Ignacio José de Allende y Unzaga (San Miguel de Allende, México – 21 de enero de 1769, Chihuahua, México, 26 de junio de 1811). Militar y prócer de la Independencia mexicana, quien luchó junto al padre Miguel Hidalgo y Costilla durante los primeros estadios de la Guerra de Independencia, llegando incluso a relevarlo en su liderazgo, cuando el propio movimiento y sus circunstancias exigieron la necesidad de otra cabeza al mando.
Primeros años
De acuerdo a las distintas fuentes biográficas, en relación a este héroe de la Independencia mexicanas, Ignacio José de Allende y Unzaga habría nacido el 21 de enero de 1769, en el poblado de San Miguel el Grande, el cual se convirtió posteriormente en San Miguel de Allende, ubicado en la actualidad en estado de Guanajuato, México. Así mismo, sus biógrafos resaltan cómo este héroe pertenecía a una importante familia española, de cómoda posición social, siendo sus padres, el comerciante Domingo Narciso de Allende y Ayerdy, y su madre, María Ana de Unzaga.
Inicios en la milicia
Cónsono con las costumbres de la sociedad colonial a la que pertenecía, Ignacio Allende ingresó en 1802 al Ejército virreinal de la Nueva España, en donde a las órdenes de Félix María Calleja logró ascender dentro del corregimiento de caballería, Dragones de la Reina, el cual revestía especial prestigio dentro de las filas militares de ese entonces. Sin embargo, eventualmente, sus ideas lo llevarían a decidir pertenecer al bando contrario, aquel que en lugar de defender la monarquía española, lucharía por la Independencia de la tierra que lo vio nacer.
Lucha patriótica
Es así como para el año 1809, Ignacio Allende participa en la primera campaña clandestina independentista, la cual tuvo lugar en Valladolid (actual población de Morelia) y en donde se incorporó gracias a la invitación de los esposos José Miguel Domínguez y Josefa Ortiz de Domínguez. Durante esta gesta, tuvo también la oportunidad de conocer a algunas de los líderes independentistas más importantes, entre ellos Juan Aldama y el padre Miguel Hidalgo.
No obstante, el 16 de septiembre de 1810, a apenas un año de preparación y gracias a la delación de uno de los participantes, este movimiento subversivo fue descubierto, en lo que se conoció históricamente como la Conspiración de Querétaro. Empero, esto sirvió para que la población en general se enterara de las intenciones de estos independentista, y decidieran unirse a su clamor libertario, teniendo entonces lugar el primer Grito de Independencia, conocido también como el Grito de Dolores, por haber ocurrido en la población de Dolores, ubicada en el actual estado de Guanajuato, y que al día de hoy, lleva por nombre Dolores Hidalgo.
A pesar de que los hechos habían ayudado a salir adelante el movimiento independentista, habían generado una nueva conformación de fuerzas, puesto que en principio se habían designado a Juan Aldama y a Ignacio Allende, para que lideraran los actos independentistas, pero la delación provocó que en aras de salvar el movimiento fuese el padre Hidalgo el que saliera adelante dando el Grito de la Independencia, convirtiéndose entonces en el principal líder de esta etapa independentista, puesto que los rebeldes cerraron filas tras de él, siguiendo entonces hacia la población de San Miguel, en donde sorprendentemente el regimiento al que pertenecía Ignacio Allende se sumó también a la causa.
Ascenso a Teniente General
Siete días más tarde, el 22 de septiembre de 1810, es ascendido por el Ejército independentista al grado de Teniente General, convirtiéndose en objetivo militar de las fuerzas realistas, sobre todo a partir del 27 de septiembre, cuando el Virrey publicó un edicto en donde ofrecía hasta 10.000 pesos de recompensa, a quien apresara y entregara a las autoridades –vivos o muertos- a los líderes de este movimiento, que pretendía desobedecer a la Corona española.
Con respecto a su actuación como independentista, Ignacio Allende fue uno de los militares más admirados y respetados, debido quizás a su ético ejercicio en armas, puesto que además de ser reconocido como un gran caballero, la historia cuenta cómo mantenía una absoluta disciplina en sus tropas, oponiéndose a cualquier abuso hacia la población o el enemigo. Así mismo, resaltó por no fusilar a sus prisioneros o enemigos derrotados.
Sustitución del padre Hidalgo
El 28 de septiembre de 1810, las fuerzas independentistas lograron tomar la población de Alhóndiga de Granaditas, ubicada en el actual estado de Guanajuato. Casi un mes después, el 25 de octubre, en Toluca, las fuerzas insurgentes lograban una gran victoria en Monte de las Cruces. Contando con un gran impulso y una serie de batallas ganadas, y en total intención estratégica, Ignacio Allende propone seguir hacia la capital del virreinato, a fin de dar el golpe decisivo al poder. No obstante, el padre Hidalgo se opuso férreamente a esta propuesta, lo cual consistió en un error que selló el fracaso del movimiento independentista, y acabó con la buena relación entre Allende y este sacerdote.
El 17 de enero de 1811, el Ejército independentista mexicano vivía una gran derrota frente a las tropas realistas en la Batalla de Puente Calderón. Conscientes de que era hora de revisar sus estrategias y su jerarquía, los independentistas pidieron que Hidalgo fuese relegado de sus funciones, como máximo líder del movimiento. En consecuencia, Ignacio Allende asumió la responsabilidad de llevar las riendas de las tropas libertarias.
Arresto y ejecución
Decidido a dirigir a sus hombres hacia el norte del territorio mexicano, a fin de buscar dinero, armas e incluso más hombres, que se sumaran al diezmado ejército independentista, Ignacio Allende emprendió la marcha. Sin embargo, a raíz de la traición de Ignacio Elizondo fue emboscado y hecho prisionero, junto a otros independentistas, en Acatita de Baján. Inmediatamente fue llevado a la ciudad de Chihuahua.
Posteriormente, junto a sus compañeros Mariano Abasolo, Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez y Juan Aldama, fue acusado de insurrección y condenado a pena máxima. De esta forma, el 26 de junio de 1811 fue fusilado por las tropas realistas. Así mismo, su cadáver fue decapitado, y su cabeza colgada en Alhóndiga de Granaditas, como represaría a cualquiera que quisiera seguir su ejemplo.
Diez años después, en 1821, luego de firmado el Plan de iguala, por orden del futuro presidente Anastasio Bustamante, la cabeza de Ignacio Allende fue retirada de su sitio de condena, y enterrada con honores. Durante años reposó en la Columna de la Independencia, ubicada en la Ciudad de México, hasta que en el año 2010 fueron exhumados y conducidos al Museo Nacional, a fin de empezar estudios que llevaran a su autentificación científica.
Imagen: retrato póstumo de Ignacio Allende (José Inés Tovilla, 1912) / Fuente: wikipedia.org