El hombre en el mundo moderno
De acuerdo con la ciencia moderna, nuestro lugar en el mundo se lo debemos a un mecanismo evolutivo casi automático que generación tras generación ha garantizado que ciertas características persistan mientras que otras tienden a desaparecer. En esencia, la evolución consiste en la tendencia a que los seres (humanos, animales, plantas o bacterias) con el material genético más eficiente (para lo que sea que se requiera en el momento). En la eventualidad de que el nivel de oxígeno en la atmósfera bajase, por ejemplo, los humanos pereceríamos y animales más pequeños, con menores requerimientos (como los insectos) serían quienes sobrevivieran. Así pues, es difícil decir que un ser es más o menos evolucionado que otro, sencillamente está mejor adaptado a algunas circunstancias actuales.
Sin embargo, las dinámicas evolutivas, al menos en un sentido meramente biológico, podrían haberse modificado de manera bastante dramática en la sociedad moderna: ahora, tener o no tener descendencia tiene poco o nada que ver con las habilidades de supervivencia que haya desarrollado el individuo (todos conocemos el cliché según el cual la pareja joven y exitosa decide no tener hijos, mientras que una pareja menos exitosa y con problemas para subsistir tiene 5). Así, al menos parcialmente, la evolución humana se habría detenido.
Así mismo, la humanidad estaría lejos de alcanzar su óptimo en términos de nivel de vida. A pesar de los abundantes recursos de los que dispone nuestra civilización millones de personas no conocerán en sus vidas más que la miseria y la escasez. De la mano con esto va el dominio de un cuerpo endeble, vulnerable a las enfermedades y que hace parte de este escenario de sufrimiento.
¿Qué tan lejos podremos llegar?
Estas dos razones habrían motivado a algunas personas hace poco más de 50 años a proponer un nuevo camino: la integración del mundo tecnológico con el hombre para crear una Posthumanidad capaz de brindar a todos sus individuos un nuevo sentido de vida. En el camino a esta creación se encontraría la Transhumanidad, o humanidad de transición, y de allí surgiría la ideología conocida como Transhumanismo, consistente en el mejoramiento responsable del hombre con ayuda de las nuevas tecnologías y de la propia conciencia humana.
El Transhumanismo ha tomado bastante fuerza en las últimas décadas, aunque sigue siendo un movimiento relativamente minoritario. Concentrado ante todo en los países desarrollados, involucra todo tipo de personas, desde Biohackers hasta escritores y políticos que, en conjunto, buscan superar el cuerpo humano actual… y eventualmente, también su conciencia. Proyectos como Evolution 2045, propuesto por el científico ruso Dmirty Itskov, le apuntarían incluso a la “unificación” de las mentes humanas en nuevos sistemas tecnológicos, una especie de internet solo que en este caso involucrando nuestras conciencias.
A pesar de su fuerza, el movimiento carece de una dirección definida. Mientras que algunos esperan que el Transhumanismo lleve a la creación de unos cuerpos inmunes al paso del tiempo, cuyos cerebros puedan dedicarse al pensamiento y la filosofía, otros buscan activamente la destrucción de la individualidad para llegar a un estado de “desarrollo” superior, una especie de conciencia colectiva.
El Transhumanismo como propuesta ha sido fuertemente criticado tanto por los defensores de la naturaleza (que no consideran deseable la modificación del cuerpo) como por teóricos de diversas conspiraciones que afirman que su desarrollo no tiene otro propósito que mantener bajo control a toda la humanidad. Sin embargo, seguidores y críticos parecen estar estancados en un debate meramente teórico, pues hasta el momento no han aparecido cambios reales en los cuerpos de las personas… al menos, más allá de nuevas medicinas.
Sin embargo, esto parece ser cuestión de tiempo, y de más bien poco tiempo. Las nanotecnologías comienzan a incursionar en el campo médico y ya algunos investigadores le están apuntando a la creación de aparatos capaces de potenciar y modificar el funcionamiento de los sistemas de nuestro cuerpo. Así mismo, el abrupto desarrollo en las tecnologías de la información durante la última década ha llevado a que cada vez más nos encontremos inmersos en un mundo virtual, con dispositivos como las “google glass” volviéndose más y más viable. Algunos Biohackers, por su parte, ya han comenzado a integrar circuitos en sus cuerpos con el objetivo de vincularlos de manera directa a estas tecnologías.
Contrario a la creencia popular, el Transhumanismo no desea abiertamente la inmortalidad, aunque podría ser una consecuencia de este tipo de avances tecnológicos.
En conjunto, podríamos hablar de 3 ámbitos fundamentales de modificación del hombre: la genética (o ámbito biológico), la mecánica (o ámbito tecnológico) y la conciencia (o ámbito mental). Algunos transhumanistas concentran sus esfuerzos en el segundo (con la idea de crear un cyborg), mientras que otros creen que la ingeniería genética brindará los mejores resultados. Muchos, por su parte, se concentran en la unificación de la mente con sistemas electrónicos para eventualmente ser capaces de separarla del cuerpo (si la persona así lo desea, claro).
Por supuesto, hay bastantes personas que apoyan dos y hasta los tres ámbitos de cambio. Y tú, ¿estarías dispuesto(a) a modificar tu cuerpo? ¿Cuál de los ámbitos defenderías? ¿Cuál rechazarías de plano?
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