Llamadas presentidas
¿Alguna vez ha sonado vuestro teléfono y antes de descolgar sabías quien llamaba? Seguro que sí. Pues esta pequeña “adivinación” es una muestra de vuestro poder telepático y así ha quedado demostrado en varios y rigurosos estudios científicos.
La percepción de adivinar quién está llamando nada más oír el timbrazo responde a causas objetivas. Así lo han demostrado Eva Lobach y Dick J. Bierman, dos estudiosos de la Universidad de Amsterdam (Holanda), que certificaron en junio de 2007 que la telepatía existe tras una larga y laboriosa investigación en la que participaron decenas de sujetos.
Centraron su trabajo en la llamada “telepatía telefónica”. Partían de estudios anteriores, como una encuesta realizada en Nueva York y en Londres en la cual el cuarenta y cinco por ciento de las personas consultadas aseguraba que, en alguna ocasión, habían pensado en una persona en concreto cuando sonó el teléfono, descubriendo al descolgar que su “intuición” había sido certera. Descubrir si tras esta creencia popular – y vivencia que usted, como he dicho, seguramente ha tenido – existe una auténtico fenómeno psíquico es lo que se propusieron los estudiosos holandeses.
Para realizar el trabajo se seleccionó a seis mujeres de entre dieciséis y cincuenta y cuatro años que hicieron las veces de receptoras. Cada una de ellas tenía que elegir a cuatro personas que habían de ser los emisores. De acuerdo con los protocolos establecidos por Lobach y Bierman, cada una de las mujeres debía aguardar la llamada de uno de los emisores, que era elegido al azar y que se encontraba en un punto distante geográficamente. Por supuesto, todo el proceso estuvo meticulosamente controlado por los estudiosos para evitar que existiera contacto entre los sujetos.
Dos minutos antes de efectuar la llamada, el emisor debía pensar y proyectar su pensamiento hacia la receptora. Así, en el momento de sonar el timbrazo del teléfono de esta última, la receptora debía pronunciar el nombre de la persona que estaba llamando, de lo cual se encargaba de dejar constancia uno de los investigadores. Al descolgar el teléfono se comprobaba si la intuición había sido certera y la receptora había adivinado quién de los cuatro emisores la estaba telefoneando.
Con cada receptora se hicieron seis series de 36 llamadas, lo que significaba un total de 216 ensayos en cada caso para un total definitivo de 1296 experimentos. Por lógica estadística, al existir cuatro posibilidades de acierto por parte de la receptora, el porcentaje de aciertos según el azar debía ser el veinticinco por ciento. Sin embargo, se obtuvieron resultados en las diferentes series que oscilaban entre el 29.4 por ciento y el 32.6 por ciento. Para los estudiosos, este dato certificaba que existía algún tipo de comunicación mental que alteró las leyes del azar.
Y en determinadas horas – aquellas que se consideró que por circunstancias psicológicas una persona es más receptiva – se obtuvo un resultado que alcanzaba el 35.5 por ciento de aciertos.
Es imposible – de acuerdo con las conclusiones de los estudiosos de Amsterdam – que dichos resultados puedan tener una explicación racional. “En resumen, hemos descubierto que existe telepatía entre las personas”, concluyeron los dos estudiosos.
Además, descubrieron que cuanto más intensos eran los vínculos emocionales entre receptoras y emisores, mejores eran los resultados. De este modo, entienden los investigadores que la vinculación sentimental mejora y potencia las capacidades telepáticas alcanzando en ocasiones el sesenta por ciento de aciertos.
Este estudio partió con objeto de rebatir los trabajos que presentó en el año 2004 el investigador británico Rupert Sheldrake. El conocido como informe Nolan Sisters, en el que este bioquímico de prestigio internacional doctorado por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) concluía que la telepatía telefónica era real tras realizar casi seiscientos ensayos con las hermanas Nolan. Tras efectuarlos, Sheldrake confirmó que el porcentaje de aciertos alcanzó el 40.1 por ciento cuando, según las leyes del azar, no debería haber superado en ningún caso el veinticinco por ciento. Además, Sheldrake también descubrió que si los vínculos emocionales eran fuertes, el nivel de aciertos superaba el cincuenta y tres por ciento. Es más, contrastó empíricamente que existían individuos especialmente capacitados que lograron un setenta y ocho por ciento de aciertos.
El objetivo de los investigadores de la Universidad de Amsterdam era demostrar lo equivocado que estaba Sheldrake, lo mal que lo había hecho, pero no sólo no lo lograron sino que finalmente se vieron obligados a confirmar que el estudioso británico tenía razón: la telepatía existe.
Fuente:
Expedientes del Misterio (Bruno Cardeñosa); Libros Cúpula