El más célebre desnudo de Mata Hari
Terminamos el capítulo anterior con la desaparición de Margaretha y su reemplazo por Mata Hari, heredera de la milenaria cultura brahmánica, princesa de Oriente. La mujer había construido una leyenda en torno a sí y se había convertido, en verdad, en una princesa venida de las lejanas tierras de Java.
Pero Mata Hari no estaba dispuesta a volver a la vida de una mujer humilde. Su camino al estrellato la había convertido en una verdadera leyenda y le había brindado todos los placeres que podría brindar la sociedad parisina de la Belle Époque. Cuando su fama comenzó a decaer debido a las críticas de una sociedad artística que no la aceptaba y al reemplazo por nuevas mujeres más jóvenes, más atrevidas, Mata Hari se dedicó al eterno negocio de los placeres mundanos.
La cortesana que amaba el Uniforme
Como mencionamos en el primer capítulo, desde su infancia Margaretha había vivido fascinada con los hombres en uniforme militar. Esto fue lo que llevó a su precipitado matrimonio con un militar que apenas conocía el cual terminaría siendo un fracaso. Mata Hari no había cambiado en absoluto y siguió persiguiendo a los hombres que más deseaba, como ella misma lo admitió en varias ocasiones:
“Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un rico industrial”
A partir de 1912 sus relaciones con militares comenzaron a aumentar. Se desconoce cuáles o cuántos cayeron bajo sus encantos, pero no cabe duda de que para el comienzo de la Primera Guerra Mundial (entonces conocida simplemente como la “Gran Guerra”) ya debían ser bastantes. Esto pondría a Mata Hari en una posición bastante delicada durante el conflicto.
El atuendo de Mata Hari al ser capturada en París
La Gran Guerra
Durante la Guerra, los Países Bajos (de donde Mata Hari era ciudadana) permanecieron neutrales permitiéndole a la mujer moverse libremente entre los bordes de ambas naciones. Las primeras balas la encontraron en Berlín, en una de sus presentaciones. Se dice que en aquel entonces era la amante del Jefe de Policía de la ciudad y que pronto se convertiría en la cortesana favorita de Eugen Kraemer, Cónsul alemán en Ámsterdam y supuesto jefe de la inteligencia alemana (en cualquier caso, un espía de las tropas del Káiser). Los franceses no habrían de perdonarla.
La historia de Mata Hari se envuelve aquí en una niebla que un siglo no ha sido capaz de aclarar. No se sabe si aceptó la propuesta de Eugen Kramer de obtener información para la inteligencia alemana a cambio de grandes sumas de dinero, si actuó del lado francés o ambas. Tampoco se sabe qué tan ciertas eran las graves acusaciones que contra ella se emitieron en París en 1917. Veamos, pues, las dos facetas de Mata Hari, la enigmática bailarina oriental, antes de su fatídica muerte el 15 de octubre de 1917:
La doble espía
Todos en Francia y Alemania conocían las habilidades de la mujer para seducir, así como su pasión por el uniforme. La Guerra era un escenario en el que estas habilidades eran particularmente útiles, por lo que más pronto que tarde Kraemer le habría propuesto a Mata Hari una propuesta que aquella fue incapaz de rechazar.
A cambio de una considerable suma de dinero, Mata Hari habría aceptado seducir a miembros importantes de las milicias francesas y sonsacarles información relativa a los asuntos del frente y a los futuros movimientos del ejército aliado. En el código alemán Mata Hari se habría convertido en la agente H-21.
Pero no contenta con esto, la mujer habría decidido ofrecer sus servicios al Capitán George Ladoux, líder de la inteligencia francesa, quien habría aceptado con ciertas reservas y habría seguido de cerca a la mujer. Mata Hari podía ser una experta seductora, pero no era una espía y pronto cayó en la mira de los franceses, que encontraron la prueba suprema de su culpabilidad en un mensaje encriptado de los alemanes que hablaba de la agente H 21, a quien rápidamente se identificó como Mata Hari.
El fusilamiento de Mata Hari
Víctima de una trampa
No todos están convencidos de esta versión. Mata Hari se involucró con Kraemer, de eso no hay duda, e incluso pudo trabajar temporalmente para los alemanes (como parecen indicar algunos documentos desclasificados en 1970), pero no se trataba de una espía ni, mucho menos, de una doble espía. Era simplemente una mujer que gustaba de acostarse con militares.
Si alguna vez brindó información a las autoridades alemanas se trató de información de dominio público que aparecía en los periódicos franceses. Así mismo, su constante relación con los militares de ambos bandos no se debía a la labor de una espía, solo a su gusto por este gremio en particular.
Mata Hari era repudiada en ambos bandos por su reconocida lujuria y la vida de excesos que llevaba. Se le consideraba casi una traidora, al haberse librado gracias a su relación con militares de las penurias de la Guerra, lo que hizo muy conveniente su condena por la justicia francesa. Los fracasos militares en 1917 también requerían de la búsqueda de un chivo expiatorio, y Mata Hari era una candidata perfecta.
Su captura habría sido organizada por la misma inteligencia francesa, su defensa no se habría considerado y al final Mata Hari habría sido fusilada. Según se cuenta, en el juicio habría intentado usar su peculiar talento para cambiar la decisión del jurado.
Mata Hari fue fusilada el 15 de octubre de 1917. Una de sus últimas frases, en el juicio que la condenó, resume perfectamente su tragedia:
“Una ramera, ¡Sí! Pero ¿traidora? ¡Jamás!”
Parte 1
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