Gallinas
Las gallinas son una especie de ave doméstica nativa del este asiático, que de acuerdo con las evidencias más antiguas habría sido domesticada en torno al año 5.400 a.C. o antes en la China antigua. Usadas para producción de huevos y de carne, las gallinas han sido fieles compañeras de la humanidad por un largo periodo, habiendo llegado a Medio Oriente en torno al año 2.000 a.C. y 500 años después a todo el Mediterráneo.
Por su larga historia con los seres humanos, así como la abrumadora importancia que tienen en la actualidad, el estudio de la evolución de las gallinas ha sido uno de particular interés para los genetistas-historiadores (una combinación poco recurrente).
Una de las grandes preguntas sobre estos animales apareció cuando se detectaron importantes cambios en el genoma de las gallinas ocurridos en torno al año 1.000 a.C., específicamente en territorio europeo. Pero ¿qué pudo pasar que motivara cambios tan grandes en un periodo tan corto de tiempo?
Genoma
El incremento detectado (y publicado en un estudio científico en la revista Molecular Biology and Evolution) se dio en la producción de la hormona receptora estimulante de la tiroides (TSHR, por sus siglas en inglés). Esto modificó el comportamiento de las gallinas, haciéndolas menos agresivas e incrementando las posturas de huevos.
Un estudio posterior, dirigido por Anders Eriksson (profesor del Departamento de Genética Médica y Molecular del King’s College de Londres) analizó una cantidad importante de huesos de pollos hallados en basureros de este periodo y determinó que, si se buscaba precisión, la modificación había ocurrido en torno al año 920 d.C. Quedaba entonces la pregunta de qué había sucedido para motivar un cambio tan abrupto en tiempo tan corto.
La Iglesia
La respuesta parecía residir en un lugar poco imaginado. En estos siglos Europa había entrado en la Edad Media y gran parte de sus vínculos con el resto del mundo se habían roto. La única institución que mantenía algún poder y legitimidad era la Iglesia, que se había convertido en la regente del continente y la defensora de los reinos cristianos.
Pero con la Iglesia llegaron nuevas tradiciones. La Orden de los Benedictinos introdujo una: que en los tiempos de ayuno la carne de animales cuadrúpedos fuera prohibida, mientras que los bípedos (como la gallina) y los huevos no tenían problemas. Tal parece que la popularización de la norma llevó a que las poblaciones europeas se hicieran más y más dependientes de este animal, llevando a un altísimo incremento en su consumo y por lo tanto en su crianza.
Y fue aquí cuando las variedades más productivas se seleccionaron cuidadosamente, llevando a la mutación antes señalada.
Imagen: erenow.com