En el artículo pasado hablamos de los eventos que precedieron al ataque japonés en la base norteamericana de Pearl Harbor y de las razones que podían haber llevado a que los Estados Unidos deliberadamente buscaran un ataque por parte de Japón. Por supuesto, dicho ataque debía suceder de manera taimada y traicionera (al menos a los ojos de la población), por lo que no se podía permitir que nadie sospechara de las intenciones del gobierno norteamericano.
Las provocaciones de los Estados Unidos
Si recordamos los 8 puntos del memo del comandante McCollum, podremos notar que los Estados Unidos ya habían realizado varias de estas acciones. El Imperio Japonés, por lo demás, estaba aliado con Alemania, por lo que representaba una amenaza para las colonias británicas de ultramar: Australia y Nueva Zelanda. Los Estados Unidos sabían que no estarían solos en caso de guerra, y el Imperio Británico también estaba muy interesado en obtener ayuda del país americano.
Sin embargo, los Estados Unidos ya estaban preparándose para la guerra. En términos de inteligencia llevaban más de un año analizando los códigos japoneses, y hay razones para creer que ya habrían descifrado alguno de ellos. En particular, se sabe que los códigos llamados Tsu, Oite y Purple ya habían caído en manos estadounidenses, aunque los códigos más nuevos seguían siendo un misterio. Existen pruebas de que en estos códigos brindaron información al gobierno sobre las intenciones de los japoneses que fueron sistemáticamente ignoradas.
Se ignoran las advertencias del Imperio Británico y de los mismos comandantes norteamericanos
Así mismo, la inteligencia británica y holandesa recogió abundante información que le apuntaba a una posible expedición militar nipona en el pacífico norte. Una vez más, la información fue desestimada por la inteligencia norteamericana. Pero la cosa va más allá:
En noviembre de 1941, semanas antes del ataque, tanto la Marina como el Ejército de los Estados Unidos enviaron advertencias de la inminencia de un ataque japonés a todas las divisiones establecidas en el Pacífico. De acuerdo con estas advertencias, era posible que pronto se entrara en guerra con el país asiático, pero curiosamente se concentraban en el Lejano Oriente e ignoraban la posibilidad de un ataque en Hawái. De manera preocupante, las armas antiaéreas y las defensas de las bases del Pacífico se dejaron a un lado pese a las advertencias.
La versión oficial afirma que se trató de errores de comunicación, rivalidades entre los comandantes y ante todo de la confianza que brindaban las operaciones a gran escala que estaba desarrollando Japón en Tailandia, que hacían suponer que era imposible un ataque en el Pacífico norte. Sin embargo, esta versión se queda corta para explicar por qué tantas advertencias simultáneas, incluso desde el mismo campo militar, fueron completamente ignoradas.
Pero, ¿acaso no arriesgaban demasiado los norteamericanos al abandonar el grueso de su flota ante un ataque japonés? ¿No consideraban posible la derrota? Indudablemente Estados Unidos tiene un territorio inmensamente superior al nipón, pero su población apenas si es el doble. Y además, Japón tenía bajo su dominio un extenso imperio, capaz de abastecerlo. Un ataque sobre la costa oeste, que dejara sin defensas marítimas el país, resultaba peligroso.
Más coincidencias sospechosas
Quizás por esto, “accidentalmente” se enviaron los tres portaaviones de la flota (los barcos más costosos, valiosos e importantes en caso de conflicto) a misiones lejos de Pearl Harbor. Aunque uno de los portaaviones debía estar allí el día anterior al ataque, por varias razones (incluyendo el clima) se fue dilatando su llegada. Para muchos, esto prueba que el gobierno norteamericano analizó bien qué podía y qué no podía arriesgar en este movimiento.
Durante el mismo momento del ataque, la información norteamericana estaba sospechosamente dispersa. El avistamiento de un submarino japonés no generó reacciones por parte de los altos mandos. Los soldados Lockard y Elliot, a cargo del Radar del Punto Opana, llamaron inmediatamente a sus superiores al advertir un gran número de aviones; la respuesta fue “no se preocupen por ello”. Pese a la insistencia de los soldados que se trataba de una gran cantidad, los altos mandos impidieron cualquier acción.
Pero no se trata solo de esto. Parece ser que la inteligencia británica advirtió a los norteamericanos que una gran fuerza japonesa se dirigía hacia el norte. Sus advertencias también fueron desestimadas por el gobierno.
La opinión de varios miembros del gobierno
Muchos altos mandos afirman que era obvio que Japón atacaría a Estados Unidos. El entonces Secretario de la Marina Frank Knox afirmaría que:
“Antes del 7 de diciembre ya era obvio que teníamos a Japón contra las cuerdas. Creo que era el deseo del Presidente Roosevelt, así como de Churchill, que entráramos en guerra: parecían sentir que los aliados no podrían ganar sin nuestra ayuda [… Todas las preparaciones militares japonesas – y conocíamos sus importaciones – le apuntaban a un ataque a Estados Unidos”.
Parece ser que no esperaban la magnitud del ataque. Que las autoridades estadounidenses de alguna manera se confiaron en las distancias y en la habilidad del ejército para responder. Pearl Harbor casi le cuesta el pacífico a la potencia americana, pero al final el poder industrial estadounidense derrotaría a Japón y acabaría con el Gran Imperio Japonés.
Y Estados Unidos, ganador de la Guerra, surgiría como la única potencia mundial, con un poder incomparable. Con el tiempo otras regiones (Europa, la URSS, Japón y el este asiático) se recuperarían, pero la entrada en el conflicto garantizó que los intereses norteamericanos se volvieran imperantes en la agenda de la posguerra. Roosevelt tenía razón: había que forzar la entrada en la Guerra de cualquier manera.
O al menos, la tenía a los ojos de las élites norteamericanas.
¿Qué opinas? ¿Tienes datos que aportar a este debate? ¿Consideras que los norteamericanos sabían del ataque?
- Parte 1:
Fuente de imágenes: 1: atomicheritage.org, 2: americansentinel.edu, 3: media-1.web.britannica.com