Sinopsis de la Divina Comedia
Conocida en el mundo de la Literatura como “la obra más perfecta de la humanidad”, tal cual la bautizaría el autor argentino Jorge Luis Borges, la Divina Comedia constituye la obra maestra del poeta florentino Dante Alighieri, quien invirtió trece años de su vida (1307-1321) en perfeccionarla.
De acuerdo a los críticos e historiadores, La Divina Comedia comenzó a ser concebida por Dante, justo después del destierro de su amada Florencia, por lo que algunos han destacado los aspectos autobiográficos que pueden intuirse en la crisis vivencial del Dante de esta obra, quien según afirma se encontraba en la “mitad del camino” en una selva oscura. Igualmente, sus líneas constituyen uno de los acopios más ricos y profundos en cuanto a simbología y arquetipos universales.
Básicamente, la Divina Comedia da cuenta del viaje de un poeta, a través del infierno, el purgatorio y el cielo, en búsqueda de su amada Beatrice y de la rosa blanca de la pureza, que algunos interpretan como el conocimiento, la pureza y Dios. Sin embargo, resulta pertinente hacer un breve resumen de cada uno de sus cantos, a fin de hacerse una idea general de esta obra. A continuación, una breve revisión de la Divina Comedia:
El Infierno
Canto I: este canto corresponde al Prólogo general de esta obra, en él se dibuja al poeta extraviado en una selva oscura, donde la mayoría de críticos pueden ver referencias al pecado. Enfrentado a tras animales, que representan la avaricia (la Loba), la Lujuria (la Pantera) y la Soberbia (el León), se encuentra con Virgilio, quien lo socorrerá y guiará el recorrido, que iniciará el Poeta.
Canto II: por su parte este canto es llamado también Prólogo del Infierno. En sus líneas Dante describe cuál será la misión de Virgilio. En cuanto a Dante, comienzan las dudas sobre lo que está viviendo, Virgilio lo insta a continuar. Aparecen tres damas que ruegan por el regreso del Poeta. Comienza el descenso al infierno.
Canto III: de esta forma, Dante y Virgilio llegan hasta las puertas del infierno, el ante infierno. Ahí Dante puede ver a aquellos que la Biblia nombra como tibios, es decir que no son ni buenos ni malos. Su condena es perseguir eternamente una bandera que no tiene significancia, al tiempo que un grupo de avispas les pica y molesta. En este canto, se describirá también la laguna del Aqueronte, así como a su barquero: Caronte, quien lleva las almas de los muertos al inframundo. Dante y Virgilio deben cruzar.
Canto IV, Círculo primero: el Limbo: A partir de entonces, Dante y Virgilio comenzarán un viaje descendente a través de los nueve círculos del infierno. El primero de ellos será el Limbo, lugar al que son designados aquellos que no han sido bautizados. Dante descubre que en este círculo habita también Virgilio. El castigo de estas almas es estar fuera de la presencia de Dios.
Canto V, Círculo segundo: los Lujuriosos: Después de enfrentar a Minos, quien en principio se opone a que Dante cruce, el Poeta y Virgilio llegan al segundo círculo, donde habitan seres lujuriosos como Cleopatra, Helena, Tristán y París. Su castigo es ser empujados y golpeados eternamente por el viento.
Canto VI, Círculo tercero: Golosos: Continuando con el descenso, Dante enfrenta a Cancerbero, perro de tres cabezas que cuida la puerta que conduce las almas del mundo de los vivos al mundo del Hades. Llega entonces al tercer círculo, donde han sido condenados aquellos que han cometido el pecado de la Gula. Son castigados a comer eternamente una masa a base de fango.
Canto VII, Círculo cuarto: Avaros y Pródigos: Así mismo, Dante arriba al cuarto círculo, donde habitan quienes han sido condenados por el pecado de la Avaricia, y también el derroche. Son condenados a cargar sobre sus pechos grandes pesos, empujándose los unos a los otros, mientras deben preguntar: “¿Por qué sueltas? ¿Por qué agarras?”. Igualmente, Plutón trata de detenerlo, hasta que conoce el propósito divino del viaje de Dante.
Canto VIII, Círculo quinto: Ira, Indiferencia, Soberbia y Envidia: Durante este canto, Dante atraviesa la laguna de la Estigia, asunto con el que cuenta con la ayuda de Flegias. En su recorrido ve cómo aquellos que han sido castigados por el pecado de la ira, deben golpearse a sí mismo hasta sacarse sangre. En este mismo círculo verá a los indolentes, condenados a suspirar bajo el agua por la eternidad. Cerca de Dite, a donde se dirige Dante, los envidiosos y los soberbios reciben sus castigos. Al llegar, un ángel le abre las puertas de la ciudad.
Canto IX, Círculo sexto: Herejes: Este círculo es dispuesto para aquellos condenados por herejía. Su castigo es yacer es sepulcros ardientes. Las tapas de estos féretros conforman las paredes de Dite.
Canto X, Círculo séptimo: Violentos: Después de tener que sortear al Minotauro, Dante comienza a observar que este círculo se encuentra dividido en tres jirones: el primero, donde son confinados aquellos condenados a homicidio, piratería y robo. El segundo, es destinados a los suicidas. El tercero, es para recibir a los blasfemos.
Canto XI, Círculo octavo: Fraudulentos: Círculo destinado para los fraudulentos, ahí Dante puede ver cómo Gerión representa a esta clase de pecadores, luciendo como un ser de cara humana y generosa, pero cuerpo de víbora.
Canto XII, Círculo noveno: Traidores: Este círculo posee cuatro fosas, donde se encuentran los traidores, según el tipo de traición que hayan cometido: la fosa Caína (quienes traicionaron a sus familiares); la fosa Antenora (los que traicionaron a su patria); la fosa Tolomea (quienes traicionaron a sus amigos); la fosa Judeca (quienes traicionaron a Dios). En la última fosa se encuentra Lucifer, un ser espantoso, cuyo cuerpo está casi totalmente congelado, posee alas de murciélago, y cuenta con tres caras: la del odio, con la cual mastica eternamente la cabeza de Judas; la de la impotencia, que es amarilla y mastica el cuerpo de Bruto; y la tercera, la de la ignorancia: negra y ocupada en masticar el cuerpo de Casio. Cuando Dante no soporta más la visión de horror, Virgilio lo distrae y le muestra la montaña del Purgatorio, empieza entonces el viaje ascendiente.
Purgatorio
Este viaje se irá dando a través de las distintas terrazas del Purgatorio. Igualmente, se divide en Cantos:
Canto I, Prólogo al Purgatorio: Dante abandona el carro que lo ha transportado a este segundo reino. En seguida, un anciano trata de indagar qué hace él ahí, luego de exponer sus razones, Dante y Virgilio llegan a una playa desierta.
Canto II, el Ante Purgatorio: Estando en la playa, Dante y Virgilio logran ver cómo el ángel del señor navega en una barca que transporta cien espectros, los cuales a una señal del ángel se lanzaron a la playa a preguntar cuál era el camino a la montaña, al reparar en la condición de vivo de Dante, se acercan a él. Sin embargo, una voz les advierte que no se purificarán.
Canto III, el Ante Purgatorio: Las almas siguen sorprendidas con la condición de vivo de Dante. Al ver que su cuerpo dé sombra, las almas le piden que guíe el camino hasta la montaña.
Canto IV, el Ante Purgatorio: Comienza el ascenso a la montaña, entre cansancios y tribulaciones.
Canto V, el Ante Purgatorio: Las almas y Dante continúan el camino hacia la montaña. Las almas confiesan que tuvieron muertes violentas, pero que lograron arrepentirse en el último momento.
Canto VI, el Ante Purgatorio: Dante conoce a Sordello, quien le mostrará el camino más corto al Purgatorio.
Canto VII, el Ante Purgatorio: Junto a Sordello, Dante llegará al Valle de los Príncipes Negligentes, mientras le cuenta a éste nuevo personaje cómo pasó por cada uno de los círculos del infierno.
Canto VIII, el Ante Purgatorio: En este nuevo valle, Sordello y los ángeles enviados por María, se maravillan ante la obra de Dios, que permite que un mortal como Dante realice este viaje.
Canto IX, la entrada al Purgatorio: Dante despierta de un sueño, y su guía le anuncia que por fin han llegado al Purgatorio. Dante se encuentra con una puerta de tres colores y un portero que no dice nada. El ángel de Dios traza “siete P” en la frente de Dante, y le advierte que busque limpiar su alma, también le advierte sobre el juego de las llaves que abre la puerta, y de no mirar hacia atrás.
Desde el canto X hasta el XII, Primera Terraza del Purgatorio: Comienza el ascenso entonces por las terrazas del Purgatorio. En esta encuentra a los orgullosos, son castigados a inclinarse en el suelo como gusanos. Dante continúa su viaje por la terraza de los orgullosos. También verá un ángel alado, que los invita a subir por una escalera. A medida que sube, Dante se siente más ligero, una P de su frente se va borrando, quedando solo seis de ellas.
Desde el canto XIII hasta el XV, Segunda Terraza del Purgatorio: En esta terraza se encuentran los envidiosos, quienes al llegar al final de la escalera sienten que a su alrededor vuelan espectros que no pueden ver. Dante comienza a ascender a la tercera terraza, mientras que un resplandor lo enceguece, es un mensajero que ha llegado para invitarlo a la siguiente terraza.
Cantos XVI y XVII, Tercera Terraza del Purgatorio: Por su parte, en esta terraza moran los iracundos, viven en ira y rodeados de humo. Al salir Dante se encuentra con otro espíritu divino, que oculta su propia luz.
Cantos XVIII y XIX, Cuarta terraza del Purgatorio: En esta terraza, donde habitan los perezosos, Dante reflexiona sobre el amor, y también sobre la pereza.
Cantos XX al XXXIII, el Purgatorio: Dante continúa entonces su viaje a través del Purgatorio, visitando consecutivamente las terrazas de éste reino: Quinta (Los avaros y pródigos), Sexta (Los glotones), Séptima (Los lujuriosos). En el canto XXXIII, Dante encuentra el Paraíso, donde lo espera Beatrice.
El Paraíso
La narración de este reino también abarcará XXXIII cantos. En ellos se cuenta cómo Dante llega al Paraíso, a pesar de que en este tránsito no lo puede guiar Virgilio. Después de todos los obstáculos, Dante por fin se encuentra con Beatrice, quien representa la rosa de la pureza. Junto a ella irá visitando cada uno de los planetas del universo, los cuales según Dante conforman un sistema Ptoloméico. Sin embargo, en el planeta cristalino, Beatrice se despide de Dante, y lo entrega a la guía de San Bernardo, quien lo conducirá hasta el Empíreo, donde Dante por fin logra estar ante la presencia de Dios.
Imagen: monumento a Dante, en Italia / Fuente: pixabay.com