Es increíble, pero la ciencia ha venido confirmando un hecho crucial: el orden en que uno haya nacido en la familia, si se es el mayor, el del medio o el menor, afecta directamente el carácter y el comportamiento de las personas, en casi un 80%.
Según esta teoría, no habría dos niños que posean los mismos padres, aseveran los expertos en la genética, aunque se trate de la misma familia. A continuación, veremos el por qué el lugar entre los hermanos revela la personalidad:
El primogénito uno tiende al triunfo y el liderazgo
De acuerdo con los estudios efectuados, una de las razones principales de este fenómeno se debe a que los padres jamás toman el mismo rol con sus hijos.
Los hijos mayores casi no tienen nada en común con los menores, pero sí con otros hijos mayores de otras familias. Cuando se lleva el título del hermano mayor, el control sobre los padres y los hermanos es significativo. Recibe gran parte de su atención. Por su edad y experiencia, en la mayoría de los casos se les otorga responsabilidades y confianzas.
La personalidad de estos individuos suele llevarlos al éxito. Según las estadísticas, los hijos mayores se enfocan por carreras como la comunicación, las ciencias sociales, la política, etc. Se sienten muy mal en el momento en que pierden el centro de atracción en su grupo familiar, como cuando llega un nuevo integrante.
El de en medio suele ser más competitivo
Los genetistas lo explican así: que cuando uno nace en el medio, las cosas se tornan bien complejas, pero esos mismos retos los impulsaron a ser más fuertes y salir de manera más sencilla adelante. Suelen tener una personalidad comprensiva, neutral, dócil, pero eso sí, supremamente competitiva.
Además de todo, se vuelven amantes de la justicia. Varios de los hijos del medio encuentran una familia amiga o un grupo de cuates que se llega a considerar como hermanos, como resultado de la inferencia de sus padres.
Se resalta notoriamente las grandes diferencias de personalidades, al compararlos con los hermanos mayores y menores. Consiguen habilidades sociales que se obtienen gracias a ese gimnasio psicológico tan especial y casi siempre la fórmula aplica: el rasgo característico principal del hermano menor, es el contrario al del mayor, pero el del medio saca partido de ambos.
El menor es la alegría de la casa
Suelen ser quienes más hacen reír a todos, inclusive cuando crecen. Como es el último de los hermanos, los padres ya han ganado bastante experiencia en la crianza, entonces eso les otorga mayor libertad en algunos casos, porque no están tan sobreprotegidos como los primeros. Hay quienes dicen que son los más simpáticos.
Los extremos se tocan, así que las relaciones casi siempre son mejores entre el mayor y el menor, porque ambos se sienten especiales. En su psiquis eso se refleja en la seguridad que proyectan en diferentes ámbitos de la vida.
La psicóloga Regina Bayo, de España, detalla que la personalidad es, dijéramos, una especie de vehículo del yo, que se forma en los primeros años de vida. La visión de esta profesional es que el segundo hermano se tiende a convertir en el príncipe que le quita el trono al mayor y eso genera una rivalidad entre ambos.
Los problemas intrafamiliares devienen cuando los padres cometen el error de comparar a sus hijos con frecuencia, afirma la doctora Bayo.
El solitario hijo único
Su personalidad es muy peculiar. Como no contó con un ambiente de compartir con otros hermanos, tuvo que compartir más tiempo con los adultos y eso conlleva a madurar más temprano. Puede sonar aburrido, pero trae muchas ventajas en la vida, como aprender a ser independiente, creativo y recursivo.
La doctora Regina Bayo es la directora del Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya y opina que los hijos únicos son los más sobreprotegidos y eso perjudica gravemente la personalidad. El remedio estaría en facilitar la socialización de los chicos.
“Los niños se escolarizan enseguida. Muchos entran a la red educativa en cuanto acaban las bajas maternales, antes del medio año”, explica la especialista.
En consecuencia, la escolaridad temprana ayuda demasiado a los hijos únicos. En la Isla de Bali, por ejemplo, se tiene por tradición que las parejas que sólo tienen un primogénito, solicitan uno prestado a otra familia durante un tiempo, para que comparta con el menor y de esa manera, ese hermano mayor temporal será fundamental para el resto de la vida, porque le enseñará cosas trascendentales.
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