Serpientes gigantes
Existen decenas de testimonios en los que se han visto e incluso se han capturado estas monumentales serpientes, y otros muchos en los que los gigantescos animales eran de dificil catalogación. Aquí van unos cuantos de esos casos, algunos de ellos realmente impresionantes.
Este es un extracto de un magnífico artículo publicado en www.monografias.com. Al final de artículo podreis encontrar el enlace a su contexto original.
Avencio Hidalgo, en su libro «Así es la selva» (1979), hace referencia a una serie de personajes que como exploradores tuvieron avistamientos con estos ofidios gigantes.
«Algunos exploradores como Up de Graff, nos han dejado relatos de haberse encontrado con especímenes mayores de 20 metros; el P. Víctor Heinz, alemán, testifica que vio ejemplares de más de 20 metros que le estropearon su bote y se lo redujeron a pedacitos (año 1922); Le Conte señala uno de 22 metros en el Amazonas; la comisión mixta peruano-brasileña cazo un de 25 metros en las cochas del Bajo Putumayo; en el Fuerte Abuña del río Guaporé, afluente del Madeira, fue muerta el año 1948 una boa que medía 35 metros de largo, 75cm. de diámetro y pesaba 400 kilos; D. Raymundo Lima en 1950, vio un faro del Río Nahamunda otro monstruo que no pudo medir por lo avanzado de la hora, pero que a juzgar por la carta que le escribe el Dr. Lorenz Hagenbeck, director del Jardín Zoológico de Hamburgo, el 6 de julio de 1950, debía tener dimensiones superiores a la anterior; finalmente, el año 1933, los guardias aduaneros de la frontera brasil-bolivia del río Oyapok se vieron atacados furiosamente por un monstruo al que redujeron a la impotencia y mataron después de disparar 500 tiros de ametralladora: esta boa medía 40 metros de largo, 80cm. De diámetro y pesaba 5000 kilos».
En efecto, como lo citado por Avencio, Up de Graff, narra el encuentro con una anaconda de 15 a 19 metros en su libro «Cazadores de cabezas del Amazonas» publicado en 1923. Parte del párrafo dice lo siguiente:
«Lo que flotaba tendido en el agua y el cieno, cubierto de moscas, de mariposas y de insectos de todas clases, era la anaconda más enorme que jamás haya podido imaginar ni en sueños. Los 10 o 12 pies de la parte delantera de su cuerpo, ancho como el torso de un hombre, descansaban sobre el cieno de la orilla; el resto, en el agua y un enorme bucle se enroscaba en S justo bajo nuestra canoa. Con frecuencia he hablado de la longitud de este reptil y muy pocas veces me han creído. Seguramente medía 50 a 60 pies (15,24 a 18,288). No la medí pero pude calcularlo con bastante exactitud. En efecto, nuestra canoa tenía 24 pies. La cabeza del animal estaba 10 a 12 pies por delante de la proa, la cola a más de 04 pies de la popa y el centro formaba una S inmensa, tan larga como nuestra canoa y con una anchura de más de 05 pies.
Yo estaba a popa y las escopetas a proa. Le grite a Jack que disparase, pero el ruido que hizo al buscar el arma entre los bultos asustó al animal, que despareció con un remolino tan tremendo que casi nos hizo sobrar. La agilidad que demostró al desaparecer era sorprendente para un cuerpo tan abultado y contrastaba vivamente con la torpeza de la anaconda que habíamos matado anteriormente. Cuando me acuerdo de cómo el cuerpo decapitado de esta última se enrolló alrededor de mis piernas y casi me la parte en la última contracción de sus músculos me pregunto lo que hubiera sido de nosotros si esta bestia enorme hubiese atrapado nuestra canoa en uno de sus abrazos. El más robusto de los hombres es un comino indefenso cuando un monstruo semejante lo atrapa entre sus anillos.»
Otro autor que hace referencia de algunos encuentros con anacondas de gran tamaño, es Vitold de Szyzslo (1955), quien menciona lo siguiente:
«Eunectes murinus, mamayacu o sucuriyú, boa acuática, que puede alcanzar hasta 12 y mas metros de largo y 80 centímetros de circunferencia, con un peso de 150 kilos y más; ………………. varios autores aseguran haber medido boas de 50 a 75 pies de largo (15 a 23m) ; así, Lange ha medido una de 56 pies (17m); Gardner, de 37 pies (11,3m); la boa, vista por Lange, tenía un diámetro de 25 pulgadas, lo que confirma Up de Graaf; Roosevelt ha ofrecido 5 mil dólares de premio por una piel de boa de 30 pies y, con todo, nadie se ha presentado para obtenerlo; en los museos no hay pellejos de boa de más de 08 metros. Sin embargo, cazadores de fieras aseveran haber medido boas monstruosas hasta de 40 metros de largo y de 5 toneladas de peso.»
Otro documento muy antiguo, perteneciente a la gobernación de Quijos (1559-1621), cita lo siguiente:
«….. yo envié a prender a un delincuente a este río de Napo a seis españoles y un escribano que fueron certificaron vieron ir por el río nadando una culebra de más de setenta pies (21 metros) de largo al parecer y que tenía conchas y la cabeza como una lebrel (liebre) y con orejas y de gordor de un caballo y le tiraron muchas piedras y no hizo delas y se metió en un remanso y se sumió y admirados de ello preguntaron a los indios que con ellos iban que era aquello pues no lo habían visto otras veces y ellos dijeron ser culebra y haber otras muchas de mayor grandeza que aquella era niña y pequeña y aunque habían andando los españoles muchas veces por ahí y nunca había visto tal…..»
Otro artículo en Internet (Pastoloco.com 2002) sobre el tema cita el siguiente encuentro:
En marzo de 1947, una expedición brasileña del Servicio de Protección de los Indios se encontraba en una zona pantanosa entre los ríos Manso y Cristalino. De pronto, vieron una enorme serpiente dormida sobre la hierba y le dispararon varias veces hasta matarla. Según contó luego uno de los expedicionarios, el pintor francés Serge Bonacase, el reptil medía nada menos que 70 pies (23 metros)».
Junto con el pintor francés, habían cerca de 20 hombres y la historia fue contada a Bernard Heuvelmans quien considera que el animal era de menor tamaño, algo de 65 pies (20metros) de longitud (esto último Citado por The Crypto Web en: .
El mismo artículo cita otros casos, que textualmente dicen lo siguiente:
En 1953 en el Alto Amazonas, una expedición localizo y abatió a dos monstruosos ofidios, que causaban terror en la región. Las fotografías, publicadas en el diario El Mundo Argentino, mostraban a los cazadores detrás del cadáver de una de las serpientes, cuyo grosor les llegaba a la cintura. Eso suponía un tamaño tan enorme que la cabeza de uno de estos monstruos alcanzaría unas proporciones superiores al tamaño de un hombre.
El sacerdote Victor Heinz, tuvo dos encuentros con estas boas en el río Amazonas. El primero fue el 22 de mayo de 1922, cerca del pueblo de Obidos, a casi treinta metros de distancia vio una enorme serpiente llevada por la corriente. La tripulación dejó de remar, temblando de miedo ante las enormes dimensiones del animal: unos 25 metros de longitud y un grosor similar al de un barril de aceite. «Cuando estuvimos suficientemente lejos, mis remeros recuperaron el habla, me dijeron, asustados aún, que aquella serpiente nos hubiera aplastado como a una vulgar caja de cerillas a no ser por la feliz coincidencia de que en esos momentos se encontraba haciendo plácidamente la pesada digestión de algún buen banquete de peces». Unos años después, el 29 de octubre de 1929, el religioso se encontró de nuevo con otra serpiente gigante en el mismo río, a la boca del Río Piaba, cerca de Alemquer. Era cerca de medianoche cuando vio que sus remeros, aterrorizados, bogaban hacia la orilla gritando que había un enorme animal, «En ese momento vi que se removían las aguas como si estuviese pasando a nuestro lado un enorme barco de vapor y observé, a unos metros por encima del agua, dos luces verde azuladas parecidas a las luces de posición de un barco fluvial». Cuando intentó tranquilizar a sus hombres diciéndoles que se trataba de un buque y que apartasen la canoa de su trayectoria, éstos le respondieron que se trataba de una serpiente gigante. El padre Heinz se quedó petrificado por el terror al darse cuenta de que las luces eran dos ojos fosforescentes que se dirigían hacia su embarcación a una velocidad diez o quince veces mayor que la de una canoa.
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Cuando parecía que iba a embestirles, el monstruo esquivó la barca y vieron cómo se dirigía de nuevo al centro del río. En ese momento pudieron comparar el brillo fosforescente de sus ojos con el de una lámpara de petróleo que alguien agitaba al otro lado de la orilla. Era evidente que la luz que desprendían los ojos de ese ser era muy diferente a la de una lámpara. Más tarde, los habitantes de la zona le comentaron al religioso que en aquel río habitaba una «sucuriju» gigante.
Interesado tanto por sus propias experiencias como por las historias que le llegaban de otros testigos, el padre Heinz, protagonista de los dos encuentros con estos monstruos en el río Amazonas, le envió al director del zoológico de Hamburgo el relato de sus observaciones junto a dos fotografías. Una había sido realizada en 1933, por funcionarios de la Comisión de Fronteras de Brasil, que afirmaban haber matado al animal con ráfagas de ametralladora. Según su testimonio, la bestia era tan grande (muy por encima de los 09 metros de longitud) que cuatro hombres no hubiesen podido cargar su cabeza, y destrozó arbustos y pequeños árboles al caer abatida.
La otra fotografía fue realizada en 1948 y mostraba los restos de una serpiente que se introdujo en las instalaciones del Fuerte Abuna, en el territorio de Guaporé, en Ecuador. Para conseguir matarla los militares emplearon una ametralladora que realizó al menos quinientos disparos, un gasto justificado si se tiene en cuenta que al medirla resultó alcanzar los 35 metros de longitud. Como en el caso anterior, no se conservaron los restos, porque el calor tropical provocó la rápida descomposición del cuerpo.
Unos meses después, en julio de 1930, el comerciante Reymondo Zima, que vivía en la pequeña población de Faro, a orillas del río Jamunda, se encontró con otro de estos enormes reptiles, que debió encontrarse herido, ya que sólo le brillaba un ojo en la oscuridad de la noche. Durante unos minutos interminables, la bestia estuvo rodeando a gran velocidad la embarcación del asustado comerciante, levantando unas olas tan grandes que estuvieron a punto de hacerla zozobrar pese a que medía 13 metros de eslora.
Años después, en 1948, un hombre llamado Pablo Tarvalho aseguró que una serpiente gigante había seguido a su lancha durante un tiempo. Según el testigo, la bestia, que había llegado a estar a menos de 300 metros, tenía un tamaño fabuloso: (150 pies) ¡50 metros!
Según otro artículo el hecho habría sucedido cerca del mismo lugar donde R. Zima tuvo su encuentro (Citado por The Crypto Web en:
El padre Protesius Frickel se encontraba predicando en una misión en las orillas del curso superior del río Trombetas y pudo ver la cabeza de una serpiente gigante reposando sobre la orilla. El sacerdote desembarcó y se acercó cautelosamente hasta llegar a sólo «unos seis pasos» del animal, que estaba sumergido en el río. Sólo sobresalía del agua una pequeña parte del cuerpo y su cabeza, en la que se podían ver unos ojos «grandes como platos», según declaró el religioso.
El mayor Percy Fawcett, cuenta en sus memorias, «Exploration Fawcett», que en la primavera de 1907, mientras navegaba por el Río Negro, apareció frente a ellos la cabeza triangular y buena parte del cuerpo de una enorme anaconda. El animal se dirigió rápidamente hacia la orilla, pero el explorador, tuvo tiempo de realizar un disparo con su fusil. La serpiente llegó agonizante a la orilla del río, donde Fawcett la pudo examinar detenidamente. «El animal se encontraba medio muerto pero su cuerpo aún estaba sacudido por violentos estertores», escribió el explorador, que estimó en 14 metros la parte del animal que se encontraba fuera del agua, mientras que dentro quedarían otros 05, lo que supone 19 metros de largo. La bestia no era muy gruesa, sólo 30 centímetros, tal vez porque llevase mucho tiempo sin comer. Fawcett dijo también que el animal desprendía un fuerte hedor y que al intentar cortar un trozo de su piel, para llevársela como trofeo, resultó que el animal no estaba muerto todavía y comenzó a convulsionarse más, por lo que desistió de su intento.
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La primera mención de la serpiente en las memorias de Fawcett dice lo siguiente: «El jefe de los Yorongas me dijo que había matado un anaconda de 58 pies largo en el bajo Amazonas». Aunque Fawcett confesó inicialmente que había pensado que era una exageración, lo confirmo luego de haber tenido su propio encuentro.
También Fawcett afirma que la Comisión brasileña de Límites le había contado que mataron en el Río Paraguay una serpiente que excedía los ochenta pies (24m) de largo! (Citado por The Crypto Web en: .
Otro artículo de internet (www.fortunecity.com/roswell/siren/552/souam_anaconda.html) cita la siguiente información:
Bernard Heuvelmans, menciona la existencia de una piel alojada en el Instituto Butantan en Brasil de aproximadamente treinta pies (9m) de longitud. Por lo tanto, Heuvelmans cree que la anaconda probablemente alcanza por lo menos veinticuatro pies (7m) de longitud. Un tamaño similar es citado por los herpetólogos americanos Charles H. Curran y Carl Kauffeld.
En 1846, George Gardner menciona que vio un Sucuriju muerto en las tierras de un Senhor Lagoeira, que medía 33 pies largo (10m).
El 27 de septiembre del año 1930, Joao Penha había visto también una anaconda gigante, en el Río Iguarape. Esta serpiente, tenía los ojos luminosos, era inmensamente fuerte, pero Penha no proporciona una estimación del tamaño.
VIDEO DE UNA SERPIENTE COMIENDO DIFERENTES COSAS, ENTRE ELLAS A UNA PERSONA:
https://www.youtube.com/watch?v=scaI6bpaLwI
En 1933, la Comisión de los límites Brasil-Colombia afirmó que una anaconda de casi 90 pies de largo (27 m) fue cazada en las orillas del Río Negro. Una fotografía también fue proporcionada.
Otra fotografía apareció en 1948. Una anaconda de 100 pies de largo (30,5 m), fue cazada en el Fuerte Tabatinga, en el Río Oiapoc. La fotografía, sin embargo, no permite determinar si la serpiente realmente era de la longitud citada.
Otra página de Internet (Forteam Time 1997), cita la información recopilada por Jeremy Wade:
Jeremy Wade afirma que en 1995, grabó la historia de Dorgival Sabino quien encontró una anaconda gigante en el Río Negro cerca de la ciudad de Manaus, quien supuso que su longitud era de 20 metros de largo y 1 metro de ancho. Este testigo afirma que la serpiente tenía cuernos o los dientes sumamente largos. «era un animal gigantesco, como un monstruo. Una serpiente, pero de un tamaño mucho mayor a lo normal, con la diferencia de que su cabeza era igual a algún dinosaurio, con– no sé si eran dientes o cuernos, sólo que era grotesco.» Este mismo autor encontró a 300 millas del lugar, en un afluente menor del Río Purus, a Amarilho Vincente de Oliveira, quien le narró que una tarde alrededor de 1977, él encontró un sucuriju astado en el Río Purus, «Su cabeza tenía cuernos igual a las raíces de un árbol, y también pudimos ver sus ojos verdosos».
Algot Lange (1911) en su libro: «In the Amazon Jungle Adventures in Remote Parts of the Upper Amazon River, Including a Sojourn Among Cannibal Indians«, afirma que casó una boa de 56 pies de largo (17m), a la cual le extrajo la piel que media 5 pies (1,5m) y 1 pulgada de ancho, la cual fue enviada a Nueva Cork. En ese mismo libro, Lange afirma haber sido testigo del testimonio de un shiringuero que habría experimentado el fenómeno del hipnotismo que tiene la boa.
Henry Bates en su libro «The Naturalist on the River Amazon» (1910), afirma:
Parece no haber ninguna duda de que esta serpiente formidable crece a un volumen enorme, y su vida llega a una gran edad, porque he oído hablar de especímenes que se han matado de cuarenta y dos pies de la longitud (15,8 metros), el doble del tamaño de la más grande que yo he tenido la oportunidad de examinar. Los nativos del Amazonas creen en la existencia de una monstruosa serpiente de agua, que aparece sucesivamente en diferentes partes del río. Ellos lo llaman el Mai dagoa –la madre, o espíritu, del agua. Esta fábula que surgió indudablemente por la ocasional aparición de Sucurujus de tamaño inusualmente grande, toma una gran variedad de formas, y las leyendas salvajes forman el tema de conversación entre viejos y jóvenes, alrededor de las fogatas solitarias.
Un artículo de Internet (Natural.org, 2001), afirma que en 1947 una revista de la época publicó la foto de los que sería la piel de Anaconda, que habría tenido algo de 20 metros de longitud, la cual fue muerta junto al río Oiapoque por soldados del ejército. Esta foto llegó a ser confirmada por la guarnición y otros testimonios, pero lamentablemente la piel se perdió en el río.
Tim Dinsdale en su libro, «caza de monstruos», (citado en www.cryptozoologicalrealms.com) discute las historias contadas por un joven inglés de nombre Craig que vivió en Paraguay, sobre una «bestia misteriosa». Picasso (1990-2004), también hace referencia a lo narrado por Tim Dinsdale en su libro, de la siguiente manera:
Tim Dinsdale su libro, «Monster Hunt», hace referencia a historias contadas por un joven inglés llamado Craig quien residía en Paraguay después de la Primera Guerra Mundial, acerca de una «Bestia Misteriosa», la cual sin embargo, nunca vio personalmente. El joven afirma que el reptil atrapó a un joven trabajador rural y a muchas cabezas de ganado en varias oportunidades mientras nadaban a través de El Paso Limpo, un cruce del Rio Jacare. El verdaderamente presenció uno de esos incidentes cuando una vaca fue literalmente arrastrada hacia el fondo del río. Posteriormente Craig concluyó que el culpable podría haber sido algún gigantesco Pez-Gato pero Tim Dinsdale lo duda y afirma que debió tratarse de una sucuriju gigante.
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Dinsdale narra, particularmente un incidente que fue divulgado en la publicación del 24 de enero de 1948 del Diario de Pernambuco, de un sucuriju que fue capturado cuando se injería un buey en la orilla del río. Se divulgó que pesaba 5 toneladas y tenía 80 centímetros de diámetro y 40 metros de largo. El informe incluyó una foto de mala calidad que no permitía calibrar el tamaño real de la criatura. El animal, según se informa, fue cazado pero no hay indicación de qué sucedió con el cuerpo.
El periódico A Provincia do Para publicó otro artículo con una fotografía diferente, la cual Tim Dinsdale supone pertenece a la misma serpiente mencionada en el diario de Pernambuco, simplemente que había sido arrojada al río donde flotaba corriente abajo. Muerta, manchada, vientre arriba, cabeza y cola invisible, tal cual aparecería una serpiente muerta.
En las páginas 40, 41 y 42 del libro «Folclor Santandereano» de Juan de Dios Arias (1954), (Cit. por Vicente Duque. 1997. Dragones de Santander. En: se citan los siguientes relatos:
Una Laguna con Horrible Monstruo.
«En la vereda del ‘Pantano’; del municipio de Girón, hay una laguna de la cual, según se dice, nace la quebrada de La Angula. Parece que antiguamente era brava, y en sus aguas moraba una serpiente enorme de cresta y crin y con cabeza de ternero. Las reses que acudían a beber a la laguna, eran víctimas, frecuentemente, de ese monstruo. Algunos afirman que la laguna se secó, desde que un sacerdote rompió el encanto, arrojando a las aguas un cáliz y un Cristo bendito.»
Las Calabazas Mágicas.
«—Pues figúrese vusté que se ven sobre el agua unas calabazas muy blancas y muy bonitas! Dios me libre de cogerlas! Aquí hubo hombre forastero, que no conocía las cosas de la tierra, y caminando para La Florida columbró las calabazas, cogió dos de las chiquitas, las echó en la ruana, y siguió su viaje.
A poco empezaron a venir nubes y nubes sobre el monte, y de ahí a llover, y después a tronar y ventear y a caer rayos que daba miedo, era que la laguna se había puesto brava. El forastero seguía pero no podía descender por el barro, porque las calabazas le pesaban mucho en demasiado.
Como ya se le oscurecía, y se cansaba con el peso, soltó las puntas de la ruana para botar las calabazas, y con permiso de sumercedes, cayeron al suelo, no las calabazas, sinó dos sierpes amarillas tamañotas que echaron a correr para la laguna que entonces se aquietó.»
Nota del Editor : Este relato parece haber sido trascrito en época muy antigua, pues siendo este un libro de 1954, comenta que esta narración es de una fuente muy vieja y se refiere a una «Comisión Corográfica», muy remota en el tiempo. El libro no da fechas y se refiere a la región de «Los Santos».
En otro libro publicado por Lilia Montaña de Silva (1970) titulado: «Mitos, Leyendas, Tradiciones y Folclor del Lago de Tota», se cita en las páginas 46 y 47 (Cit. por Vicente Duque. 1997. Dragones de Santander. En: el siguiente relato:
Un monstruo visto en 1652
«Todavía en el año de 1880 subsistía entre los pobladores del vecindario del lago de Tota en la población de Cuitiva, la tradición de un monstruo negro que vivía en las encantadas aguas de la laguna…………….
Los cronistas de la Colonia nos traen datos referentes al lago de Tota y al monstruo que allí habitaba.
El insigne obispo Piedrahíta nos dice: Tan deleitoso es el Nuevo Reino (de Granada) que apenas se imaginará deleite a los sentidos que falte en la vecindad de sus países……………
Refiérese de ella (la laguna de Tota) que a tiempos descubre un pez negro con la cabeza a manera de buey y mayor que una ballena.
Quesada dice que en sus tiempos lo afirmaban personas de gran crédito y los indios decían que era el demonio, y por el año de seiscientos y cincuenta y dos, estando yo en aquel sitio, que refirió haberlo visto, Doña Andrea de Vargas, señora de aquel país.»
VIDEO DE PITON DEVORANDO UN NYALA
https://www.youtube.com/watch?v=WjDFjQSCW9A
Nota: Queda la duda de si «Quesada» es Don Gonzalo Jiménez de Quesada quien conquistó la zona de Bogotá en el año 1537.
En la página web publicada por Vicente Duque. 1997. Dragones de Santander. (En:, se publica al siguiente artículo:
SERPIENTES COME-GENTE EN 1999
Serpientes comiendo hombres adultos en un lago
La prensa colombiana y la televisión han informado profusamente con fotos y videos de una o varias serpientes que están comiendo hombres en un lago del departamento del Tolima.
Del periódico El tiempo de Bogotá, del 23 de Julio 1999, página 8A resumo la siguiente información:
Durante meses se ha desatado el terror en el lago de El Toro, cerca a Ibagué, pues 6 pescadores han muerto.
Los zoólogos, luego de ver los videos y fotos, dicen que no se trata de anacondas, sino de boas constrictor. Al parecer hay dos en el lago.
Se les ha tratado de dar cacería nocturna utilizando 3 chivos y 3 patos como señuelo, durante 67 días. Todo ha sido en vano y nadie se atreve a entrar al lago. Todos los patos y los chivos están bien y a salvo.
Según los especialistas que estudiaron los videos y fotos, estos animales miden 9 metros de largo y 35 centímetros de diámetro y no tienen problema en tragarse a un hombre entero.
Las autoridades han sido impotentes y los ambientalistas presionan para que la zona se declare reserva forestal o parque ecológico. Y para que no se dispare o dañe a las grandes serpientes.
Seguiremos informando sobre grandes serpientes antropófagas en lagos de Colombia, pues esto nos ayuda a intuir la mitología prehispánica.
Nota: Algunas amistades nos han informado que las Boas comiendo gente si resultaron Anacondas después de todo.
En antiguas escrituras de la época de La Colonia, se pueden leer referencias sobre la existencia de estas grandes serpientes. Picasso (1993-2004) cita algunas de estas escrituras:
Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú nos relata que Fray Pedro Simón, entre San Sebastián y Antioquía mató de un formidable lanzazo una culebra de más de 20 pies de largo (5,60 metros) que tenía la cabeza rosella y los ojos verdes sobresaltados. En el vientre le hallaron un venado chico, entero como estaba cuando se lo comió y «oí decir que ciertos españoles con el hambre que llevaban comieron el venado y aún parte de la culebra.» (4)
SERPIENTE COMIENDOSE UN HIPOPOTAMO
https://www.youtube.com/watch?v=mhhhh1QiT-U
El mismo Fray Simón cita en sus Noticias Historiales el caso de una de estas largas serpientes:»En esta tierra (Coro, Venezuela) fue donde sucedió el caso con una de estas culebras que se cuenta en todas estas Indias y España por cosa muy común y sabida que fue de esta suerte: En aquellos principios que se iba descubriendo esta tierra de Coro yendo 18 castellanos uno de los cuales se llamaba Mateo Sánchez Rey, que después fue conquistador de este Nuevo Reino y vecino de esta ciudad de Santa Fe, en una entrada por las montañas cansados se sentaron sobre un tronco que les pareció viga rolliza, de disforme grandeza muy parda y cubierta de hierbas y hojas secas de los árboles. Y comenzado a sacar lo que llevaban para almorzar se comenzó a bullir la viga y admirados del caso se levantaron y vieron que era una de esas culebras «bobas» (Boas. N.A.).»
Daniel Granada refiriéndose a estos legendarios tiempos de conquistadores trae a colación algunos casos extraordinarios de la temible Curiyú de la laguna del Ibera, Corrientes, nombre que casi se confunde con el de Sucuriju dado a la anaconda gigante del Amazonas. Por ejemplo, Ulrico Schmidel soldado de la expedición de Pedro de Mendoza cuenta que subiendo el Paraná cerca de la orilla mataron una serpiente que tenía el grueso de un hombre y 45 pies (15 metros aproximadamente) de largo, negra con pintas leonadas y rojas. Decían los indios del lugar que cuando se bañaban, esta clase de culebras los rodeaban con la cola y arrastrándolos al agua los engullía. Los españoles la mataron de un balazo y los indios partiéndola en pedazos la comieron cocida y asada.».
Según el tantas veces citado Padre Pedro Lozano, el Padre Pedro Romero halló una serpiente muerta que tendría de 60 a 70 pies de largo (20 a 23 metros),»siendo su grosor a proporción cosa estupenda».
Un reporte del diario la «Crónica» de Buenos Aires (Argentina), con el sugestivo artículo: «Una Boa Se Tragó a Dos Hombres», fue publicado el 13 de septiembre de 1969, el cual es citado por Picasso, (1990-2004), de la siguiente manera:
Proviene de la densa región selvática que constituye el límite de Bolivia, Brasil y Perú, en la cuenca del río Madre de Dios, afluente del Amazonas. Según un cable de ANSA publicado por Crónica el 13 de septiembre de 1969: «Una gigantesca boa se tragó a dos personas que estaban bañándose en el río Alto Madre de Dios en presencia de varios compañeros que nada pudieron hacer para evitarlo, según lo consigna el corresponsal en el Cuzco del diario «La Prensa (Lima, Perú). Las víctimas han sido identificadas como Ricardo Flores, 38 años y Juvenal Quispe, 41 años, ambos naturales de Lima. De acuerdo a la misma fuente de información los testigos presenciales señalaron que mientras los infortunados se bañaban apareció una gigantesca boa entre las aguas del río en la selva peruana, cerca de la frontera con Bolivia. El enorme reptil abrió sus fauces y devoró a los bañistas en contados segundos.
Asimismo se informó que se ha emprendido una cacería para dar con el ofidio y que incluso se ha pedido colaboración al Ejército. El corresponsal del diario aclara finalmente que este tipo de reptil es conocido en la selva tropical con el nombre de Yacumanaz, es decir Madre de los Ríos y que debido a su gran peso y tamaño tiene dificultad para desplazarse por lo que utiliza un poder hipnótico para atraer a sus víctimas.»
También es importante anotar las referencias alusivas a ciertos seres míticos que presentarían características propias de las serpientes gigantes, que habrían desencadenado mitos muy arraigados en la cosmovisión de otros países como el Brasil. Al respecto es común en ese país la leyenda del «Boiuna»:
Uno de los mitos del Amazonas, que aparece bajo diferentes aspectos. Sea una cobra negra, sea una cobra grande, con ojos luminosos como dos faroles. Los caboclos (mestizo de indio con blanco) anuncian su presencia en los ríos, lagos, igarapés (riachuelo para pequeñas canoas) y igapós (parte de la floresta cubierta por las aguas cuando el río está lleno) con la misma insistencia que los marineros y pescadores de Europa acreditan en el monstruo de Loch-Ness. La imaginación amazónica, más floreada y portentosa ha criado para nuestro mito propiedades fantásticas: La boiúna puede cambiarse en embarcación a vapor o de paño e ir de la forma de ofidio (cobra) hasta buque, para más traer y desorientar a sus víctimas. Esta cobra posee diferente formas de encanto de acuerdo con informaciones obtenidas entre la población de la ribera de los ríos. Acreditase que algunos igarapés fueran formados por el pasaje de esta cobra que abre grandes surcos en las restingas, igapós y tierra firme. En el Amazonas esta cobra tiene varios nombres: Boiúna, Cobra Grande, Cobra Norato, Mãe DÁgua, entre otros, pero independientemente de su nombre, ella es la reina de los ríos amazónicos y sus leyendas pueden haber surgido en virtud del miedo que provocaba esta serpiente de agua, que devora el ganado que va a beber agua en los ríos.
La Cobra Grande o Boiúna, sube a los ríos, entra en los igarapés, devasta (entrar de manera violenta) a los lagos, onde (esto está en una forma poética, creo yo) «asume de besos los nenúfares (plantas acuáticas de hojas grandes. Creo que son las «Vitórias Régias» del Amazonas) opalizados (de ópalo) por la luz del claro del luna», transformado, majestuoso, todo iluminado y fascinante, que atrae el caboclo extasiado por su irradiante aparición.
Nos habla la leyenda que, Waldemar Henrique, en verso y música, ha traducido que una vez por año la Boiúna salía de sus dominios para escoger una novia entre las muchachas da Amazonia. Y, delante de aquel rostro plateado de mar atravesaba con velocidad el río grande, los brujos oraban, las redes (de pesca) temblaban, los niños se escondían llorando, mientras un gran delirio de horror explotaba en la floresta iluminada.
En mitos y creencias antiguas, era muy común la afirmación que las cobras buscaban las mujeres para embarazarlas y acreditaban también que desde el momento de la primera menstruación, las jóvenes indias vírgenes estaban particularmente sujetas a atraer «el amor de una serpiente», por este motivo, ellas evitaban ir hasta la floresta o cerca de un río, cuándo menstruaban.
La Cobra Grande o Boiúna, es vista en la noche, iluminando el remanso de los ríos con la fosforescencia constante de sus ojos. Cambiase muchas veces en un velero que presenta una luz roja a babor y otra verde a estribor, confunde los incautos y desciende silenciosamente el torrente de los igarapés. Ah de aquellos que llegan cerca de esta forma engañosa, pues estará sujeto a ser llevado a las profundidades y no regresar jamás.
Raúl Bopp, autor de Cobra Norato, para quién la literatura de nuestro país no tiene misterios, en su poema modernista, nos habla de la Cobra Grande.
Segunde Leticia Falcão, «en los ríos Solimões y Negro, la Cobra Grande nació del cruzamiento de una mujer con un fantasma, o de un huevo de mutum (tipo de ave gallinacea de Brasil); en el Acre (territorio), la entidad mística se transforma en un hermosa muchacha, que aparece en las fiestas de San Juan para seducir los muchachos desprevenidos. Otra leyenda nos habla una hermosa india cunhãmporanga, princesa de la tribu, por quedarse pasionada por el Rio Branco (estado de Roraima), fue transformada en una grande cobra llamada Boiúna por el celoso Muiraquitã». Pero, también de acuerdo con la autora, hay una versión en la cual cambia la Cobra Grande como una benefactora de la navegación, cuyos iluminados ojos son como dos faros, ayudan a los navegadores en las noches oscuras y durante las tempestades (Picasso, 1990-2004)
La siguiente referencia está perfectamente documentada y puede considerarse un caso extraordinario ya que fue publicado en un periódico de Martinica relatando un suceso de la isla de Trinidad perteneciente antes de 1962 a Brasil siendo actualmente un estado independiente llamado Trinidad y Tobago. Según un artículo incluido en la revista francesa La Nature estos fueron los hechos:
«La isla de Trinidad está siendo devastada por un extraordinario monstruo, una serpiente de 45 pies (13,5 metros) de largo, último sobreviviente de la especie de las «Iluillias», que abundaba hace tiempo en esta isla. Según algunos detalles publicados por «Defense Coloniale» de la Martinica, esta serpiente comenzó a llevar a cabo sus depredaciones a partir de febrero de 1889 en el cantón dArima, alrededor de las selvas montañosas situadas al Norte. Se constató al principio la desaparición de aves y pequeños animales seguida prontamente por asnos y más tarde por mulas y caballos. Poco después de la desaparición de muchos niños los habitantes se reunieron y dieron inicio a una verdadera cacería. Luego de muchas jornadas de búsqueda llegaron a la región de las cavernas de Guachard. Acercándose a un estanque o pequeña laguna situada en el interior, los perros manifestaron un terror extraordinario y rehusaron seguir avanzando. Tan pronto como el monstruo alzó su cabeza en el medio del agua fue acribillado por una descarga general. Luego de unos instantes de agonía se enrolló fuera del estanque. Examinada con cuidado la serpiente resultó tener 47 pies de largo (14 metros) y 75 centímetros de ancho o diámetro. Su cuerpo fue abierto encontrándose un ciervo que acababa de devorar. La serpiente fue embalsamada y enviada a Puerto España (La capital de la isla. N.A.) Donde es expuesta en el Hotel de la Villa.»
También en Chile, existe una creencia ligada a la existencia de serpientes gigantes, como así se expresa en el artículo de Fabio Picasso (1990-2004), con el aporte de Liliana Núñez (2003-2004):
En 1910 se publicó «Mitos y Supersticiones de la tradición oral chilena» de Julio Vicuña Cifuentes, obra que ha llevado fuera de Chile el nombre de su autor porque en ella hay un completo archivo de las producciones directamente emanadas de la imaginación popular exaltada ante los misterios de la vida. Fruto de investigaciones muy prolijas y seguramente prolongadas a lo largo de varios años, en la cual se recogen todos aquellos temas en que el pueblo anónimo ha buscado espontáneamente para sus divagaciones hacia lo desconocido y hacia el más allá poblado de sombras. De este trabajo recogemos lo que el escritor señala acerca de «El Lampalagua» y «El Viborón».
Alusivo al mito del «Lampalagua», el mismo autor hace referencia a lo siguiente:
He aquí un animal que existe realmente, en la República Argentina, con el nombre de Ampalagua, y al que la tradición chilena, exagerando sus proporciones y apetitos, ha prestado el carácter mítico con que únicamente se le conoce en nuestro país.
Con lo cual se conocería que el mito de las serpientes gigantes también es común en Argentina.
Aquí podeis encontrar el artículo completo.
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