El hallazgo del virus congelado
En Siberia, en el año 2.000, algunos investigadores estaban recogiendo una serie de muestras heladas que provenían de unos 30 mil años en el pasado. Las muestras se extrajeron por un equipo de la Universidad de Aux Marseille a unos 30 metros de profundidad y permanecieron guardadas por más de una década antes de ser investigadas.
En el 2014 un laboratorio expuso las muestras a amebas para ver qué resultaba. Pronto, las amebas comenzaron a morir, lo que llevó a los científicos a revisar la muestra, para encontrar en ella una especie de virus que seguramente desapareció hace miles de años.
El virus fue bautizado Pithovirus Sibericum y es anormalmente grande. Tiene 500 genes, a comparación por ejemplo del virus de la Influenza, que solo tiene 8. Sin embargo, resulta inocuo para los seres humanos ya que solo infecta a una variedad particular de amebas.
Las implicaciones del descubrimiento
Si bien muchos han considerado como un triunfo de la ciencia el poder revivir virus antiguos, y no cabe duda de que podremos aprender mucho de esta especie, ciertamente resulta peligroso el saber que un virus puede permanecer congelado por más de 30 mil años sin perder sus propiedades epidémicas.
Con el descubrimiento queda claro que una enfermedad que hoy creemos desaparecida podría no estar ausente del todo en nuestro mundo. Siempre y cuando los virus hayan permanecido en estados de bajas temperaturas, es posible que prácticamente cualquiera de ellos sobreviva por siglos o milenios.
¿Podrían aparecer nuevas especies de “virus” extintos?
Nos encontramos en un momento de la Historia en el que vastas regiones del planeta, otrora heladas, comienzan a presentar temperaturas más y más elevadas y a perder las capas de hielo y permafrost que hasta entonces habían sido permanentes. Algunos medios han presentado la posibilidad de que en alguna de estas capas se encuentre un agente patógeno que pueda resultar peligroso para la humanidad moderna, y que haya quedado enterrado en tiempos ya olvidados por nuestra raza.
Las autoridades han respondido con escepticismo a los temores de las personas. De acuerdo con el microbiólogo Edward Mocarski es muy poco probable que uno de estos virus congelados resulte ser un organismo patógeno para los seres humanos. Los virus, dice el especialista, son criaturas muy específicas en términos de la búsqueda de un huésped, y uno que ya está especializado en (digamos) las amebas jamás infectará a un ser humano.
Sin embargo, siempre cabe la posibilidad de que un cuerpo humano traiga un virus helado contra el que nuestra sociedad carezca de defensas. Pese a los grandes avances en salubridad, nuestro sistema inmune es fundamental en la lucha contra las epidemias y si llegase a encontrar un enemigo contra el que no tuviera defensas las cosas podrían volverse bastante graves.
Otra posibilidad es que virus recientes que están hoy extintos, como la viruela, vuelvan a la vida por algún incidente desafortunado. Este incidente (que ha preocupado seriamente a algunos) sería la aparición de un cuerpo enfermo congelado, algo que se vuelve cada vez más común: por ejemplo, en los Alpes recientemente comenzaron a aparecer los cuerpos de soldados muertos de la Primera Guerra Mundial que bien podrían estar infectados con Influenza.
Los restos de un soldado muerto en la IGM
En cualquier caso, la aparición del virus gigante de Siberia nos da muchísima información sobre el pasado, pero también nos advierte sobre un nuevo peligro del que no éramos conscientes.
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