El MS Schwabenland
Hitler y Alemania
La Alemania de Hitler representó uno de los mundos más particulares (y también más inhumanos) de los que hemos sido testigos en el pasado reciente. Su voluntad llevó a cegar millones de vidas y a la persecución sistemática de grandes poblaciones al interior de Europa, y en última instancia significó la ruina misma de la Alemania que decía amar.
Sin embargo, esta Alemania también fue lugar de sucesos verdaderamente extraños. De acuerdo con las fuentes que tenemos de aquel periodo, parte de las esperanzas del Führer estaban en el hallazgo de secretos ancestrales o la creación de una raza superior que habría de obtener habilidades de los hombres antediluvianos. Para ello, como ya vimos, se creó la sociedad secreta Ahnenerbe, dedicada a buscar en lo oculto y lo secreto los medios para convertir a Alemania en la ganadora absoluta de la guerra.
Pero pese a su fracaso en el objetivo último, algunos aseguran que la Alemania de Hitler no fue aniquilada como a primera vista parecería, sino que sus reductos lograron escapar a la hecatombe. Aquel fatídico (para los nazis) 20 de abril de 1945, día en el que Hitler se suicidó (o al menos eso se supone) no habría sido el final.
Pero para entender esto tenemos que volver atrás algunos años, a la Tercera Expedición Alemana a la Antártida:
MS Schwabenland
En el otoño del año 1938 los nazis lanzaron la tercera (y última) expedición alemana a la Antártida. La tripulación – compuesta principalmente de hombres de ciencia y personajes notables – partió de Hamburgo con la misión de conseguir bases en el hemisferio sur dedicadas ante todo a la caza de ballenas (el aceite era fundamental para Alemania, y más ahora que parecía que la guerra sería inevitable), pero también a estudiar el misterioso continente que era la Antártida.
En aquellos tiempos (aunque en la actualidad también: recordemos la reciente Pirámide de la Antártida) se consideraba que en el polo sur podían encontrarse los secretos del mundo y quizás la llave a algún conocimiento ancestral, a una reliquia sagrada dejada allí por civilizaciones de las que hoy no recordamos el nombre.
El barco elegido fue el MS Schwabenland: un poderoso carguero equipado con estaciones meteorológicas e incluso con una pequeña pista de aterrizaje para aeronaves. En honor a él se denominaría el área de su encalle en la Antártida Nueva Suabia (Schwanbenland, en alemán). De acuerdo con las fuentes oficiales, esta nave retornó a Alemania en 1939, justo a tiempo para el esfuerzo de guerra.
Parte de las construcciones halladas en Misiones
Pero dicen algunos que en realidad jamás retornó y que decidió terminar su camino en las costas argentinas. Allí, previendo la catástrofe (que quizás era un hecho si no existían fuerzas sobrenaturales en Antártida para ayudar a los nazis) la tripulación habría penetrado en las selvas de Misiones para fundar en ellas una base desde la cual expandirse al resto del mundo (en el mejor de los casos) o sobrevivir (en el peor de ellos).
Caminos de ratas
La base fue hallada por estudiantes de la Universidad de Buenos Aires a seis kilómetros de la ciudad de San Ignacio. Muestra construcciones de piedra que datan de los 1940’s y parecen haber sido edificadas con la función principal de permanecer ocultas en medio de la selva. Así, a décadas de rumores, informaciones aisladas y mitos se une una pieza de evidencia sólida.
Algunos dicen que el mismísimo Hitler logró escapar a Argentina. Si bien es improbable que el Führer lograra evadir los ejércitos soviético, británico y estadounidense de haberlo hecho es prácticamente seguro que este habría sido su destino: a través de los llamados “caminos de ratas” le hubiese sido fácil llegar allí. Y entonces podría haber vivido en la selva de Misiones en el último reducto enteramente nazi en existencia.
Monedas nazis halladas en Misiones
Los “Caminos de Ratas” fueron la denominación que se le dio a las rutas secretas que, partiendo de puertos españoles, llevaban a los altos mandos nazis a gobiernos simpatizantes, principalmente Brasil y Argentina en América Latina. Si hemos de creer los relatos, centenares (si no miles) de estas personas, de la mano con una cantidad considerable de oro de las bóvedas nazis, desembarcaron en las costas de la Patagonia y tras un largo esfuerzo lograron arribar a Buenos Aires o, en su defecto, a los refugios nazis en la selva de Misiones.
Si hemos de creer en la palabra de Erich Priebke (nazi) en 1991, en aquellos tiempos “Argentina era como un paraíso para ellos”..
El último reducto
¿Tenía algún otro objetivo la base nazi en Argentina? No lo sabemos. Algunos proponen que los fascistas europeos veían un potencial aliado en la región, gran parte de la cual presentaba sentimientos fuertemente antiestadounidenses y mostraba aprecio por los proyectos políticos de Italia y (más importante) España.
Quizás Alemania había aprendido de sus errores. En la I Guerra Mundial el consulado alemán esperaba explotar estos sentimientos en México y encontrar un aliado que golpeara a los Estados Unidos en su propio territorio, sin embargo, el asunto al final no pudo ser aprovechado. Quizás una inesperada ayuda de Argentina y Brasil – esperaban los alemanes – pudiese girar la guerra en su favor, y de allí el interés en tener una base en su territorio.
O quizás se trataba de un refugio final para resistir en caso de que los nazis fuesen perseguidos en Argentina más adelante. No lo sabemos.
Pero sí sabemos que en los 1940’s se construyó un refugio en las selvas argentinas luego de la llegada del MS Schwabenland. ¿No es eso suficiente?
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