Isabel I (Madrigal de las Altas Torres, actual territorio de España, 22 de abril de 1451 – Medina del Campo, actual territorio español, 26 de noviembre de 1504). Lideresa militar, Lideresa política, Noble y Reina de Castilla y Aragón.
Mejor conocida como Isabel La Católica, quien reinó y consiguió, junto al rey católico Fernando II de Aragón, la expulsión de los últimos reductos musulmanes, la consolidación de España bajo un mismo reino y el fortalecimiento de la Santa Inquisición. Sin embargo, tal vez su logro histórico más importante fue el financiamiento de las expediciones marítimas de Cristóbal Colón, que trajeron como resultado el encuentro de Europa con el actual continente americano, así como su conquista y extracción de recursos por parte de los españoles.
Primeros años
Isabel I, la Católica, nació el 22 de abril de 1451, en Madrigal de las Altas Torres, ubicado en la actual España. Era hija del rey Juan II de Castilla y su segunda esposa Isabel de Portugal. En 1454, cuando Isabel tenía tres años de edad, su hermano Enrique IV ascendió al trono de Castilla. En 1468, a los diecisiete años, fue reconocida por Enrique IV como heredera al trono, a través del pacto de los Toros de Guisando, privando de sus derechos sucesorios a su propia hija, la princesa Juana, quien según los rumores era realmente hija del duque de Alburquerque, Enrique Beltrán de la Cueva.
Guerra civil y coronación
El futuro esposo de la heredera al trono de Castilla se convirtió en asunto de estado. Su hermano Enrique IV quería como esposo de su futura sucesora a Alfonso V de Portugal. No obstante, bajo la influencia de algunos consejeros, el 19 de octubre de 1469, Isabel I se casó en secreto con Juan II de Aragón, en Valladolid, hecho que enfureció al rey Enrique IV, quien la desheredó, nombrando como nueva sucesora a su hija Juana, conocida como la Beltraneja, a quien casó con Alfonso V de Portugal. Este hecho produjo que a la muerte de Enrique IV, una parte de la nobleza reconociera como heredera a Isabel y otra a Juana, dando lugar a una cruenta guerra civil.
A pesar del apoyo que brindó el rey de Portugal Alfonso V a su esposa Juana, en 1479, el conflicto por la sucesión al trono terminó con el triunfo de Isabel la Católica sobre sus opositores castellanos en la batalla de Toro. Ese mismo año, su esposo Juan II de Aragón falleció, abriéndole el paso a Fernando II al trono de la Confederación catalano-aragonesa, permitiendo la unión política de los reinos de Castilla y Aragón. Los dos soberanos centraron sus esfuerzos entonces en conseguir el control del reino de Granada, último reducto musulmán en el territorio español, esfuerzo que originó un gran esfuerzo bélico y financiero.
Guerra por el reino de Granada
Isabel desempeñó un papel principal en la conducción de esta guerra. En 1491, al igual que Fernando II, se estableció en un cuartel general de avanzada, y permaneció al frente del conflicto bélico hasta el 2 de enero de 1492, cuando Granda finalmente cayó frente a las tropas reales. Desde entonces, Isabel I y Fernando II desarrollaron una política conjunta, encaminada a lograr la expansión de su reino y la consolidación del territorio. Así mismo estimularon la economía nacional y apoyaron el fortalecimiento de la religión católica.
Aportes políticos, religiosos y económicos
Ese año también marcaría un importante suceso de su mandato. El 17 de abril de 1492, finalmente le dio su apoyo financiero a Cristóbal Colón, a fin de que emprendiera su expedición, con el objetivo de conseguir una nueva ruta comercial hacia las indias, partiendo hacia el oeste, las cuales trajeron como resultado el conocimiento para la Corona de un nuevo mundo, el cual fue visto por los reyes y la iglesia como una oportunidad más de expandir sus dominios. Sin embargo, este hecho planteó un nuevo problema para la reina, quien mostraba gran preocupación por el trato que debía darse a los habitantes de estos nuevos territorios.
Isabel I propulsó, con la ayuda del cardenal Cisneros, una profunda reforma de la Iglesia católica. A pesar de haber recibido junto a Fernando II, de manos del Papa Alejandro VI, el título de Reyes católicos, no tuvo límites a la hora de enfrentarse al papado en el nombramiento de algunos cargos eclesiásticos. En 1478 creó el tribunal de la santa Inquisición, a fin de velar por la rectitud y la propagación de la fe católica. En 1492 logró la expulsión de lo judíos, y en 1502 de mudéjares, consiguiendo la unificación religiosa de su reino.
En cuanto a lo político, en 1476, creó la institución de la Santa Hermandad, con el fin de garantizar la administración de la Justicia y el orden público. En 1480 designó al Consejo Real como el principal órgano del Gobierno y abolió todos los privilegios otorgados por su predecesor Enrique IV. En lo económico, Isabel I es reconocida por haber instaurado un estricto sistema fiscal, así como por su crucial participación en el fortalecimiento de la economía basada en la cría y explotación del ganado ovino. Aunque su mayor acierto fue financiar las expediciones colombinas, que se tradujeron a la larga en grandes riquezas para la corona.
Últimos años
Isabel La Católica es reconocida también por haberse preocupado por la educación, siendo protectora de grandes artistas españoles y de origen flamenco. Muchas de las obras más representativas de la época están dedicadas a ella, como por ejemplo la Gramática de Nebrija, publicada bajo su reinado en 1492. En sus últimos años de vida logró, junto a Fernando II, la expansión de su autoridad sobre las órdenes militares de Alcántara, Santiago y Calatrava, consiguiendo con este gran poder para la corona, y extensión sobre sus dominios. A su muerte, ocurrida el 26 de noviembre de 1504, fue sucedida por su hija Juan, esposa de Felipe I y madre de Carlos V, conocida históricamente como Juana la loca, por su desequilibrio mental.
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