Fósiles microscópicos
Es relativamente fácil saber cuando nos encontramos frente a restos de animales antiguos: sus huesos – si pasaron por el proceso correcto – suelen mantenerse relativamente intactos y mostrarnos toda la majestuosidad de los seres de la antigüedad.
Pero sabemos que la vida no apareció de un día para otro en nuestro planeta. Antes que los mamíferos vinieron los reptiles, y antes que ellos los anfibios y los peces. Y antes de que cualquier vertebrado caminara por la tierra (o mejor, nadase en los mares) el mundo estaba habitado por invertebrados gigantes, verdaderos monstruos que parecían salidos de otro planeta.
Y claro, antes de ellos vino la misteriosa fauna ediacariana, que no sabemos bien de dónde salió y que parece haber desaparecido de la Historia sin dejar ningún rastro genético.
Pero antes de que los animales o las células complejas existieran, el mundo estaba habitado por células simples: bacterias y arqueas que aparecieron cuando el sol era aún joven. Los rastros de dichos seres unicelulares son elusivos, y todavía no sabemos con exactitud cómo apareció la vida sobre la Tierra (y cuáles fueron sus primeras formas).
Sin embargo, algunos restos fosilizados con una química y forma particulares nos permiten saber que allí habitaron seres microscópicos. Y recientemente se descubrió el más antiguo de toda la Historia.
Deshielo
El fósil se encontró en Groenlandia, en tierras de la formación rocosa Isua que habían permanecido hasta hace pocos años bajo los inmensos glaciares de la isla. Se trata de un estromatolito, esto es, un conito de arena fosilizada cuyas características químicas indican que allí habitaban un grupo de microorganismos que se alimentaban del sedimento.
Pero lo verdaderamente importante aquí es que este conito tiene unos 3.700 millones de años de antigüedad. Esto quiere decir que la vida es cuanto menos 200 millones de años más antigua de lo que se pensaba y que se originó cuando la Tierra era aún un infierno de actividad volcánica y constantes impactos meteóricos.
Los restos que aparecen en los estromatolitos, de acuerdo con el investigador Allen Nutman (autor del artículo publicado en Nature) descartan orígenes no biológicos y nos muestran microorganismos relativamente desarrollados, por lo que es posible que la vida apareciera en verdad bastante tiempo antes.
¿Vida milagrosa o vida inevitable?
Hay dos corrientes fundamentales en lo que respecta al surgimiento de la vida. La primera afirma que se trató prácticamente de un milagro (impulsado quizás por la mano de algún ser divino), la segunda que la vida surgirá con relativa prontitud allí donde existan las condiciones adecuadas. Ambas visiones tienen pruebas a su favor: por una parte, incluso las bacterias más simples tienen una complejidad bioquímica que raya en el absurdo y no ha podido imaginarse un proceso por el cual se construya dicha complejidad; por otra, un océano primitivo como el terrestre, ante el impacto de los relámpagos, genera con relativa facilidad compuestos orgánicos complejos.
La importancia de este descubrimiento radica en que implicaría que la vida surgió en condiciones verdaderamente apocalípticas. Esto podría significar que su surgimiento es menos improbable de lo que se cree y que muchos planetas con condiciones menos halagüeñas que la Tierra podrían desarrollarla. En últimas, lo único que haría falta sería la existencia de agua líquida (y una atmósfera que evite su evaporación en el espacio, claro).
Imágenes: 1: sciencemag.org, 2: businessinsider.com