Cuando vuelva de la muerte, el mundo habrá de temblar
Tamerlán
La Tumba de Tamerlán
Corría el año de 1941 cuando un equipo de arqueólogos soviéticos marchaba a la ciudad de Samarcanda (actual Siria), en busca del Mausoleo de Gur-Emir. Allí, se decía, se encontraban los restos del antiguo conquistador Tamerlán, el último de una estirpe de hombres terribles provenientes de las estepas. La expedición era liderada por el académico Tashmuhammed Kari-Niyazov, quien iba acompañado por el historiador Sadriddin Aini el orientalista A. Semenov y un asistente llamado M. Gerasimov.
Cuenta la leyenda que Tamerlán, antes de morir, dejó una profecía: Quien quiera que profane mi tumba habrá de desatar un conquistador aún más terrible que yo mismo. Que esta profecía fue escrita cuidadosamente en su féretro, y así fue documentado por los científicos.
Pero eran científicos, no creían en la superstición, y por eso siguieron con su trabajo.
La tumba se abrió el 19 de junio de 1941. Tres días después, la Alemania Nazi lanzó su Operación Barbarroja y la Unión Soviética entró a uno de los momentos más oscuros de su Historia. No fueron pocos quienes culparon directamente al equipo de lo sucedido, y afirmaron que Tamerlán era un gigante que no valía la pena profanar.
Pero ¿quién era Tamerlán? ¿Y por qué, siglos después de su muerte, su nombre seguía infundiendo temor?
Tamerlán
Las estepas de Asia Central siempre han sido un lugar particular. De su corazón surgieron guerreros incomparables y grandes conquistadores, el más famoso de los cuales, sin duda alguna, es Genghis Khan. El Gran Khan conquistaría un gigantesco imperio que iba de las costas de China a los montes Urales, destruyendo poderosas civilizaciones y finalizando la edad de oro de China y del mundo árabe. Pero no sería el único.
Tamerlán nació en el año 1336 en lo que entonces era el Kanato Chagatai, una de las 4 partes en las que se fragmentó el Imperio de Genghis Khan. En su juventud se volvió un guerrero hábil y dirigió las hordas turcas de la región bajo el gobierno del Khan, sin embargo, con la muerte de éste se abrió un espacio político que el líder aprovechó aliándose con mongoles enemigos del Kanato y consiguiendo el control de la transoxania (área ubicada en el actual Uzbekistán).
Su talento como guerrero pronto lo convirtió en el dueño de un feudo que comenzó a crecer de manera sustancial. Como Carlos Martel en la Francia del siglo IX, se convirtió en el “general” de los Kanes, a los cuales fue convirtiendo en figura simbólicas mientras él acumulaba todo el poder. Como el título de Kan estaba reservado para descendientes directos de Genghis Khan, Tamerlán adoptó el título de Amir, general de generales, con el cual gobernaría el resto de su vida.
El Conquistador creó un poderoso imperio que si bien palidece a comparación del de Genghis Khan fue una reminiscencia del mismo, pues sus tácticas brillantes y sus crueles castigos sembraron el terror en las regiones del antiguo Chiganato.
Quizás la hazaña más conocida de Tamerlán fue la conquista de Delhi, entonces capital del Imperio de la Dinastía Tughlag. La ciudad fue tomada luego de una batalla en la que el guerrero, de manera magistral, logró asustar a los elefantes indios y volverlos contra sus propias filas. La ciudad fue desolada, centenares de miles de personas, ejecutadas.
Timur moriría a sus 68 años, en una expedición contra la dinastía Ming en China que seguramente hubiese resultado exitosa. Su Imperio se deshizo aún más rápido que el de Genghis Khan, pero su recuerdo quedó para el terror de las regiones que alguna vez gobernó.
El Imperio de Tamerlán
La tumba profanada
Todos sabemos el terrible impacto que tuvo para la Unión Soviética la invasión de la Alemania Nazi. Se trató de una hecatombe: de la destrucción absoluta de ciudades fundamentales y la muerte de millones de soviéticos.
Hacia finales de 1942 la Unión Soviética, contra todo pronóstico, logró resistir la ofensiva alemana en Stalingrado y retomar la ciudad. Este fue el comienzo del fin, cuando Alemania se encontró definitivamente derrotada.
Imaginaron bien. Dos meses antes de la victoria, y días antes de la ofensiva final, por orden de Stalin se devolvieron los restos de Tamerlán a su tumba en Samarcanda. Se dice que el espíritu del conquistador descansó así en paz y permitió a la ofensiva soviética tener éxito.
Fuentes:
- https://www.advantour.com/uzbekistan/legends/tamerlane-curse.htm
- https://en.wikipedia.org/wiki/Timur