Leyendas niponas
Tras algún tiempo dejando de lado las clásicas leyendas japonesas (famosas por sus particularidades), veremos hoy el caso de Buruburu, un espectro japonés que se origina en la cobardía.
El nombre mismo, Buruburu, no es más que una onomatopeya haciendo referencia al sonido que produce un temblor o escalofrío. Son muchas las historias que se cuentan sobre estas misteriosas criaturas, que según la leyenda son capaces de seguir a una persona por varios días causando en ella el terror que las caracteriza.
El nacimiento del espíritu
Al contrario que en la tradición occidental, en Japón existen muchos tipos de espíritus caracterizados, ante todo, por la forma en que murieron y por su naturaleza mientras estaban vivos. Los Buruburu en particular pueden originarse por un acto de cobardía (como por ejemplo huir de una batalla), pero ante todo son los espíritus de personas que murieron en escenarios de completo terror. Es esta sensación la que dicta las acciones del espíritu y la que determina su existencia.
Los hábitos del Buruburu
De acuerdo con la leyenda japonesa, este espíritu suele habitar los sitios oscuros y particularmente tranquilos como bosques, cementerios o regiones cavernosas, aunque parece no gustar de los ambientes urbanos. Nacido en el Japón medieval, el Buruburu elegirá una víctima que se encuentre sola en sus dominios y aparecerá ante ella con la figura de un anciano, indefenso, con la esperanza de que su presa no se dé cuenta del peligro que corre.
Apenas tenga la oportunidad se acercará por la espalda y se adherirá a los collares o las prendas de su víctima, desde donde tocará, esporádicamente, su nuca. El objetivo de este acto particular es generar un escalofrío y ponerle la piel de gallina, haciendo que en ella se reproduzca lo último que vivió el espíritu antes de morir.
Aunque algunos hablan de otras maneras por las que el Buruburu genera el terror de sus víctimas, esta es la más común y conocida. Muchas personas, al sentir un escalofrío en el campo, achacan de inmediato al espíritu la culpa de ello. Según se dice, en ocasiones el terror asociado a un Buruburu puede incluso causar un ataque cardiaco.
Como muchas de las leyendas rurales niponas, estos espíritus tienden a desaparecer conforme las ciudades crecen y las poblaciones rurales decrecen. Es probable que en un par de generaciones el Buruburu no sea más que un recuerdo y haya sido completamente reemplazado con las leyendas urbanas niponas.
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