalia. Pero cuando estos crecieron, la Berenjena ya era muy pobre, y se la pasaba hurgando en la basura.
De esta forma, Urbano creció en la escuela del pueblo, junto al narrador y su interlocutor, a quien les vendía todo tipo de rifas, juguetes y frutas, con tal de poder sobrevivir. No obstante, un día lo encontraron escondido con su prima la berenjena, jugando al marido y la mujer, hecho que marcó su expulsión del colegio. Por su parte, cuenta el narrador, su tío Fidencio le dio una paliza, que hizo que Urbano se marchara por años del pueblo.
Así mismo, el narrador trata inútilmente que su interlocutor se acuerde de que años después, Urbano Gómez regresó al pueblo vestido de Policía, aunque no le hablaba a nadie y fingía no conocerlos. De la misma forma, el narrador le insiste a su interlocutor para que se acuerde de cómo Urbano mató a su cuñado Nachito, quien días después de su boda con Inés, había sufrido una enfermedad mental, que lo había dejado incapacitado, ejerciendo la única actividad que podía: tocar por todo el pueblo una mandolina desafinada, mientras su mujer Inés tuvo que abrir un tepeche, donde el narrador y su olvidadizo amigo iban a beber.
Cuenta el narrador entonces que Urbano mató a culetazos a su cuñado porque éste fue a darle una serenata con su bandolina muy tarde en la noche. A pesar de que un extraño detuvo la golpiza, ya era tarde. Nachito estaba muerto, y Urbano volvió a huir, pidió la bendición del cura, quien se negó a dársela, y se perdió por el camino, donde más tarde fue capturado.
De esta forma, el narrador hace su último intento porque su interlocutor se acuerde de cómo fue que lo encontraron cojeando por el camino, y cómo Urbano decidió sentarse a esperar a que lo apresaran, cómo no hizo resistencia, y cómo incluso escogió el árbol donde sería ahorcado. Así el narrador intenta que su interlocutor se acuerde de cómo Urbano Gómez se amarró el mismo la cuerda en el cuello. Sin embargo, el interlocutor no habla ni se acuerda, a pesar de que Urbano Gómez estudió con ellos.
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