El Pensante

Benalua, la estación del olvido

Lugares y tradiciones - septiembre 22, 2010

Incursión al pasado

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Con más de tres mil años de historia, Alicante es una ciudad que ha ido progresando a lo largo de su historia y gran parte de su culpa se le debe a la llegada del ferrocarril a la ciudad en el siglo XIX, mediante la unión de Alicante con la capital de España, Madrid.

Pero si bien esta línea unía el litoral alicantino con el centro de España, otra línea será la que uniría Alicante con el corredor mediterráneo y aun más en concreto, con Murcia.

El día 11 de mayo de 1884, se inaugura esta última línea. Puesto que el trayecto era ya necesario y aportaba a su vez riqueza económica a la ciudad, el año 1885 comienza a construirse una nueva estación, la estación de Alicante – Murcia, más comúnmente conocida como “La estación de Benalua”, ya que es el distrito alicantino en el que se sitúa.

Finalizada ya, esta se puso en funcionamiento en 1888, cuando utilizando unas instalaciones provisionales de madera, se inauguró esta estación que lucía así de esplendorosa en lo que fueron sus años de vida.

A partir de entonces,  es el momento en el cual los trenes iban llegando a la estación y partiendo de esta rumbo al sur, impregnando los alrededores con el humo característico producido por aquellas impresionantes y bellas máquinas de vapor.

Como anécdota cabe destacar que en su recorrido de inauguración el tren descarriló de camino entre las lagunas de La Mata y Torrevieja.

La estación fue proyectada por el ingeniero francés M. Alemandy, quien le confirió un aire romántico con una arquitectura de pilastras, recercados y balaustradas, motivo por el cual fue el emblema de la línea, puesto que era la cabecera y se instaló en un punto estratégico en la red al ser el Puerto de Alicante el de mayor tráfico comercial del Mediterráneo español.

Frente al valor emblemático como moderna puerta de la ciudad que adquirieron las principales estaciones (papel que en Alicante asumió la estación de Madrid), esta fue de carácter más modesto, aunque las pocas transformaciones sobre su fachada han permitido conservarla hasta hoy prácticamente igual su concepción inicial.

Tras explicar un poco de historia acerca de la estación, vamos a ir desgranandola poco a poco a través de las fotografías.

La estación posee una tipología de planta como estación terminal de línea, disponiéndose la edificación en forma de U, aprovechando así la concavidad para situar el hangar de llegada de trenes.

El cuerpo central del edificio, destinado a los viajeros, está enfrentado al final de las vías, tiene dos plantas y está resuelto en un solo plano, subdividido mediante el empleo de pilastras y con unos huecos de forma y tamaño distinto según posición en la planta y función a desarrollar.

La fábrica constructiva es pétrea, resolviéndose estilísticamente dentro de una línea ecléctica en donde se recogen elementos de diversa procedencia.

De él salen dos brazos laterales de una planta paralelos a las vías y que fueron utilizados como almacenes y los servicios, prueba de ello lo encontramos en los antiguos letreros en la parte superior de las antiguas entradas.

Para poder comprender el impacto que las estaciones ferroviarias tuvieron en la sociedad de la época, podemos pensar que el ciudadano de a pie vivía en una ciudad sin electricidad o servicios esenciales, y su único medio de transporte era el caballo, con el que tardaban días en cubrir distancias. Tras la llegada del ferrocarril esas mismas distancias se tardarían en recorrer apenas unas horas.  En la siguiente instantanea correspondiente al año de inauguración del edificio, se puede observar su majestuosa fachada principal y a su entrada los diversos carruajes aparcados.

Los trenes fueron los principales protagonistas del progreso que tranformó ciudades que vivían amuralladas en modernas sociedades donde la industria, la cultura y el desarrollo se colaban en cualquier resquicio del ambiente.
Cuando aquél avance del que tanto se había leído, llegó a la ciudad de Alicante por primera vez, fue un gran shock cultural y conceptual. El futuro había llegado, y aquella enorme máquina de hierro, ruidosa y humeante, era capaz de trasladar viajeros a ciudades muy lejanas en muy poco tiempo. Había llegado la modernidad y el futuro, y este avance sería el primero de una larga cadena.

Pero pronto la cosa cambiaría…

El tiempo seguía pasando y pasando y los trenes todavía llegaban a la estación enriqueciendo la zona y sobretodo al puerto de la ciudad. Este auge comercial del puerto y su gran desarrollo fue el que motivó la entrada de las vías en el interior del muelle de poniente suponiendo así que los trenes regionales que conectaban Alicante con Murcia se concentraran junto con el resto en la estación de Madrid.

La falta de uso, motivó que el último tren comercial saliera desde aquí en 1974, 90 años después del trayecto inaugural de la línea. Posteriormente, durante un breve período de tiempo, en 1982 la estación volvió a entrar en funcionamiento por las graves inundaciones que padeció la ciudad, y que dejaron inutilizable la estación de Madrid.

Tan solo 10 años después de la salida de este último tren comercial, el ayuntamiento decidió instalar la placa conmemorativa al centenario de esta línea ferroviaria.

Desde entonces, su uso fue inexistente y el puerto empleó la playa de vías y la zona de clasificación de trenes para organizar y aparcar los vagones de mercancias.

Una vez explicada su historia, procedemos a visitar su interior, de donde cabe destacar las imponentes escaleras interiores pese a que poco de allá dentro se pudiera salvar, ya que el olvido y la mano de los indigentes hizo el resto.

En este estado nos encontramos con un antiguo baño del interior de la estación.

Además de observar algunas pintadas un poco egocéntricas…

Por suerte y tras poner muchisimo empeño y llevar mucho tiempo detrás diversas asociaciones para no enterrar definitivamente el edificio de la estación, ADIF cedió por 30 años el edificio al Ministerio de Exteriores para albergar la sede de la Casa Mediterraneo. Por lo tanto, un edificio que durante un largo periodo de tiempo estuvo condenado al olvido, al final ha conseguido no llegar hasta el final de la luz y hoy en dia recobra la vida que nunca debió perder.

Pasando a convertirse en un importante centro cultural,  en su rehabilitación se ha obligado a mantener las estructuras metálicas, así como también la fachada principal. El edificio pasará a poseer además de las oficinas de la institución, una sala de exposiciones de usos múltiples, un salón de actos con capacidad para acoger conferencias,  foros, seminarios, coloquios, debates,  proyecciones y también un auditorio al aire libre.

De esta forma es como luce hoy día su fachada principal.

Y es que como se suele decir…

El tiempo no perdona.

Pero en este caso, ante el olvido…

Gran solución.

Tejido por Nalabcer

Fuentes: