Evolución
La idea de la evolución es sencilla: todos los organismos cambian con el tiempo por obra del azar (en este caso, de mutaciones específicas en su ADN), y si bien la mayor parte de las mutaciones serán neutrales o negativas, algunas tendrán utilidad. Y cuando estas ocurren, serán heredadas por las siguientes generaciones y eventualmente llevarán a un cambio en la especie.
El tema es que este proceso suele ser extremadamente lento. En organismos unicelulares, que pueden tener miles de generaciones en una semana, es posible ver algunos cambios menores (por ejemplo, la resistencia a diversos tipos de antibiótico) en el laboratorio, pero cambios importantes en su estructura suelen tomar más tiempo.
En el pasado hablamos, en el artículo Evolución en alta velocidad, de una especie de lagarto que cambió sus hábitos al mudarse de isla, ilustrando el proceso. El tema de que hablaremos hoy es parecido, excepto que trata seres mucho más pequeños y un cambio mucho más dramático.
Multicelular
No sabemos exactamente cuándo aparecieron los primeros organismos vivos en la Tierra, pero algunos estimados le apuntan a un tiempo no muy lejano del enfriamiento de nuestro planeta. En cualquier caso, lo cierto es que por miles de millones de años, lo único que existió fueron organismos unicelulares, pero en algún momento de los últimos mil millones de años (probablemente) aparecieron las primeras células eucariotas y, poco después, los primeros organismos pluricelulares.
Pero, ¿por qué aparecieron estos organismos? No lo sabemos, y probablemente nunca lo sabremos, pero una de las hipótesis más comunes es que se debió a la aparición de depredadores. La existencia de organismos capaces de modificar su forma (es decir, eucariotas) y consumir otros organismos enteros seguramente generó presiones y forzó a los organismos más simples a “aliarse o perecer”. Y si bien no podemos saber si esto fue lo que sucedió, sí podemos realizar experimentos para ver qué tan plausible es en la vida real.
Y esto fue precisamente lo que realizó un grupo de investigadores: puso un puñado de algas unicelulares y las dejaron en un “paraíso” para que se reprodujeran. Poco después introdujeron paramecios depredadores que pronto dieron cuenta de las algas y redujeron su población.
Y en un suspiro (750 generaciones, que son 50 semanas en tiempo de algas) comenzaron a aparecer las primeras algas multicelulares, que encontraban en los números seguridad contra el recién aparecido depredador.
En términos específicos, se hicieron 5 experimentos, y en 2 de ellos se presenció la aparición de algas multicelulares. Más importante aún, las algas multicelulares fueron diferentes en los dos casos, lo que nos indica que se trató de un proceso diferente, y no que la multicelularidad venía “preprogramada” en las algas, por así decirlo. Que también sucede, claro, por ejemplo: los seres humanos tenemos un montón de genes que sirven para modificar nuestro cuerpo acorde a las circunstancias.
En cualquier caso, este es uno de los experimentos evolutivos más interesantes de los tiempos recientes, y muestra que la multicelularidad no es tan difícil de alcanzar, aún para organismos muy básicos, siempre y cuando se presenten las condiciones adecuadas en su entorno.
Fuentes:
- https://www.sciencealert.com/scientists-have-witnessed-in-real-time-a-single-celled-algae-evolve-into-a-multicellular-organism/
Imágenes: 1: sciencealert.com, 2: livescience.com