Sin embargo, recientes noticias de Estados Unidos están llenando de preocupación a las autoridades, a los agricultores y apicultores, y a los grupos ecologistas en general. En la costa occidental del país, en Oregon, millones de abejas han muerto en un lapso de pocas semanas. Las colonias de aquella región se encuentran en un estado considerable de vulnerabilidad y no hay nada que las autoridades hayan podido hacer al respecto.

Hipótesis de las autoridades

Hasta el momento, la única hipótesis posible es que las fumigaciones con neonicotinoides continuaron a pesar de las prohibiciones, al menos por algunas semanas. La duración de la acción de estos químicos podría ser de varios meses (incluso, de más de un año), por lo que podríamos estar ante los últimos efectos de sus propiedades tóxicas.

Aunque triste, esta hipótesis es de hecho bastante optimista, pues indicaría que estas serían las últimas muertes masivas. De no ser esta la causa, podríamos estar ante una posible repetición de los trágicos eventos de la década del 2000 que diezmó las colmenas y acabó con más del 50% de la población de Norteamérica y Europa.

El peligro en caso de que las colmenas desaparezcan es que de la polinización de las abejas depende gran parte de la producción agrícola de estos países: algunos científicos calculaban en un 40% las pérdidas de los Estados Unidos si las abejas dejaran de existir. Estamos hablando de una cifra abismal, que fácilmente podría presionar los precios de los alimentos al alza de manera radical.

Por ahora, no queda sino esperar el destino de las colmenas y ver si el siguiente verano sobreviven. De hacerlo, podríamos estar ante el punto de quiebre y la recuperación de las colmenas. Pero si siguen muriendo, la humanidad misma podría estar en peligro. ¿Sabes si en tu país se está presentando algún fenómeno semejantre?