¿Qué es una cortesana honesta?
Su brillo fue tan intenso que se apagó rápidamente, pero los vestigios de su éxito perduraron a lo largo de la historia. Hoy en el portal vamos a contar un poco sobre la historia de Verónica Franco, una afamada cortesana del siglo XVI, quien no sólo se destacó por su belleza sino por su talento en la poesía.
Según la jerarquía de las cortesanas en el siglo de oro italiano, estas mujeres se dividían en varias categorías. Por una parte se hablaba de las cortesanas honestas: todas aquellas jovencitas pertenecientes a distinguidas familias que contaban con una gran educación y con otros talentos en otras áreas como la literatura, medicina, arte o música.
Por otro lado se encontraban las cortesanas de fuego: todas aquellas mujeres que vendían sus cuerpos en bares y que habían terminado en aquella profesión por necesidad. Pero como el mundo de ambas cortesanas era tan diferente, y solo estaban ligadas por el oficio, vamos a concentrarnos en las primeras: las cortesanas honestas. Aquellas mujeres, aunque no lo parezca, tras bambalinas tuvieron gran influencia en los hombres a los que acompañaban y contaron con una herramienta que escaseaba en aquella época para las demás féminas, la libertad.
Herencia materna
Con el concepto claro de qué significa ser una cortesana honesta, vamos a hablar ahora de la protagonista del día de hoy: Verónica. Ella fue hija de Francesco Maria Franco y de Paola Fracassa (otra cortesana honesta). Cuando niña, su familia le permitió educarse al lado de sus hijos varones, algo insólito considerando la época en que se encontraban. El conocimiento y la sed por sabiduría abrieron un nuevo mundo para la joven Verónica.
Sin embargo, sus alas fueron cortadas cuando la casaron con un médico mucho mayor que ella y que la quería destinar aquella vida a la que se vieron sometidas muchas mujeres: la de una ama de casa sumisa y callada, un objeto que solo servía para traer hijos al mundo.
El carácter de Verónica dio pie para que el matrimonio durara apenas unos meses, y cansada de la vida doméstica se separó de su marido y fue en busca de su madre, quien le enseñó todo lo que debía saber del oficio más antiguo en el mundo. Más que sumergirse en el mundo de la prostitución, Verónica tenía claro que lo que quería era independencia.
Y al poco tiempo la joven compartió página con su madre en el afamado libro de Tariffa delle puttane, un recopilado de los nombres, direcciones y tarifas de todas las cortesanas en la ciudad de Venecia. La nueva cortesana cobraba lo mismo que su madre, dos escudos, pero con el tiempo ese precio subiría notablemente.
Las amistades que cultivó en círculos literarios y de artistas
El ingenio de la Cortesana fue muy apreciado por mucha gente. Verónica era invitada a fiestas en donde entretenía a la gente tocando diferentes instrumentos, debatiendo sobre política, hablando de literatura o exponiendo algunos de sus escritos.
Su talento llamó la atención de varios hombres, entre los que se destacó el Duque de Mantua quien la patrocinó y la ayudó a crear una gran red de contactos. Pero una de sus relaciones fue la que la catapultó a la fama: en el año de 1574, Enrique III de Valois, futuro Rey de Francia, se encontraba visitando Venecia y durante 11 días contó con la compañía de Verónica.
Entre las personas con las que Verónica más disfrutaba pasar tiempo se encontraba Domenico Venier, un político y poeta que se dedicaba a patrocinar la cultura y el arte en la Ciudad.
Acusación y legado
Las malas lenguas y las habladurías llevaron a la mujer a enfrentarse al Santo Oficio. Fue condenada por distintos delitos entre los que se encontraba engañar a sus clientes y practicar artes oscuras, sin embargo, gracias a las conexiones con las que contaba puso salir en libertad. Lamentablemente su nombre fue mancillado y tuvo que refugiarse en el anonimato para salvaguardar su privacidad.
Verónica tenía claro desde un principio que su oficio como cortesana le acarrearía muchas dificultades, pero también sabía que le daría lo que más deseaba: libertad. Empero, aparentemente sí una mujer recurre al sexo como herramienta de trabajo es sinónimo de perder su buen nombre o derechos.
Con esa triste realidad colgando sobre su cabeza, la protagonista del día de hoy siguió por ese mundo y dejó un legado lleno de palabras hermosas y literatura. Como lo mencionamos en un principio, Verónica contaba con gran talento para las composiciones en prosa; con la ayuda de Venier logró publicar dos libros que contaban con un recopilado de poemas de su autoría: Terze rima y Lettere familiari a diversi. El segundo se trató de un libro que reunió toda la correspondencia que mantuvo con distintos personajes del momento.
Otro golpe duro para la poetisa fue el brote de peste negra que la obligó a huir de su hogar. Al regresar, se encontró con que su casa había sido saqueada perdiendo gran parte de sus pertenencias.
De sus últimos días se tienen distintas versiones. En una nos dicen que Verónica murió en la pobreza a la edad de 45 años. En versiones más amables de su final se cuenta que una de las metas que tenía Verónica (y que logró cumplir) fue fundar una casa de retiro para las antiguas cortesanas, para que tuvieran un sitio tranquilo en el cual descansar; otras dicen que dejó parte de su dinero a dos niñas para fuera usado como dote y contaran con las mismas posibilidades que ella tuvo de elegir su propio camino.
Fuentes:
- https://www.portalsolidario.net/ocio/visu/biografia.php?rowid=9893
- https://es.wikipedia.org/wiki/Ver%C3%B3nica_Franco
- https://www.objetivobienestar.com/veronica-franco-mujer-cortesana-intelectual_13010_102.html
Imágenes: 1: cheblender.org, 2: wikipedia.org
¿Qué es una cortesana honesta?
Su brillo fue tan intenso que se apagó rápidamente, pero los vestigios de su éxito perduraron a lo largo de la historia. Hoy en el portal vamos a contar un poco sobre la historia de Verónica Franco, una afamada cortesana del siglo XVI, quien no sólo se destacó por su belleza sino por su talento en la poesía.
Según la jerarquía de las cortesanas en el siglo de oro italiano, estas mujeres se dividían en varias categorías. Por una parte se hablaba de las cortesanas honestas: todas aquellas jovencitas pertenecientes a distinguidas familias que contaban con una gran educación y con otros talentos en otras áreas como la literatura, medicina, arte o música.
Por otro lado se encontraban las cortesanas de fuego: todas aquellas mujeres que vendían sus cuerpos en bares y que habían terminado en aquella profesión por necesidad. Pero como el mundo de ambas cortesanas era tan diferente, y solo estaban ligadas por el oficio, vamos a concentrarnos en las primeras: las cortesanas honestas. Aquellas mujeres, aunque no lo parezca, tras bambalinas tuvieron gran influencia en los hombres a los que acompañaban y contaron con una herramienta que escaseaba en aquella época para las demás féminas, la libertad.
Herencia materna
Con el concepto claro de qué significa ser una cortesana honesta, vamos a hablar ahora de la protagonista del día de hoy: Verónica. Ella fue hija de Francesco Maria Franco y de Paola Fracassa (otra cortesana honesta). Cuando niña, su familia le permitió educarse al lado de sus hijos varones, algo insólito considerando la época en que se encontraban. El conocimiento y la sed por sabiduría abrieron un nuevo mundo para la joven Verónica.
Sin embargo, sus alas fueron cortadas cuando la casaron con un médico mucho mayor que ella y que la quería destinar aquella vida a la que se vieron sometidas muchas mujeres: la de una ama de casa sumisa y callada, un objeto que solo servía para traer hijos al mundo.
El carácter de Verónica dio pie para que el matrimonio durara apenas unos meses, y cansada de la vida doméstica se separó de su marido y fue en busca de su madre, quien le enseñó todo lo que debía saber del oficio más antiguo en el mundo. Más que sumergirse en el mundo de la prostitución, Verónica tenía claro que lo que quería era independencia.
Y al poco tiempo la joven compartió página con su madre en el afamado libro de Tariffa delle puttane, un recopilado de los nombres, direcciones y tarifas de todas las cortesanas en la ciudad de Venecia. La nueva cortesana cobraba lo mismo que su madre, dos escudos, pero con el tiempo ese precio subiría notablemente.
Las amistades que cultivó en círculos literarios y de artistas
El ingenio de la Cortesana fue muy apreciado por mucha gente. Verónica era invitada a fiestas en donde entretenía a la gente tocando diferentes instrumentos, debatiendo sobre política, hablando de literatura o exponiendo algunos de sus escritos.
Su talento llamó la atención de varios hombres, entre los que se destacó el Duque de Mantua quien la patrocinó y la ayudó a crear una gran red de contactos. Pero una de sus relaciones fue la que la catapultó a la fama: en el año de 1574, Enrique III de Valois, futuro Rey de Francia, se encontraba visitando Venecia y durante 11 días contó con la compañía de Verónica.
Entre las personas con las que Verónica más disfrutaba pasar tiempo se encontraba Domenico Venier, un político y poeta que se dedicaba a patrocinar la cultura y el arte en la Ciudad.
Acusación y legado
Las malas lenguas y las habladurías llevaron a la mujer a enfrentarse al Santo Oficio. Fue condenada por distintos delitos entre los que se encontraba engañar a sus clientes y practicar artes oscuras, sin embargo, gracias a las conexiones con las que contaba puso salir en libertad. Lamentablemente su nombre fue mancillado y tuvo que refugiarse en el anonimato para salvaguardar su privacidad.
Verónica tenía claro desde un principio que su oficio como cortesana le acarrearía muchas dificultades, pero también sabía que le daría lo que más deseaba: libertad. Empero, aparentemente sí una mujer recurre al sexo como herramienta de trabajo es sinónimo de perder su buen nombre o derechos.
Con esa triste realidad colgando sobre su cabeza, la protagonista del día de hoy siguió por ese mundo y dejó un legado lleno de palabras hermosas y literatura. Como lo mencionamos en un principio, Verónica contaba con gran talento para las composiciones en prosa; con la ayuda de Venier logró publicar dos libros que contaban con un recopilado de poemas de su autoría: Terze rima y Lettere familiari a diversi. El segundo se trató de un libro que reunió toda la correspondencia que mantuvo con distintos personajes del momento.
Otro golpe duro para la poetisa fue el brote de peste negra que la obligó a huir de su hogar. Al regresar, se encontró con que su casa había sido saqueada perdiendo gran parte de sus pertenencias.
De sus últimos días se tienen distintas versiones. En una nos dicen que Verónica murió en la pobreza a la edad de 45 años. En versiones más amables de su final se cuenta que una de las metas que tenía Verónica (y que logró cumplir) fue fundar una casa de retiro para las antiguas cortesanas, para que tuvieran un sitio tranquilo en el cual descansar; otras dicen que dejó parte de su dinero a dos niñas para fuera usado como dote y contaran con las mismas posibilidades que ella tuvo de elegir su propio camino.
Fuentes:
- https://www.portalsolidario.net/ocio/visu/biografia.php?rowid=9893
- https://es.wikipedia.org/wiki/Ver%C3%B3nica_Franco
- https://www.objetivobienestar.com/veronica-franco-mujer-cortesana-intelectual_13010_102.html
Imágenes: 1: cheblender.org, 2: wikipedia.org