El misterio de las microondas
En 1968, astrónomos de la estación radiotelescópica de Arecibo, una pequeña localidad puertorriqueña, detectaron una señal que se escapaba a cualquier teoría reinante en aquel momento. La señal se detectó en un reflector de 300 metros de diámetro y consistía en una serie de señales de microondas (entre otras) que originalmente no se consideraron particulares. Sin embargo, estas señales comenzaron a repetirse.
Los astrónomos comenzaron entonces a intentar descifrar los hallazgos y, al convertir la cinta de recepción de las ondas en un archivo de sonido, quedaron anonadados: no se trataba de los sonidos ordinarios que se reciben del espacio, sino que parecía un suspiro… el suspiro largo y tenue, en escala descendente, de un hombre enfermo. Como si el sonido no fuera suficiente, los astrónomos también notaron que el periodo entre uno y otro suspiro resultó siempre ser exactamente el mismo: 1,337301133 segundos.
En su momento, la señal fue detectada por personas en un ámbito académico que tendían poco a suponer explicaciones sobrenaturales. Por esta razón, el equipo comenzó a buscar una causa que pudiera explicar el misterioso sonido… con muy poco éxito. Con el tiempo, se llegó a pensar que efectivamente se trataba de un sonido que buscaba hacer contacto deliberado con la humanidad.
¿De dónde provienen?
Pero los astrónomos comenzaron entonces a detectar señales semejantes provenientes de muchas regiones a lo largo y ancho del universo. Es curioso como las señales llegan a quienes no prestan atención: una vez comenzaron a buscarse activamente, fue mucho más fácil encontrarlas. Una civilización de tal magnitud parecía poco probable, y es casi imposible que miles de civilizaciones a lo largo y ancho del universo comenzaran a usar exactamente la misma señal para comunicarse con la humanidad. Tenía que haber una explicación natural al fenómeno.
Sin embargo, todas las variables estudiadas resultaban inviables. Una enana blanca produciría pulsaciones miles de veces más lentas, una estrella neutrónica, mucho más rápidas. Al final, los investigadores desistieron: nada parecía originar las misteriosas señales y las pesquisas con telescopios no revelaron mayor información sobre el asunto.
El misterio continúa al día de hoy, pero lo más interesante es que en la misma región, hace un año, volvieron a percibirse señales desconocidas del espacio exterior. En este caso se trata de pequeños “estallidos” cósmicos que duran menos de un segundo y ocurren más de 10 mil veces al día. Al igual que en el caso anterior, una vez comenzaron a buscarse activamente, se encontraron a lo largo y ancho del universo.
Las teorías para explicar estos estallidos pasan por la evaporación de agujeros negros o los choques de estrellas de neutrones, pero no se ha encontrado una explicación razonable. Hasta el momento, es poco lo que sabemos de estas misteriosas señales siderales.
¿Existe alguna civilización allá afuera intentando hacer contacto con nosotros? Es posible: al fin de cuentas, nosotros mismos estamos tratando de contactar con una inteligencia extraterrestre. Sin embargo, existen diversas limitaciones físicas para este contacto, siendo la más importante de ellas la distancia inmensa que nos separaría de estas civilizaciones.
A menos de que alguna tecnología nos permita reducir las distancias espaciales (lo cual, se debate aún, podría ser teóricamente imposible), estamos condenados a permanecer aislados hasta que alguna avanzada humana, en miles de años, entre en contacto con ellos. Sin embargo, de disponer de tales tecnologías, sería relativamente sencillo constituir civilizaciones homogéneas capaces de interactuar una con la otra.
Y tú, ¿crees que algún día podamos hacer contacto? ¿Y que nuestra generación será testigo de ello?
Fuente de imágenes: 1: sierranortedigital.com, 2: gifs-animados.es.