Lalita Tapu
De los sacrificios
En la antigüedad era bastante común el uso de sacrificios para satisfacer una demanda, real o percibida, de las deidades que esperaban que se les recompensara con algo si se deseaba que la cosecha – o la Guerra, o lo que fuera – saliera de acuerdo con los deseos de las personas.
Esto, que era recurrente en prácticamente todas las sociedades (algunas de manera más exagerada que otras), comenzó a desaparecer de la Historia en un momento relativamente temprano. Con el tiempo se convirtió en sinónimo de barbarie e incivilización y comenzó a ser sistemáticamente rechazado, al menos en sus versiones más directas. En la actualidad, prácticamente todos los sectores globalizados del mundo lo rechazan.
En muchas religiones sigue presente la noción de que algún sacrificio habrá de hacerse si se busca obtener un beneficio. En algunas, este sacrificio suele tomar la forma de un objeto de valor y, en ocasiones, de un ser vivo (recordemos la tórtola de los judíos). Lo tétrico aquí es que unas pocas regiones parecen seguir ancladas en el pasado y buscar, ante todo, los sacrificios humanos.
Y esto, mejor que nada, lo ejemplifica el triste caso de Lalita Tapu.
La desaparición de Lalita
La trágica historia de Lalita comenzó el 21 de octubre de 2011, cuando desapareció camino a su casa de la casa de un vecino donde había estado viendo televisión en la remota aldea de Jailwara en el estado indio de Chhattisgarh, ubicado en la zona central del país. De acuerdo con las autoridades, habría sido abducida mientras se dirigía a su hogar por un grupo de desconocidos.
Una semana después se encontró su cuerpo mutilado. Le habían arrancado el hígado y el corazón.
Originalmente las autoridades pensaron que había sido su propio padre, Budrham Tati (un campesino de la región) el culpable de la muerte, y según el hombre incluso lo torturaron para que confesara. Sin embargo, pronto empezaron a surgir evidencias que indicarían que se trataba de un caso de sacrificio a los dioses, en particular, el hallazgo de dinero enterrado a los pies y bajo la cabeza de la pequeña.
La captura de los culpables
Fue entonces cuando los dos responsables, Ignesh Kujur y Padam Sukku, enviaron una carta a la familia de la pequeña diciendo que no podían soportar la culpa y que los recompensarían económicamente por su muerte (aparentemente, la vida de una niña tiene precio en India). La familia decidió entonces contactar a la policía, que pronto capturó a los dos sospechosos.
Los hombres afirmaron que habían realizado el asesinato como una ofrenda a la diosa hindú Durga. Según la leyenda, si se le ofrece la sangre de una joven de menos de 12 años, esta diosa garantizará la prosperidad de las cosechas por venir. La pequeña había sido seleccionada porque, según los dos hombres, su padre había estado realizando conjuros en su contra.
La historia pasó a los titulares mundiales como un caso dramático de un asesinato ocurrido no por venganza ni por odio, ni siquiera buscando la muerte de la pequeña, sino sencillamente con miras a obtener un beneficio divino. En este caso, una buena cosecha.
No es el primer caso de sacrificio humano que se presenta en India: en las regiones rurales de aquel país estos son casi un suceso común. Solo en el estado de Maharashtra 7 personas fueron encarceladas en el 2011 por delitos vinculados a sacrificios humanos.
Según el antropólogo hindú Subhadra Channa, de la Universidad de Delhi, este estallido de sacrificios tiene que ver con la amenaza que las sociedades tribales de las regiones alejadas en India sienten frente a grandes empresas que las amenazan con dejarlas sin tierra.
Fuente de imágenes: 1: dailymail.co.uk, 2: riverbankoftruth.com