El Pensante

Tejiendo relatos: «Susana decide morir», por Alejandro Perez

Cultura y expresiones artísticas - septiembre 12, 2011

Imagen 1. Tejiendo relatos: «Susana decide morir», por Alejandro Perez

Susana decide morir

Tic tac, tic tac… Por la ventana se cuela el zumbido de un neón callejero que satura el ambiente. Golpes en la pared. Ella abre los ojos y se levanta de la cama. Lo intuye, algo va mal. No pueden apenas apreciarse colores en la oscuridad de la noche. Sirenas de policía a lo lejos; disparos.

Tic tac, tic tac. Alguien corre despavorido por la calle, intentando huir de lo inevitable. Nadie puede salvarse; todos correremos el mismo destino. Se acercan. Su pelo ondea mecido por el viento, ajeno al horror que sucede a pocas calles. Lo huele, lo nota en el aire… Una electricidad latente. Su corazón late despacio, sin prisa. Llegará el momento en el que deje de latir, y para aquel instante ya nada tendrá sentido.

Tic tac, tic tac. Un reloj de pared martillea su cabeza, como una gota cayendo continua y lentamente sobre el suelo. Se agacha y rebusca desesperadamente en su mesa de noche.
-¡Lo tengo!
Coge el objeto con delicadeza y lo sujeta en su ropa interior. Se dirige hacia el armario para vestirse, pero se detiene.
No hay tiempo para eso -Dice para sí misma.- Piensa.
Las pastillas, no surtirán efecto, son demasiado lentas. No te las tomes. Encontrarán tu cadáver chorreando espuma por la boca. Cambia de idea. Decide agacharse y calzarse sus botas favoritas.
Éstas -piensa-
El neón ilumina su pecho desnudo. Jazz y sexo en el ambiente. Hace mucho que perdió la cuenta de los hombres a los que había seducido y atrapado en aquella habitación, y sin embargo guarda en su memoria el recuerdo nítido de cada uno.
Tic tac, Tic tac. El reloj no miente, y el tiempo no perdona. Un último cigarro antes del momento decisivo.
No tengo encendedor, maldita sea
Se escuchan gritos. Gemidos. Chirridos. Como si las paredes cobrasen vida y aplastasen lentamente la habitación. El olor a quemado se hace inminente. Los segundos se escurren por el desagüe, y su vida también. Están en la puerta.
Éste es el momento
La puerta se abre de golpe, y una docena de manos chorreando sangre se apelmazan y compiten por entrar.
Sujeta el calibre 0.22 entre sus manos y aprieta el gatillo. Milésimas de segundo después, un estallido le arrebata la vida a Susana.
Tic tac, Tic tac.

Relato cedido a TEM por Alejandro Perez  (https://blogpodrido.blogspot.com/)

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