Mi nombre es Gabriel José de la Concordia García Márquez, aun cuando el mundo de la literatura me recuerda más comúnmente como Gabriel García Márquez, y aquellos que me quieren como el Gabo, apodo que se popularizó en conjunto con la fama de mis novelas y el Nobel de Literatura que recibió mi célebre novela Cien Años de Soledad, aun cuando a mí siempre me pareció mucho mejor mi novela El Amor en los tiempos del Cólera, donde cuento cómo se conocieron mis padres.
Primeros años
Nací en el pueblo costero Aracataca, en el departamento del Magdalena, en Colombia, el 6 de marzo de 1927, convirtiéndome así en el hijo de Gabriel Eligio García, telegrafista llegado a Aracataca, y Luisa Márquez, hija del coronel liberal Nicolás Ricardo Márquez Mejía, militar liberal en quien años después me inspiré para escribir el personaje del general Aureliano Buendía.
Cuando vivía mis primeros años, mi padre decidió cambiar de profesión, convirtiéndose en farmaceuta, razón por la cual se mudó en enero de 1929 a la ciudad de Barranquilla con mi madre. Por mi parte, yo permanecí bajo el cuidado de mi abuelo Nicolás y mi abuela Tranquilina Iguarán Cortés, a quien yo llamaba “mina” y que llenó mi imaginación con historias de supersticiones, fantasmas e historias fantásticas, convirtiéndose en mi primera influencia literaria, y en semilla de lo que me haría nacer al Realismo Mágico, pues combinaba la realidad con la fantasía de una forma tan natural y fehaciente que no cabía duda de lo que estaba contando.
No obstante, cuando cumplí ocho años, el abuelo murió, y la ceguera se había adueñado de los ojos de mi abuela mina. Así que me mudé a Sucre, con mis padres. Allí cursé algunos años de educación, antes de ser enviado a un internado en Barranquilla. En esos años, descubrí mi amor por las letras y la comedia, aun cuando era identificado como un chico tímido.
En 1940 me estrené como poeta, publicando algunos versos en la revista escolar del Colegio San José, el cual era dirigido por los jesuitas. Así mismo, me gané una beca, por parte del Gobierno, recibiendo de premio ser enviado a un liceo en Bogotá. No obstante, por modificaciones estratégicas, terminé en Zipaquirá, un pueblo a una hora de Bogotá, donde hacía mucho frío y en donde cursé mis estudios secundarios en el Liceo Nacional de Zipaquirá.
Oficio de periodista
A pesar de todo, logré destacar en varias disciplinas deportivas, como por ejemplo el béisbol, el atletismo y el fútbol. Finalmente, en 1947, me gradúe como bachiller, y a pesar de querer regresar a la costa, permanecí en Bogotá, donde ingresé a estudiar Derecho, en la Universidad Nacional de Colombia. Fueron años de mucha lectura y escritura, y aun cuando en ese momento ya sabía que quería dedicarme a escribir y hacer periodismo, decidí permanecer en la Universidad para complacer a mi padre. Sin embargo, no desistí en mi vocación, y el 13 de septiembre de 1947 publiqué mi primer cuento en el diario El Espectador, el cual titulé La tercera resignación.
Sin embargo, el destino haría que no terminara esa carrera, pues los disturbios del Bogotazo, ocurridos en 1948, a raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, llevarían al cierre indefinido de la Universidad, y hasta al incendio de la pensión donde vivía. Decidí regresar a Cartagena, en donde ingresé a la Universidad de Cartagena, para continuar con la misión de convertirme en abogado. Al mismo tiempo, tuve la oportunidad de conseguir un cargo de reportero en el periódico El Universal.
A los dos años no había remedio, mi pasión era el periodismo, así que en 1950 le dije adiós a los estudios de Derecho y me centré en el oficio de periodista. Por consiguiente, me mudé a Barranquilla, ciudad donde obtuve un puesto como columnista en El Heraldo. Así mismo, ocho años después de arduo trabajo, decidí que era hora de casarme, así que contraje nupcias con Mercedes Barcha, a quien había conocido en un baile de estudiantes, en aquellos años en los que visitaba a mis padres en Sucre, cuando tenía trece años.
Un año después, Mercedes y yo tuvimos la dicha de convertirnos en padres, trayendo al mundo a Rodrigo García Márquez. En 1961 decidimos como familia mudarnos a Nueva York, donde empecé a ejercer como corresponsal de la agencia cubana de noticias Prensa Latina, no obstante las presiones y amenazas de los sectores enemigos de la Revolución Cubana me hicieron desistir, y preferí partir con mi familia a México. En 1964 nació mi segundo hijo, Gonzalo. Desde entonces me enamoré de Ciudad de México, donde decidí vivir siempre, y escribí las historias de mayor relieve en mi carrera.
Triunfo como escritor
En este aspecto, la verdadera fama como escritor cayó sobre mí luego de la publicación de Cien Años de Soledad, la cual fue publicada por primera vez en 1967, convirtiéndose en un verdadero fenómeno en ventas, lo cual cambió mi vida para siempre. Sin embargo, más allá de los premios y las entrevistas, yo quería seguir escribiendo. También tuve que soportar el título de subversivo, debido a mi relación de amistad con Fidel Castro, teniendo como consecuencia que me negaran durante años la visa a Estados Unidos, hasta que el presidente Bill Clinton, quien aseguraba que Cien Años de Soledad era su novela favorita retiro la prohibición.
En 1981, regresé a Colombia y tuve que huir, pues el presidente de Julio César Turbay me acusaba de financiar el grupo guerrillero M-19, por lo que tuve que exiliarme a México. Un año después me fui galardonado con el Premio Nobel de Literatura, por Cien Años de Soledad, aumentando aún más la fama de esta historia, la cual pasó a ser por antonomasia modelo del Realismo Mágico, como los críticos bautizaron a esa forma de escribir que conjugaba verdad y fantasía. Los años siguientes los pasé escribiendo y alternando el paisaje entre México, La Habana y Cartagena de Indias.
Dentro de mi obra literaria más destacada, se encontraba Los funerales de la Mamá Grande (1962), La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961), Relato de un náufrago (1970), Ojos de Perro Azul (1972), El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989), Del amor y otros demonios (1994), Doce cuentos peregrinos (1992), Vivir para contarla, entre otras. No obstante, mi favorita –como siempre lo mantuve ante la prensa- es El amor en los tiempos del cólera.
Muerte de Gabriel García Márquez
En el año 1999, este célebre escritor fue diagnosticado con un cáncer linfático. Después de un tratamiento intenso logró vencer esta enfermedad. Se dedicó de lleno a la escritura, pensando que el tiempo no le alcanzaría. Luego de quince años, en 2014, tuvo una recaída, descubriendo que el cáncer se había extendido a otros órganos. Finalmente, el 17 de abril de 2014, Gabriel García Márquez falleció en su residencia en México. En su patria natal, el presidente colombiano Juan Manuel Santos decretó tres días de duelo, así mismo en todas las latitudes se hicieron homenajes al hombre que contó al mundo la saga de la familia Buendía y su condena a Cien Años de Soledad.
Imagen: biografiasyvidas.com
Otro ejemplo a manera de biografía corta Gabriel García Márquez es, de lejos, uno de los escritores más importantes de la literatura universal de todos los tiempos y, algunos expertos lo sitúan como el segundo escritor más importante de la lengua española luego de Miguel de Cervantes Saavedra.
Gabriel García Márquez es, de lejos, uno de los escritores más importantes de la literatura universal de todos los tiempos y, algunos expertos lo sitúan como el segundo escritor más importante de la lengua española luego de Miguel de Cervantes Saavedra.
Hola amigos, mi nombre es Gabriel García Márquez, aunque mis amigos me dicen Gabo o Gabito, y mi nombre completo es Gabriel José de la Concordia. Nací el día 6 de marzo de 1927 en el municipio de Aracataca, Colombia.
Soy hijo de Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez y desde muy niño ya tenía pasión por la escritura. Estudié en el colegio San José donde haría mis primeros escritos y poemas. Terminé mi secundaria en la ciudad de Zipaquirá y luego me trasladé a Bogotá para emprender mis estudios en Derecho, más por complacer a mi padre que por gusto propio. Me matriculé en la Universidad Nacional de Colombia y mi pasión por la escritura crecía.
Me motivaban especialmente los relatos fantásticos de mi abuela en la que intervenían muchos personajes realizando acciones inesperadas. Para aquella época corría el año de 1947 y, para entonces, publicaría mi primer cuento, al que llamé La tercera resignación. Este cuento fue publicado en el periódico El espectador, de Bogotá. Posteriormente publicaría Hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba, entre otros.
En el año de 1958 me casé con Mercedes Barcha, el gran amor de mi vida y con quien tuve a mis hijos Rodrigo y Gonzalo. Posteriormente me trasladaría con Mercedes y Rodrigo a New York, donde me comenzaría a desempeñar como corresponsal de prensa. Esos serían los primeros pasos de una larga carrera dedicada al periodismo.
Posteriormente me instalé en la ciudad de México y allí fue donde escribí Cien años de soledad, misma que se publicó en el año de 1967. Lejos estaba yo de imaginar el fenómeno que causaría esta obra. Este fue el inicio de innumerables premios. Sin duda, mi vida había cambiado y haría amistad con personajes notables, entre ellos cabe resaltar a mi gran amigo Fidel Castro, con quien también tenía afinidad no sólo como persona, sino con su ideología política.
Luego escribí otras obras que también lograron gran impacto como Ojos de perro azul y El otoño del patriarca. Luego, en el año de 1982 ocurriría un gran acontecimiento en mi vida y que seguro muchos de ustedes conocen. Cómo olvidar ese 21 de octubre de 1982, el día en el que recibí el Premio Nobel de Literatura por mi libro Cien años de soledad… fue uno de los días más felices de mi vida.
Esa fue la cima de mi carrera, aunque no por ello dejé de escribir. Obras posteriores a dicha fecha son El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Doce cuentos peregrinos, y Del amor y otros demonios, entre varias obras más.
Más recientemente he publicado Yo no vengo a decir un discurso, publicada en 2010.
Por lo demás les puedo contar que me encuentro radicado en la ciudad de México y que aún surgen ideas en mi mente para crear nuevas obras, que el amor por las letras no cesa, que es irremediable, que no podría dejarlas ni aún cuando fuera condenado a cien años de soledad.