Dentro del campo literario, se conoce con el nombre de Crónica de una muerte anunciada a una novela, nacida de la pluma del premio nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez, la cual fue publicada en 1981 por la editorial Oveja Negra, constituyéndose como la séptima novela de este escritor.
Éxito de la novela
Como casi todos los textos de este novelista colombiano, Crónica de una muerte anunciada cautivó al público apenas salió al mercado, sumando miles de lectores que se rindieron fascinados ante el estilo magistral de este autor para unir los géneros de la novela policíaca y el periodismo, logrando una obra, que incluso se ha ganado el honor de aparecer en algunas listas literarias entre las cien mejores novelas escritas durante todo el siglo XX.
Así mismo, algunos críticos han querido atribuir la fama de esta obra también al hecho de que más allá de los componentes ficcionales creados por su autor, en realidad Gabriel García Márquez centró su relato en un crimen ocurrido en la vida real en la Colombia de los años cincuenta, y cuyos archivos le dieron la materia prima a este escritor, quien posteriormente los uniría con su talentosa pluma.
Resumen de la obra
Luego de una noche de fiesta que ha conmocionado al pueblo, debido a la boda de Bayardo San Román y Ángela Vicario, el joven Santiago Nasar sale de su casa a las cinco de la mañana, a fin de dirigirse al puerto, a fin de recibir al obispo, quien pese a los esfuerzos de los presentes por estar puntuales en la cita, ni siquiera hizo intentos de descender de la embarcación, sino que envió una bendición desde lejos.
Sin embargo, esa sería la última visita que haría en su vida Santiago Nasar, pues para las siete de la mañana, los gemelos Vicario, hermanos de la recién casada, Ángela Vicario ya habían procedido a degollarlo. Con esta noticia, el autor da por terminado el primer capítulo, a fin de dar continuación a los cuatro siguientes, en los cuales contará cómo se fueron dando los hechos que desencadenaron en el asesinato de Santiago Nasar, y que todo el pueblo pudo haber evitado, pues sabían que los hermanos Vicario lo andaban buscando, y sin embargo nadie le pudo avisar ni hacer nada.
De esta forma en los siguientes capítulos, el narrador cuenta cómo Ángela Vicario, móvil del crimen cometido por sus hermanos, era una muchacha de su casa, a quien hasta la fecha no se le había conocido novio alguno, y no había forma de que se pudiera, pues esta joven había crecido a la sombra de la estricta mirada de sus hermanos y padres, hasta que estos últimos decidieron arreglarle bodas con Bayardo San Román, hijo del héroe conservador Petronio San Román, famoso por haber puesto en fuga al mismísimo coronel Aureliano Buendía, durante la Guerra Civil.
Todos parecían estar felices con la boda, al punto de que la fiesta se desbordó por todo el pueblo creando una gran algarabía. Sin embargo, no había terminado la madrugada, cuando Bayardo San Román llevó a rastras a Ángela Vicario hasta casa de sus padres, para devolverla y repudiarla, pues la muchacha, para sorpresa de todos, no era virgen. Ante la furia de sus padres y hermanos hombre, y por miedo a que la mataran, la muchacha decidió confesar el nombre de aquel que se había atrevido a burlar su honor y dignidad. En medio de su angustia, Ángela Vicario acusó a Santiago Nasar, a pesar de que él no había sido, y probablemente para proteger a su verdadero amor. Así mismo, estaba casi segura de que sus hermanos no tocarían a este muchacho que era amigo de ellos, y además hijo de una importante familia de árabes.
No obstante, Ángela Vicario desconocía que sea quien sea el que deshonra a una mujer de la familia debe pagar con sangre, y con sangre pagaría Santiago Nasar. Obligados entonces por la tradición, los hermanos Vicario toman los cuchillos y sales a buscar a quienes les ha hecho semejante afrenta, con la esperanza de que haya algo que los detenga, pues en el fondo no quieren matarlo. Por ese motivo comienzan entonces a contarle a todo el mundo que están buscando a Santiago Nasar para matarlo, esperando que alguien le advierta y le ayude a esconderlo y a escapar, o incluso que la propia policía del pueblo trate de impedirlo deteniéndolos. Empero, nadie le avisó a Santiago Nasar ni tampoco activaron ninguna estrategia para separarlos de su objetivo, pese a todos sus esfuerzos por hacer que esa muerte fuese anunciada.
Con todo a favor, incluso con casualidades inesperadas, los hermanos Vicario terminaron por encontrarse frente a frente con Santiago Nasar, a quien mataron con sus cuchillos frente a su propia casa. Después del crimen, fueron encerrados. Por su parte, Ángela Vicario siguió su vida en casa de sus padres, con su deshonra vengada, con su versión firme de que había sido Santiago Nasar el culpable de su humillación, y con su esposo en fuga, pues este mantuvo la intención de repudiarla.
Un buen día, Ángela Vicario vio de lejos al hombre con quien se había casado sin estar enamorada. Pese a eso sintió el deseo de escribirle, por lo que le envió una carta en donde le contaba cómo lo había visto desde lejos, y cómo le hubiese gustado que él la viese. La carta no recibió respuesta, pero eso no fue impedimento para que Ángela Vicario siguiera escribiéndole cartas a Bayardo San Román, para quien debió volvérsele costumbre recibir una carta semanal por casi media vida. Luego de muchos años, un buen día Bayardo San Román regresó por Ángela Vicario, llevando consigo dos maletas, una para su ropa, y la otra llena de todas las cartas que su esposa le había mandado y que todavía no había abierto.
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