Saber escribir no se trata solamente de poder expresar a través de palabras en un papel aquello que queremos comunicar, precisamente por ser esta la intención última de todo texto, éste debe ser realizado de la forma más clara y precisa posible, a fin de no crear confusiones en el receptor de nuestro mensaje.
En este sentido, la Ortografía señala las reglas por las que se rige la Lengua en su registro escrito, y tiene como objetivo vigilar la permanencia de las formas que señalan sentidos específicos, velando así por la permanencia de la Lengua y la posibilidad de comunicación entre los hablantes.
Todo hablante que esté iniciando el proceso de aprendizaje de una lengua (tanto materna como secundaria) puede llegar a sentirse intimidado por la gran cantidad de normas que rigen el funcionamiento de éste. No obstante no debe perderse de vista que la Lengua es un sistema, y que como sistema al fin se maneja por mecanismo, los cuales una vez entendemos nos hacen desenvolvernos con ella como peces en el agua.
Dentro de las normas ortográficas existen algunas bastante mecánicas y fáciles de recordar, como que siempre que se encuentra una “g” delante de “e” e “i” se intercalará una “u”, para dar origen a las sílabas “gue” y “gui” usadas en palabras como guerra o guitarra, cosa que no sucede cuando la letra “g” se encuentra frente a “a”, “o” y “u” dando origen a palabras como gato, gota o gula. Sin embargo, la Ortografía del Español también dicta sus normas sobre unas palabras más difíciles de retener: las palabras homófonas, es decir aquellas que suenan igual pero tienen una ortografía y semántica distintas. En este sentido, al hablante sólo le queda aprender realmente la forma y el significado de cada una de ellas, a fin de que tenga claro el contexto donde se usa.
Un ejemplo de este tipo de palabras que confunden al hablante por tener idéntica pronunciación, a pesar de que su ortografía no coindica, lo constituyen las formas: savia, sabia y sabía, las cuales a pesar de compartir sus fonemas, pertenecen a categorías gramaticales distintas y presentan distintos significados.
A continuación te exponemos cada una de ellas, al tiempo que te ofrecemos algunas oraciones construidas a raíz de estas formas, para que de esta manera se pueda tener noción de los contextos en los que pueden verse involucradas.
Savia (sustantivo): escrita con “v” esta forma constituye un sustantivo femenino que hace referencia al líquido que circula a través del tronco del árbol o las plantas, sirviéndole de alimento. Un ejemplo de las oraciones que podemos construir con este sustantivo serían los siguientes:
La savia es la sangre de los árboles
La savia de la sábila es un remedio natural muy efectivo
Si cortas la planta verás cómo sale la savia de su tallo
Entre más nutrientes tenga la tierra más rica será la savia del árbol
Creo que el ámbar es savia cristalizada
Sin embargo, este significante tiene una segunda acepción, en la cual constituye igualmente un sustantivo femenino que refiere a “energía” o a un elemento vital. Un ejemplo de oraciones formada con este sustantivo pueden ser las siguientes:
La organización es la savia de toda empresa
La comunicación era la savia de nuestra relación
Los chismes matan la savia de cualquier comunidad
La literatura es la savia de mi vida
Los hijos son la savia de los matrimonios
Sabia (categoría gramatical: adjetivo): escrito de esta forma, con “b”, la palabra “sabia” constituye un adjetivo calificativo femenino, que hace referencia a una persona que acumula o tiene sabiduría y grandes conocimientos. Un ejemplo de oraciones construidas en base a este adjetivo calificativo lo constituyen las siguientes:
La mujer sabia es la que defiende sus derechos
Mi abuela era muy sabia
La madre es sabia por naturaleza
La lectura me hace sabia
Mi maestra es una sabia de las matemáticas
Sabía (categoría gramatical: verbo): escrita de esta forma, con “b” y con “í” acentuada, la palabra “sabía” constituye la primera persona del singular del pasado imperfecto del verbo “saber”. Un ejemplo de las oraciones que pueden construirse en base a este verbo son los siguientes:
Yo sabía que iba a encontrarte acá
No sabía que estudiar Artes fuese tan complejo
Cuando te llamé, yo ya sabía que ibas a irte de viaje
Hace tiempo yo sabía cómo abrir esa puerta
Yo no sabía como olvidarlo, el tiempo me ayudó
Sabía (categoría gramatical: verbo): escrita así, con “b” y con “í” acentuada también se refiere a otra conjugación del verbo “saber”, en esta ocasión de la tercera persona del singular del pasado imperfecto. Un ejemplo de las oraciones que pueden construirse en base a esta conjugación del verbo saber son las siguientes:
Él sabía que debía traer el cuaderno hoy
Cuando llegó, sabía que debía dirigirse a mí directamente
Ella no sabía que habían cambiado de jefe
Si Juanl sabía de quién era el bolso, por qué se lo llevó
Pedro no sabía nada del asunto
Fuente de imagen: herboristeriasabiassavia.blogspot.com