El sitio se descubrió tan recientemente como en 1987 por un grupo de científicos de Chelyabinsk que se encontraban analizando el lugar para crear una represa. Aunque al principio sus hallazgos fueron desestimados por las autoridades soviéticas, interesadas en inundar la zona, pronto se convirtió en un asunto de interés nacional gracias a los medios rusos y el gobierno decidió convertir el lugar en una reserva.

El sitio merece un espacio por sí mismo, ya que es poco lo que se sabe de su construcción: como Stonehenge, es mucho lo que se dice del sitio que jamás ha podido comprobarse.

El cráneo alargado

El descubrimiento fue realizado en junio por la investigadora Maria Makurova, quien lo anunció a la agencia rusa de noticias TASS. La científica lo describió como un “esqueleto bien preservado” de una mujer y parece provenir de un tiempo relativamente reciente: el siglo II o III d. C. Esto indicaría que quien quiera que fuese el poseedor original del cuerpo vivió en la región varios milenios después de sus constructores originales.

Aunque es inevitable pensar en la semejanza con la imagen que tenemos de los extraterrestres, en general el esqueleto es bastante humano y parece pertenecer a una mujer de la cultura Sarmati, que habitaba en aquel entonces en la región limítrofe entre Rusia, Ucrania y Kazajistán. Dicha explicación encajaría perfectamente con el hallazgo, ya que las mujeres de aquella tribu eran conocidas por practicar la deformación del cráneo (de la que ya hemos hablado aquí).

Lo interesante es que otra cultura, también vinculada con ruinas arqueológicas peculiares, haya adoptado esta tradición. ¿Será que vieron o conocieron seres que hace varios siglos no se presentan abiertamente ante los seres humanos… y que casualmente tenían cráneos alargados?

Fuente de imagen: beforeitsnews.com