La vida es un eterno movimiento, donde todo fluye y refluye, crece y decrece sin cesar. Así mismo son las modas, la moral, los conocimientos y las tradiciones en las épocas, que van transformando la sociedad y la forma de comportarse de los individuos, así como la manera de apreciar el mundo y a los demás. Antiguamente se aceptaban conductas y acciones que hoy, serían tildadas de lo peor. Veamos algunas “Cosas permitidas en el pasado y ahora son prohibidas”:
Zoológicos de personas
Hace tan sólo unas décadas atrás, una gran parte de la humanidad discriminaba y violentaba de modo extremo, a los humanos más vulnerables y que no estuviesen dentro de los parámetros ya establecidos en lo que denominamos “el mundo civilizado” y las “grandes potencias”. Así como habían esclavos de todo tipo, también era normal ver zoológicos de humanos y nada más ni nada menos, que en plena mitad de siglo XX, cuyo autor fue Adolf Hitler.
Jaulas de mascota para bebés
Como si se tratase de conejos, perros, hámster o cualquier otro animal doméstico, la gente de antes solía transportar a los niños pequeños en jaulas. Esta práctica se observaba más que todo, en Inglaterra en los inicios del siglo XX. Pero por si fuera poco, colgaban las jaulas en las ventanas de las viviendas, exponiendo al infante al exterior. Con la modernidad, se extinguió esa costumbre.
Juguetes radioactivos
Literalmente hablando, le compraban a los niños algunos artefactos para que se adentraran en el mundo de la ciencia, pero estaban repletos de verdaderos materiales con radiación, como altas concentraciones de uranio y polonio. Actualmente serían de inmediato catalogados como de gravísimo peligro, tanto de cáncer como de muerte. Ellos no le veían nada negativo.
Enviar niños por el correo
¿Qué le dirían a alguien si llegara al correo de encomiendas con un niño, para enviarlo a otra ciudad o país? Hasta llamarían a la policía. Pero en el siglo XIX, los niños se mandaban por correo hacia donde sus abuelos y familiares. Los costos eran sumamente altos, cerca de 17 centavos de dólar, que para entonces, era algo cuantioso.
Coleccionar huesos de cadáveres humanos
Ocurría en gran parte del siglo XX y era una costumbre de los amantes de la medicina; otros solamente por clase y moda, o incluso los militares que sobrevivían a las feroces guerras y entonces, llegaban a casa con sus trofeos que no eran otra cosa que algún cráneo o hueso de algún soldado enemigo.
Paseos de excursión a los manicomios
Era una de las cosa más zafadas de años atrás. Se vendían guías turísticas a los sanatorios mentales, a un precio asequible, con el objetivo de que las personas pudieran conocer cómo es un ambiente de esa índole y asombrarse con las conductas e incoherencias de los enfermos. Era un alto nivel de morbosidad y al mismo tiempo, un espacio de estudio para los investigadores de la Psicología.
Y para aquellos que estaban dispuestos a pagar aún más de lo que se pedía, entonces se les dejaba sueltos a su voluntad por los manicomios, para que interactuaran con cualquier paciente que desearan. Eso movía un negocio muy grande en la época.
Experimentos médicos en las personas
Sin mucha prosopopeya, y muchas veces sin el querer del paciente, los médicos efectuaban experimentos demasiado crueles y varios de los cuales fueron letales. Así era el método básico de aprendizaje de los galenos de los siglos XVIII, XIX y XX. A esos médicos no les importaba en lo mínimo, la suerte de sus pobres víctimas. Por ejemplo, probaban con sanguijuelas tratar algunas enfermedades. O cortar las lenguas de los tartamudos, entre otras torturas.
Las peores muertes se ocasionaban por falta de anestesia; se retorcían de los dolores tan infernales, como en operaciones de estómago o cráneo, entre otras.
Aconsejaban que las mujeres embarazadas fumaran
Y lo hacían los mismos médicos. Les decían que para lograr que su bebé se relajara en su vientre, lo único que debían hacer era fumar uno o dos cigarrillos diarios y así, el feto se relajaría de maravilla. Ahora, si un médico llega a recetar algo así, difícilmente volvería a encontrar pacientes o un empleo.
La moral es cuestión de las épocas y de las costumbres.
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