Conocida como una de las obras fundacionales de la cultura occidental, La Ilíada puede ser entendida como una epopeya griega, nacida de la pluma del célebre escritor griego Homero, según afirma la tradición, y que consta de 24 rapsodias o cantos, en los cuales se da cuenta de los eventos acontecidos durante los últimos 51 días de la guerra de Troya.
Argumento de La Ilíada
Pese a que los hechos relatados en La Ilíada tienen lugar efectivamente durante los 51 días del año diez de la Guerra de Troya, en realidad centra su atención en la cólera de Aquiles, de ahí que el primer verso, del primer canto, rece textualmente las siguientes palabras:
“Canta, oh musa, la cólera del pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves; cumplíase la voluntad de Zeus desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles”.
De esta manera, esta epopeya griega narra el cómo Aquiles entra en ira, a raíz del rapto de su esclava Briseida, por parte de Agamenón, y cómo sintiendo su honor burlado, Aquiles se lanza en batalla, produciendo grandes consecuencias y la muerte de muchos héroes. Así mismo, para ser mucho más exactos, La Ilíada da cuenta de dos grandes episodios de ira del pélida Aquiles: aquel momento inicial, en donde su ira lo empuja a no combatir más; y un segundo episodio en el que otra vez impulsado por la ira decide lanzarse al combate, sin detenerse hasta Aquiles logra amistarse nuevamente con Príamo, padre de Héctor, durante los funerales de este héroe, episodio que sella el final de este poema homérico.
Resumen de La Ilíada
Hacer un resumen corto de la Ilíada en realidad resulta un poco más que difícil, puesto que muchos son los episodios y la belleza literaria que puede encontrarse a lo largo de sus 24 cantos. Sin embargo, se puede hacer el intento por centrar la atención en sus puntos narrativos, a fin de poder entender el desarrollo de las historias desencadenadas en base a la ira de Aquiles, héroe griego que combatió en la batalla de esta nación occidental contra Troya. A continuación, entonces algunos de los momentos más importantes de La Ilíada:
La ira de Aquiles
La obra de Homero comienza dando cuenta de cómo Grecia y Troya viven el año diez de una guerra. Sin embargo, el campamento griego es azotado por una terrible peste, que ha sido enviada por el dios Apolo, en venganza a lo que estos han hecho a su sacerdote Crises, quien ha sido deshonrado en manos del jefe de las tropas griegas, Agamenón, quien ha tomado para sí a su hija Criseida. Ante el avance de la enfermedad y la muerte, Agamenón devuelve a Criseida, pero preso de hibris decide entonces raptar otra mujer: Briseida, la esclava de Aquiles, uno de sus más grandes guerreros. Sintiéndose deshonrado, Aquiles decide retirarse a su tienda, ubicada frente al mar, en donde mora su madre. En medio de su gran sentimiento de ofensa, decide no pelear más en la Guerra de Troya. Además siendo el jefe de los mirmidones, su decisión arropa también a sus tropas, los cuales entonces se mantendrán ajenos también a la batalla. Así mismo, Aquiles llora su deshonra a orillas del mar, produciendo que su madre, la nereida Tetis –ya que Aquiles es un semidiós- le pida al propio Zeus que los aqueos sean derrotados.
Primera batalla (cantos del III al VII)
Una vez que han transcurrido los cantos I y II (el primero en donde se cuenta cómo se desató la ira de Aquiles, y el II en donde Homero da cuenta de las virtudes de ambos ejércitos: el aqueo y el troyano) tiene lugar entonces el canto III, en donde se cuenta la primera de las cuatro grandes batallas, en donde Diomedes demuestra todo su valor, pese a que siempre está presente la duda de la derrota, aun cuando en esta batalla, el ejército aqueo no pierde. Terminada la batalla, los griegos aprovechan la tregua acordada para enterrar a los muertos de cada ejército, para construir muros en su defensa. La explicación que se infiere de un hecho decidido casi al final de la guerra, es la desesperación que invade a las tropas griegas por la ausencia de Aquiles, uno de los más grandes guerreros.
Segunda batalla (canto VIII)
El día 25, de los 51 días relatados por Homero, los Griegos viven su segunda gran batalla, la cual pese a no derrotarlos, tampoco les permite considerarse vencedores. La preocupación va tomando terreno en el corazón de las tropas aqueas, así como en el de sus jefes, ante la insistencia de Aquiles y de los mirmidones a no pelear. Agamenón piensa en abandonar la guerra, siendo Diomedes quien lo convence de que mejor sume esfuerzos para convencer a Aquiles de que vuelva a pelear junto a los aqueos. Es así como Agamenón, jefe de las tropas aqueas, en un último recurso, decide enviar una Embajada a Aquiles.
Embajada a Aquiles (canto IX)
Decidido a restaurar el honor de Agamenón, éste organiza una embajada conformada por Fénix, Ayante y Ulises, a fin de que acudan a la tienda de Aquiles a ofrecer los presentes que le envía, que están encabezados por su antigua esclava Briseida, así como otro grupo de esclavas nuevas, algunos tesoros, la posibilidad de que Aquiles elija cuál será su botín una vez logrado el objetivo de tomar Troya, e incluso el gobierno de una de las naciones griegas, bajo el poder de Agamenón. Al llegar la embajada, Aquiles los recibe gentilmente, dando paso a la exposición de cada uno de los argumentos usados para convocarlo al regreso. Después de cada una de las exposiciones, Aquiles reitera su rechazo a regresar a la batalla, pese a la posibilidad de no acumular suficientes glorias, por lo que anuncia que además de no luchar más, a la mañana siguiente regresará a casa. La embajada vuelve sin victoria, siendo Ulises el encargado de comunicarle a Agamenón la derrota de la misión. Por su parte, Diomedes insta a Agamenón a que al día siguiente comande en primera fila, la cruenta batalla que se desarrollará.
Tercera batalla (cantos del XI a XVIII)
Esta batalla se realiza durante el día 26, aun cuando ocupa ocho largos cantos del poema. Durante el combate, Agamenón lidera la gesta, junto a sus mejores guerreros, sin embargo, la ausencia de Aquiles de hace sentir. Como consecuencias de esta batalla, Agamenón, Diomedes y Ulises logran ser heridos por los troyanos, quienes además –siendo comandados por el joven Héctor- logran traspasar el muro que los aqueos han levantado. Incluso, la furia del ejército troyano los empuja mucho más allá del muro y de la fosa defensiva, haciéndolos llegar hasta las mismísimas naves griegas. Pese a los intentos de Áyax, los troyanos logran incendiar la embarcación de Protesilao. Esta batalla es una enorme derrota para los aqueos.
Aquiles, quien no ha partido rumbo a casa, observa la batalla desde lejos. Su corazón está a punto de abandonar la hibris, y volver a luchar con los suyos. En medio de la decisión, su amigo Patroclo llega hasta donde él, y desesperado le pide que, aun cuando no va a combatir, le permita usar sus ropas de guerra, para crear la ilusión ante los troyanos de que Aquiles ha vuelto. Sin embargo, no tan experimentado, Patroclo termina pronto derrotado por el joven Héctor, quien además de matarlo, presa también de hibris, despoja a Patroclo de sus ropas y las viste en plena batalla como señal de victoria, vistiéndose de Aquiles. Al enterarse de lo sucedido, Aquiles vuelve a tener otro ataque de ira. No obstante, esta vez, lejos de sentir ganas de permanecer ajeno a la batalla, decide regresar al combate. Como no tiene sus armas, pues Héctor se ha apropiado de ellas, Hefesto le fabrica nueva. Lleno de ira, lanza un grito de guerra, que hace que los propios caballos troyanos huyan despavoridos, buscando resguardo.
La batalla final (cantos del XIX al XXIV)
Reconciliado con Agamenón, y decidido a vengar de Héctor, Aquiles combate la última batalla con un único objetivo: matar a Héctor. Es así como durante los cantos siguientes, Homero canta las hazañas de Aquiles, al tiempo que también se narra cómo Zeus da permiso a los demás dioses a que intervengan en la guerra, tomando partido y ayudando a quien mejor le plazca. Así, Atenea decide colocarse de parte de Aquiles, mientras que Apolo cuida a Héctor.
Pese a la protección del Dios, durante el canto XXII, Aquiles logra encontrar a Héctor, de pie, frente a las puertas de Troya. Sin embargo, el encuentro de estos dos héroes se da a solas, pues los hombres de Héctor observan desde las murallas de Troya, mientras que los aqueos permanecen en el campamento. Con toda su ira viva, Aquiles mata a Héctor, pero lo que pudo ser una acción de honor, rápidamente cambia producto nuevamente de la hibris, que empuja a Aquiles a llevarse el cadáver de Héctor, impidiendo que su padre, Príamo pueda rendirle tributo.
Sin embargo, durante el canto XXIV, Príamo logra tocar el corazón de Aquiles, quien en un gesto de honor y piedad, devuelve al padre el cadáver del hijo. Reconociendo además el gran honor y gloria de este héroe troyano, Aquiles le concede a los griegos once días para que su pueblo pueda rendirle homenajes, tal como lo merece. El poema termina así, durante los funerales de Héctor, en espera de que transcurran los once días, después de los cuales la gran batalla entre los aqueos y los troyanos volverá a comenzar.
Imagen: fotografía del Partenón griego. / Fuente: pixabay.com