De los espíritus que quedan en este mundo
Tradicionalmente se dice que los espíritus de los muertos se quedan en el mundo de los vivos con el objetivo de completar algo que dejaron inconcluso. Muchas personas consideran, por ello, que un individuo consciente de su próxima muerte ha de solucionar todos sus asuntos pendientes antes de fallecer, o se arriesga a no abandonar del todo “este” plano.
Vinculada con creencias orientales, otra corriente occidental habla en cambio de cómo muertes relacionadas con asuntos dolorosos, traumáticos o terroríficos serían las principales catalizadoras de este fenómeno. En este caso, son las circunstancias de la muerte las que podrían determinar si una persona pasa, o no, al plano espiritual.
Sin embargo, rara vez se conoce un caso en el que el alma de un difunto se quedara a realizar una tarea tan específica como en el caso de Barbara Howe, quien según todas las evidencias se habría quedado con el único objetivo de torturar a su asesino y obligarlo a confesar.
El asesinato de Barbara Howe
La historia comienza el 28 de octubre de 2012 cuando la mujer, de 86 años, recibió la llamada de un supuesto técnico de un sistema de alerta médica que solicitaba de inmediato el ingreso a su residencia. La mujer, confiada, cometió el que sería el último error de su vida.
El hombre asegura que no quiso matarla. Usó con ella un arma de electrochoque y al darse cuenta de que no quedaba inconsciente la ahorcó con la intención de que se desmayara y le permitiera saquear en paz el apartamento. Sin embargo, la mujer sencillamente “no se desmayaba”. Al final, la violencia del hombre terminó por matarla.
El cuerpo de Howe se encontró el 30 de noviembre, cuando sus familiares reportaron que llevaba dos días desaparecida. Apareció en el baúl de su vehículo, donde el asesino la había dejado luego de saquear su hogar. Y en aquel momento no parecía haber prueba alguna que indicara quién había sido el causante de tan horrendo acto.
La entrega de Daniel French
No sería hasta diciembre de 2014 que una extraña grabación llegara a manos de un oficial. En ella un hombre aseguraba ser el culpable de la muerte – inintencionada – de la mujer:
“Solo quería ver si tenía algo de dinero. Planeaba tomarlo. Básicamente usé un arma de electrochoque, es todo lo que iba a hacer. No funcionó, no era mi intención ahorcarla hasta que muriera. Solo quería que se desmayara y no lo hacía. La ahorqué hasta que murió”.
El testimonio sirvió para su captura y posterior judicialización en el condado de Butler en Ohio, Estados Unidos, en donde un jurado lo condenó culpable el pasado 29 de octubre de 2015. De acuerdo con las autoridades, durante su captura aseguró que “era culpable y merecía morir”, algo bastante probable ya que dentro de las penas que se le podrían imponer una es la pena de muerte.
Durante su defensa, su abogada aseguró que el testimonio no era válido ya que French no era del todo consciente cuando lo emitió. Su confesión, según el mismo culpable, se debió ante todo a la presión que sufrió por el fantasma de su víctima, que se apareció repetidamente ante él para torturarlo.
Esta defensa, desestimada por el jurado, no deja de lado lo extremadamente interesante del caso en el que una persona confiese voluntariamente por la presión sobrenatural de su víctima. No sabemos si fue el subconsciente de French (quien no tenía antecedentes) el que lo tortura o si Barbara Howe realmente decidió quedarse en este mundo para asegurar que su muerte obtuviera justicia.
Fuente de imágenes: wcpo.com