Basándonos en el mazo del Tarot de Rider, en esta carta se puede apreciar la figura de un hombre, ataviado lujosamente, quien reparte limosna a dos seres bastantes necesitados, como si de repente se hubiesen juntado los personajes del Cuatro de Oros (va más información en Significado de la carta Cuatro de Oros en el Tarot) quien por fin encontró una forma adecuada de tener riquezas, compartiéndolas, y del Cinco de Oros (lea más aquí: Significado de la carta Cinco de Oros en el Tarot) quienes encontraron la ayuda que requerían. En este sentido, la mayoría de tarotistas coinciden en señalar que el cartomántico debe tener la suficiente habilidad para saber distinguir cuál de los dos situaciones representa el consultante.

Así, los expertos en simbología –bien sea si el consultante es el que comparte o el que recibe- ven en esta carta un signo de equilibrio en cuanto a las pertenencias. Sin embargo, también advierten sobre el no caer en complacencias, pues esta carta también puede dar cuenta de una relación de poder no simétrica, donde uno de los dos domina sobre otro, a pesar de que este tipo de poder no se realiza de forma agresiva, sino a través de mecanismos que satisfacen a las dos partes por lo que resulta positiva, es decir, una relación jefe-subalterno, padre-hijo, maestro-estudiante.

Significado

En cuanto a los planos concretos de la existencia esta carta también cuenta con significados específicos. Por ejemplo, en el plano laboral la presencia de esta carta puede hacer referencia a una etapa de enseñar-aprender que se puede establecer con los jefes, así como con los subalternos. Es decir que es importante que el consultante esté receptivo a compartir sus conocimientos, al tiempo que cuente con la suficiente humildad para recibir enseñanzas de sus semejantes, superiores o personas a su cargo.

En el plano amoroso, la aparición del Seis de Oros puede indicar una relación no simétrica donde alguno de los dos domina, bien sea porque tiene más dinero, mayor experiencia o más edad. Así mismo, para los solteros indica la llegada de una persona un poco mayor a su vida sentimental. En líneas generales esta carta habla del compartir de una forma equilibrada, donde sin importar quién es el que más posee, se comparta sin mezquindades, egoísmos o envidia.

En cuanto a lo económico esta carta envía un mensaje, que viene a complementar aquel esgrimido por el Cuatro de Oros, es decir, la importancia de compartir con otros aquello que tenemos, sin miedo a quedarnos sin nada, pues el dar de nosotros nos asegura una abundancia constante, ya que –de acuerdo a los estudiosos del esoterismo- activamos la regla universal del tres veces tres, es decir, todo lo que sale de nosotros vuelve a nosotros multiplicado por tres, dicho en otras palabras la posibilidad de generarnos karma positivo.

Para la salud en cambio la presencia del Seis de Oros advierte sobre la necesidad urgente de asistir al médico, a fin de realizar una revisión profunda de todos los órganos. Igualmente –aunque también se debe analizar en contexto, al igual que todas las cartas del tarot- avisa sobre los beneficios que puede tener para la salud emocional compartir con otros. Así también recuerda la importancia de ayudar a los más necesitados, cuando somos nosotros los que estamos bien. A este respecto esta carta emite constantemente un recordatorio sobre la importancia del altruismo y la generosidad, como valores a fomentar en nosotros mismos, y en otros a través de nuestro ejemplo.

Si aparece invertida

Al igual que todas las cartas del Tarot, esta carta también cuenta con un significado específico si llega a aparecer de forma invertida. En este sentido pierde su mensaje de equilibrio, para advertir precisamente lo contrario, la ruptura de la armonía y la justicia, dando cuenta entonces de relaciones negativas, donde uno entrega más de lo que recibe, y el otro acepta más de lo que merece. Así mismo habla de situaciones de envidia y de poco autoestima.

Así también, en posición invertida, el Seis de Oro –sea cual fuere el plano de la existencia que esté consultándose- habla sobre la necesidad que tiene el consultante sobre aceptar una situación específica, que no le esté reportando aspectos positivos, como primer paso para salir de ella. Sin embargo, es necesario que el consultante tome conciencia sobre esta situación, pues un exceso de ego o necesidad de compañía (en el caso de quien da) o de comodidad y abuso (por parte de quien recibe) puede llevarlo a una relación de dependencia, donde se encuentre un tipo de auto-complacencia.

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