Tal vez uno de los hallazgos más sorprendentes y tristes que existen en la cocina es descubrir que el pan que íbamos a consumir se ha puesto duro, lo cual sucede cuando este alimento pierde la humedad que tenía originalmente, tornándose reseco, y en algunas ocasiones imposible incluso de partir, mucho menos de consumir.
Sin embargo, lo que puede parecer el fin de este alimento, en realidad puede indicar tan solo una nueva vida, en la cual quizás ya no vaya a ser consumido por los humanos, pero que le puede permitir convertirse en un gran aliado de otras tareas en el hogar, por lo que en lugar de botar aquel pan que se ha endurecido, y que ya no se puede consumir, pues lo mejor será simplemente guardarlo y usarlo con otros propósitos.
Empero, previo a exponer algunas de las muchas razones y tareas por las que siempre es prudente tener un poco de pan duro en casa, se revisará el propio concepto y origen de este alimento, que ha estado en la dieta humana, desde los primeros tiempos de la civilización, constituyéndose en un elemento básico para la alimentación del hombre, e incluso en sinónimo de alimento para casi todas las culturas, alrededor del planeta.
El pan
De esta forma, se puede comenzar por decir que el Pan es un alimento humano básico, que ha estado en la alimentación del hombre desde la época prehistórica. En cuanto a su naturaleza, el Pan ha sido descrito como la cocción de una masa homogénea y húmeda, hecha en base a harina, sal, agua y más recientemente de levadura, componente responsable de la textura esponjosa del pan, la cual se produce debido a la liberación de CO2 en la masa, como producto del proceso de fermentación.
En su origen europeo el pan fue hecho principalmente a base de trigo, no obstante, con el paso de los años, las crisis históricas y el arribo a otras latitudes, el pan fue diversificándose, comenzando a ser preparado a base de otros cereales, como por ejemplo el centeno, el maíz, el arroz o la cebada. En los tiempos modernos, también se le incorporaron otros ingredientes, al tiempo que las clases de panes fueron diversificándose.
Historia del pan
Con respecto a la historia de este alimento tan importante para la civilización humana, los expertos señalan que el Pan debió nacer, como casi todos los descubrimientos de la especie, por accidente, luego de que se cocinara al fuego o al sol, alguna masa húmeda de granos semi-molidos, lo cual hace entonces que la aparición del pan, en el menú humano, pueda ubicarse después de la dominación de la agricultura, por parte del hombre, así también como del fuego.
Desde entonces, el pan fue mejorando y evolucionando, convirtiéndose en un producto mucho menos rústico, a medida que iba avanzando las técnicas para moler granos y cereales. Para estas primeras épocas, los expertos dicen que el pan consumido era el pan cenzeño, conocido igualmente como pan ácimo, el cual se caracterizaba por no tener levadura en su composición. Así mismo, en vez de horno, se debía preparar directamente al fuego, o sobre una piedra caliente.
Así mismo, los Historiadores han señalado que ya en el Antiguo Egipto se pueden encontrar vestigios del consumo de pan, e incluso se cree que fue en esta remota civilización que se conoció, también por casualidad o accidente, la fermentación, que permitió a la larga la utilización de levaduras.
Para el Imperio romano, ya se podía hablar también de la existencia de hornos públicos, lo cual marcó un momento importante, pues hasta ese entonces la elaboración del pan había sido un asunto netamente doméstico. Así mismo, el Imperio romano fue también vital en la expansión del pan por Europa, así como el principal comerciante de trigo.
De hecho, la caída de este imperio significó también una gran escasez de trigo, que convirtió al pan blanco en un producto carísimo, sucediendo entonces que en la Edad media el consumo de pan hecho a base de trigo, es decir, de pan blanco, era sinónimo de nobleza. No obstante, el vulgo no se quedaría sin pan, por lo que en los niveles bajos de la sociedad monárquica, se comenzaron a elaborar otras clases de harinas, a base de avena, centeno y cebada. Por ende, el pan blanco lo comían los nobles, mientras que el pan negro lo consumían los pobres.
En las épocas subsiguientes, la dieta humana presentó un gran cambio, caracterizado por la incorporación de otros alimentos básicos, el aumento del consumo de proteínas, entre otros factores, que desplazaron al pan de alimento básico. No obstante, siguió siendo parte esencial del menú humano.
Así mismo, fue evolucionando, y a la masa se le comenzaron a agregar otros ingredientes como por ejemplo los frutos secos, semillas, cremas, dulces, mermeladas, carnes frías, uvas pasas, entre otros elementos característicos de cada pueblo, naciendo entonces la increíble variedad de panes que existen en el menú mundial.
Usos sorprendentes del pan duro
Sin embargo, como todo alimento, el pan cuenta también con un período prudente para su consumo, pues aun cuando dura mucho más que otros alimentos, también experimenta un proceso natural de degradación, que origina que en un momento determinado ya no pueda seguir siendo consumido por el ser humano. Uno de ellos es cuando se torna duro.
El proceso por el cual el pan se coloca duro, se debe directamente a la pérdida de humedad, lo cual lo hace tornar seco, y poco agradable al gusto. No obstante, la culinaria universal ha desarrollado deliciosos platos para el aprovechamiento de esta fase del pan.
Empero, si el pan ya ni siquiera se encuentra apto para ser usado en este tipo de platos, puede que todavía siga siendo útil dentro de casa. A continuación, algunas sorprendentes tareas que se le pueden designar al pan duro:
Sopas y guisos sin grasa
En la cocina, puede suceder que al preparar una salsa o una sopa, tal vez se use un poco de aceite de más, o que los propios elementos usados, como por ejemplo la carne de pollo, res o cerdo, suelten más grasa de lo debido, lo cual pese al rico sabor que puede generar en la preparación, pueden ocasionar también una capa de grasa superficial, nada agradable.
Empero, no todo está perdida, y aunque parezca difícil de recoger, en realidad hay una manera bastante sencilla de hacerlo. Para esto, entonces simplemente será necesario verter en la preparación una o dos rodajas de pan duro, y dejarlas permanecer en la preparación por unos cuantos minutos, los cuales serán suficientes para recoger la grasa de más, y poder entonces servir un plato mucho más apetitoso.
Galletas crocantes por más tiempo
Otro de los importantes usos que puede tener el pan duro es el permitir que esas deliciosas galletas duren mucho más tiempo crocantes. Según explican entonces los expertos, las galletas, debido a las características de su masa, cuentan con la propiedad de absorber mucha humedad del ambiente, por lo que con el paso de los días, una vez abierto el empaque, comienzan a tornarse blandas.
No obstante, colocar en el paquete de galletas abierto una o dos rodajas de pan duro pueden hacer la diferencia, ya que este ingrediente tiene la cualidad contraria, es decir, la de absorber la humedad del ambiente, por lo que entonces la humedad atraída por las galletas puede terminar en realidad en el pan duro, permitiendo que volver al paquetito abierto no sea una decepción, sino una deliciosa experiencia por mucho más tiempo.
Paredes limpias
Entre los distintos incidentes domésticos que pueden ocurrir se encuentran aquellos relacionados con la limpieza de las paredes, lo cual parece a veces imposible si se cuenta con la presencia de niños pequeños, los cuales pueden decorar las paredes con hermosos dibujos a crayón. Así mismo, puede suceder que al querer reubicar un mueble, simplemente se deje un recuerdo en el muro.
Empero, cuando esto sucede, la solución no se encuentra tan solo en la tienda de pinturas, y en la brocha, sino que existen algunos truquitos, entre los que distingue el pan blanco duro. Para usarlo con este propósito, y según han señalado las distintas fuentes, se deberá tomar la tajada de pan blanco duro, y con la parte blanca proceder a frotar, pero sin raspar, la superficie de la pintura, viendo con emoción cómo las manchas son parte del pasado.
Sartenes sin olor
Aun cuando algunas preparaciones como el pescado, los huevos revueltos o ciertas salsas, se encuentren entre los preferidos del menú, puede resultar un poco pesado el sentir el olor de ellos, durante días, en los utensilios que se han requerido en la preparación. Sin embargo, existe un truquito que puede evitar que esto sea así.
Con el fin entonces de que el sartén o la olla no queden con ciertos olores, se recomienda que una vez se ha realizado la preparación, y se ha llevado a una fuente, entonces se coloque en el centro del utensilio, y todavía con el fuego prendido, una rebanada de pan duro, tapando entonces por unos minutos, antes de lavar. De acuerdo a la palabra de los expertos, esto bastará para que el pan duro recoja todo el olor, que hubiese podido quedar en el sartén.
Este truco también puede servir en caso de que algún alimento se haya quemado. E incluso para que el ambiente pierda el olor de alguna preparación, se puede simplemente colocar una rebanada de pan duro en la cocina, esperando que este alimento haga su trabajo.
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