Placas Tectónicas
La existencia de las placas tectónicas fue descubierta hacia mediados del siglo XX y nos permitió comprender el funcionamiento de la actividad sísmica y volcánica en la corteza terrestre. En esencia, lo que significa es que el suelo sólido y rocoso en el que vivimos es en verdad el borde solidificado de una especie de “fluido” terrestre (en parte líquido y en parte sólido) que tiene partes más gruesas y “quiebres” entre estas. El lento movimiento de estas partes, su solapamiento y su retorno a la superficie es lo que crea los continentes y la deriva continental.
De acuerdo con la evidencia, las placas tectónicas han existido desde hace mucho, mucho tiempo. En diferentes periodos de la historia la Tierra ha tenido distintas configuraciones continentales, así, por ejemplo, en tiempos de los primeros dinosaurios solo había un gigantesco continente llamado Pangea, rodeado de un océano que le daba la vuelta al mundo.
Sin embargo, de acuerdo con recientes descubrimientos podría ser que no siempre fue así. En los orígenes de la Tierra podríamos haber tenido una superficie sólida, unificada, más semejante a una cáscara que al mosaico que la cubre actualmente.
Granito y basalto
Los investigadores analizaron trozos de corteza granítica en Australia Occidental (un lugar en el que se encuentran rocas de gran antigüedad) y determinaron que su formación coincidía con la existencia de un planeta con una corteza homogénea, no dividida en placas como la actual. De acuerdo con los investigadores, esta corteza se habría debilitado y roto dando comienzo a la era de las placas tectónicas que dirigirían el destino de la superficie terrestre por los siguientes 4.500 millones de años.
El asunto está lejos de estar definido. La investigación no ha hecho más que poner sobre la mesa un debate que todos pensaban resuelto: futuras investigaciones revelarán más detalles del pasado terrestre.
Imagen: elespectador.com